La Teja

Deuda mata galán

Se fue de pollo con ¢13 millones y no pescó nada con las güilas

- Bryan Castillo bryan.castillo@lateja.cr

No me importaba gastar lo que fuera porque quería que viera en mí a un hombre que podía darle esos lujos”.

Cristian Endeudado

Por presumir ante dos mujeres, y querer ganarse su amor a punta de billetera, un joven de 26 años se endeudó hasta deber ¢13 millones en cuestión de 20 meses, esto tras sacar dos préstamos, uno de ¢8 millones y otro de ¢5 millones. Y lo peor es que no “agarró” nada.

A este hombre lo llamaremos Cristian, pues prefirió, lógicament­e, no revelar su identidad.

Su solitaria vida lo llevó a “comprar el amor” de estas muchachas, con quienes según él, llegaría a algo formal.

Cristian aclaró que comprar amor no es pagar por tener relaciones sexuales, sino más bien conquistar, para establecer una relación afectiva, por medio de regalos e invitacion­es a comer y pasear.

Esa necesidad por encontrar a su media naranja a punta de billetera, hizo que sacara créditos con dos prestamist­as informales, uno colombiano y otro costarrice­nse. Y se fue de pollo.

Cristian admite que este fue el peor error que ha cometido, pero reconoce que el dicho “billetera mata galán” es cierto, pues según dice el dinero da poder, o al menos mejora la autoestima.

El inicio de la pesadilla. Todo inició el 4 diciembre del 2017, cuando tenía 24 años, ese día conoció a una muchacha, un año menor que él, este contacto fue en una fiesta gracias a un amigo en común.

Cuenta que tuvieron química desde que se vieron. La relación creció al punto que Cristian pensó que esa mujer sería su novia.

En ese momento él estudiaba Administra­ción de Empresas y laboraba como auxiliar administra­tivo en una compañía privada, su salario era de ¢480 mil, pero necesitaba más para impresiona­rla.

Explica que sin pensarlo le pidió ¢400 mil a un prestamist­a colombiano que le recomendó un conocido.

Eso lo hizo a mediados de mes.

“Como era nuevo en esa empresa (entró en octubre), no me llegó mucho de aguinaldo, entonces pedí prestado. Con esa plata la llevé a a un restaurant­e en Lindora, era carísimo. A mí no me importaba gastar lo que fuera porque quería que viera en mí a un hombre que podía darle esos lujos”, comentó.

“Salimos tres veces más en diciembre, la cuenta por cada salida era de entre ¢70 mil y ¢90 mil y además le regalaba detallitos, lo malo fue que ni un beso le saqué”.

Por este préstamo debía pagar ¢40 mil durante 12 semanas, ya que le hicieron un cobro del 20% sobre el monto que pidió, es decir, al final tenía que cancelar ¢480 mil.

Más tortas. Sus ganas por enamorarla lo hicieron tomar otra mala decisión que resintió su bolsillo: cambió su carro, un Toyota Corolla del año 2004 por un Suzuki Swift 2016 que le costó ¢6 millones y que le financió el mismo prestamist­a. Esta compra la hizo el 14 de enero del 2017.

Por este préstamo le cobraron un 35% de interés, es decir, tenía que cancelar en total ¢8.100.000 en tres años. La cuota le fue calculada a 36 meses por lo que la mensualida­d le quedó en ¢225 mil.

“Con el carro nuevo me dio más pelota. En febrero se hizo mi novia, para no cansarlo con el cuento, quedé más endeudado que antes, el salario no me alcanzaba y en abril le dije que tenía que vender el carro, resulta que en mayo me terminó y ni siquiera vendí el carro, me di cuenta que todo era puro in

terés”, dijo.

Siguió endeudándo­se. La ruptura con esta joven le rompió el corazón, pero algo tenía seguro y era que no iba a quedarse solo.

En agosto del 2017 se volvió a ilusionar, esta vez con una excompañer­a del cole. Para ese momento, la deuda con el colombiano la había bajado a ¢6.525.000. “Volví a cometer los mismos errores, quise impresiona­rla y la llevaba a comer a lugares caros. El prestamist­a que me dio la plata para el carro no me prestó porque la deuda con él ya era alta, así que busqué otro”, contó.

A este segundo usurero le pidió ¢4 millones y según cuenta fue para nada, ya que lo volvieron a terminar en mayo del 2018.

Este le cobró 25% de interés, es decir, en total tenía que cancelar ¢5 millones a tres años. La mensualida­d le quedó en ¢138 mil.

“Ese préstamo me terminó de hundir, entre los dos tenía que pagar ¢363 mil y yo ganaba ¢480 mil, de lo que me sobraba tenía que pagar recibos, darle a mis papás plata porque vivía con ellos, tenía que sacar para la gasolina”, relató.

Cuenta que en agosto del 2018 dejó de pagarles a ambos. Hasta ese momento la deuda del primer crédito estaba en ¢3.825.000 y la segunda en ¢4.586.000, para un total de ¢8.411.000.

“Perdí mi trabajo y tuve que esconderme, esta gente llegó a buscarme y me amenazaron. Mi familia en diciembre de ese año sacó plata de sus ahorros para pagar lo que debía”, añadió.

Lujos vemos, deudas no sabemos. Daniel Suchar, asesor y analista financiero comentó que lo ocurrido a este joven es algo que cada vez pasa con más frecuencia, especialme­nte entre los hombres.

“En este caso existe un tema sicológico que afecta las finanzas personales, estamos en una sociedad en la que creemos que lo material tiene más valor que lo sentimenta­l por eso es que muchos se endeudan solo por aparentar algo que no son, ahí es donde nosotros los expertos en finanzas aplicamos un refrán que es ‘lujos vemos, deudas no sabemos’”.

Suchar aconsejó que antes de endeudarse lo que se debe pensar es si lo puede pagar sin quedar tan ahogado.

“La recomendac­ión es nunca sacar créditos con prestamist­as informales y menos si es para satisfacer necesidade­s que no existen”,

insistió.

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SHUTERSTOC­K Los prestamist­as informales literalmen­te le dan por la jupa.
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SHUTTERSTO­CK.COM Un chuzo como este se compró Cristian.
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