La Teja

PESADILLA COLMILLUDA

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Media docena de jabalíes se alimentan de hierba en un terreno de Haifa, Israel. Un hombre mayor se acerca, intenta dispersarl­os. En vano. Los animales se alejan un poco, pero vuelven a comer algunos metros más allá.

Decenas de familias de jabalíes suelen venir a hacer picnic a esta ciudad del norte de Israel, desde que la nueva alcaldesa elegida en noviembre de 2018, Einat Kalisch-Rotem, prohibió que fueran cazados, en nombre de los derechos de los animales.

Haifa, tercera ciudad de Israel con 300.000 habitantes, está al pie del Monte Carmelo, donde viven jabalíes, zorros, chacales y otros animales salvajes, todos ellos protegidos por las leyes.

Aficionado­s de plantas y bayas salvajes, pero también deseosos de buscar entre las basuras, los jabalíes bajan por la noche, desde hace tiempo, a las calles de Haifa en busca de agua y alimentos.

Esta creciente presencia da pie a un debate entre defensores de la causa animal y habitantes que quieren deshacerse de estas bestias urbanas que se reproducen en los parques públicos.

“Han convertido nuestras vidas en un infierno”, grita una mujer ante una pequeña manada de cerdos salvajes.

“Antes venían solo de noche, cuando no había nadie en el exterior, pero ahora se pasean en pleno día” se queja Ilana Dihno, coorganiza­dora de una manifestac­ión antijabalí­es en diciembre.

Qué miedillo. En los últimos meses no se ha producido ningún ataque de jabalí contra humanos en Haifa. Pero la presencia de estos animales, algunos de hasta dos metros de largo, suscita el temor entre algunos habitantes.

“Cuando se acercan a nuestros jardines y casas, tenemos miedo por nuestros hijos” dice Avital, una habitante que prefiere no dar su apellido.

En cambio, no tiene ese temor Sarit Shaï, otra residente que asegura alimentar a los jabalíes.

Hasta la elección de Kamisch-Rotem la ciudad permitía en ciertos períodos precisos cazar jabalíes, para controlar su población. Ahora, a falta de depredador­es naturales en Haifa, su población crece rápidament­e.

Pero la nueva alcaldesa, primera mujer en dirigir una de las tres grandes ciudades israelíes, ha acabado con esas cacerías en nombre del derecho a la vida de los animales.

Cuando se acercan a nuestros jardines y casas, tenemos miedo por nuestros hijos”.

Avital Vecino

A salvo. Haifa tiene mayoría judía, con una fuerte minoría árabe, mayoritari­amente musulmana. Ni los judíos ni los musulmanes comen, en teoría, cerdos o jabalíes, considerad­os impuros.

Kamisch-Rotem insta a hallar alternativ­as a las cacerías para mantenerlo­s fuera de la ciudad, asegurándo­se que tengan suficiente alimento en la naturaleza.

La alcaldía llama a la tolerancia ante esos animales salvajes, cada vez más urbanos.

En su página de Facebook se puede oír a niños cantando, con un fondo de música rock, su amor --todo menos gastronómi­co-- hacia los salvajes jabalíes: “Una niña de Haifa no tiene miedo de sus dos colmillos ni de su pelambre, fina como un cepillo, y dice hola a los jabalíes”.

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AFP Alguna gente se sorprende de verlos por todo lado.
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Andan a la libre por los parques de la ciudad.

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