Cuna de Niñito brilla de nuevo
Es necesario restaurarla, hermosearla y protegerla para que dure en el tiempo”.
Rony Tabash Comerciante
La iglesia de la Natividad, en Belén, es uno de los lugares más importantes para el cristianismo.
Pero ser considerada un sitio santo no impidió que estuviera, hasta julio, en la lista de los patrimonios de la humanidad en peligro.
La basílica de la Natividad fue construida sobre la gruta donde, según la tradición católica, nació Jesús y gracias a los grandes trabajos de restauración no está más en peligro.
La razón que dio la Unesco para sacarla de la lista fue “la alta calidad de los trabajos de restauración realizados en el techo, en las fachadas, en los mosaicos y en las puertas de la iglesia”.
Como hace siglos. Luego de seis años de trabajo, el lugar prácticamente recuperó el esplendor que tuvo siglos atrás.
Al principio, explica Imad Nassar, representante del Comité para la Restauración de la Iglesia de la Natividad, participaron 85 personas en las reparaciones. Hoy solo quedan 10.
“El equipo se redujo porque trabajamos en relación a los fondos disponibles, los que disminuyeron en el último tiempo. Actualmente, para terminar la reconstrucción, necesitamos cerca de $2,5 millones (¢4.300 millones)”, agrega.
Según Nassar, uno de los mayores desafíos que aún enfrenta la basílica, considerada la más antigua de Tierra Santa, son las filtraciones de agua que tiene el techo de cedro libanés, cuyas vigas tienen más de 600 años de antigüedad. Solo en esa área, dice, se invirtieron cerca de $10 millones.
“Las goteras destruyeron importantes elementos de los mosaicos decorativos de la basílica. Hoy estamos enfocados en restaurarlos y protegerlos del daño que se les causó”, dice el experto.
La Autoridad Nacional Palestina es la que ha dado más plata para los arreglos, que además han contado con el apoyo de varios países.
El año pasado, por ejemplo, Brasil donó cerca de $200 mil. Alemania, Bélgica, España, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Marruecos, Noruega, Polonia, Rusia, Turquía e incluso Chile también han hecho sus aportes.
En el techo de la nave norte de la basílica, encaramados en andamios y escondidos detrás de unas telas, los restauradores de la empresa italiana Piacenti (encargada del trabajo) repararon y limpiaron centímetro a centímetro más de 100 metros cuadrados de mosaicos bizantinos.
Esos mosaicos fueron diseñados entre 1154 y 1169 y apenas habían sobrevivido a terremotos, guerras, incendios y falta de mantenimiento.
Brillo nuevo. Dentro de la basílica, las partes restauradas de esos mosaicos, que hoy brillan en las paredes blancas y en el cielo raso, representan diferentes episodios de la vida de Jesús: su ascensión junto a María, los apóstoles y los ángeles, su entrada a Jerusalén, una transfiguración de la cual quedan pocas piezas; y la incredulidad de Santo Tomás tras la crucifixión.
Todos se habían ennegrecido durante siglos por el humo de las velas, el polvo y la humedad. Daban pena, pero eso ya cambió.
La iglesia, que cada año recibe a más de 2 millones de visitantes, mantuvo sus puertas abiertas mientras los expertos rescataban parte del patrimonio, principalmente los seis ángeles de oro que ven hacia el pesebre.
En el 2016 fue muy asombroso el hallazgo de un sétimo ángel de más de dos metros de altura del que nadie sabía, sepultado bajo una gruesa capa de yeso.
Ya lo dejaron como nuevo.
Y es que la iglesia de la Natividad ha hecho de Palestina uno de los destinos del mundo
donde más ha crecido el turismo. La mayoría son peregrinos que visitan los sitios sagrados, especialmente en Belén, durante la temporada de Adviento y Navidad.
Hoy, en la plaza del Pesebre, frente a la basílica de la Natividad, ya se han instalado las decoraciones navideñas junto al gran árbol que se ha transformado en una de las clásicas postales de Belén en diciembre.
Este año dos hitos marcarán la diferencia: en la iglesia se exhibe una reliquia de madera que, se dice, procede del pesebre utilizado por el niño Jesús y que fue enviada hace unas semanas a Belén desde el Vaticano.
El segundo hito es el acuerdo al que llegaron las tres iglesias que la administran-católica, griega ortodoxa y armenia- para ampliar por tres horas el horario de visitas, con el fin de disminuir la interminable fila de fieles que suelen esperar hasta dos horas para acceder a la Estrella de Plata puesta en el lugar exacto donde se cree que nació Jesús.