Carnaval se sonó al tope
El sol que pegó este viernes en la tarde en Chepe ayudó a que se armara un ambientazo durante el tradicional Carnaval al que asistieron montones de familias que disfrutaron y se apuntaron al vacilón.
A diferencia de la poca asistencia que se registró en el Tope Nacional este jueves, el Carnaval cumplió con las expectativas.
El movido desfile arrancó frente al Banco Popular en Chepe centro y se dirigió hasta la Toyota en el paseo Colón, donde finalizó la actividad de convocó a montones de fiesteros.
Muchos de los asistentes se sorprendieron porque el Carnaval salió a las 2 p. m., como estaba programado, algo que no es muy común.
El público disfrutó al máximo y muchas familias llegaron muy temprano para agarrar un buen campo.
Algunos al ver que el día estaba puras tejas se dejaron llegar, mientras que otros lo planearon muy bien y llevaron manteles o cobijas para poner en las aceras y que la espera no fuera tan ruda. Bancos, sillas y hasta almuerzos con el infaltable “arroz con siempre” fueron algunas de las escenas más comunes durante el recorrido.
Bernarda Corrales, vecina de San Juan de Dios de Desamparados, fue una de esas personas que decidió mañanear tempranito.
“Llegamos a las nueve de la mañana y venimos con parte de mi familia. Todos los años es tradición venir y somos de los que aprovechamos todo. Vamos al tope, al carnaval, a los toros”, detalló.
Don Gilberto Picado, quien es parte de la barra que acompañó a Bernarda, nos contó en una pura risa que ellos no se complican mucho con la jama, ya que la idea es pasarla cero estrés.
“Compramos cosas para picar y cosas sencillas. Aquí bailamos todo el rato y nos vamos hasta que pase la última comparsa”, comentó en una pura contentera.
Jazmín Rodríguez se declara una fiestera de hueso colorado y por eso, aunque solo la acompañó una tía, llegó dispuesta a disfrutar del fiestón.
Ella es vecina de San Miguel de Desamparados y nos reveló que compró un collar de flores multicolores pensando en el carnaval.
Para todos los gustos. Año a año una de las actividades favoritas de los asistentes es el desfile de chuzos antiguos.
Uno de los que impactó fue don Delfín Solís, quien se lució con una nave espectacular.
Este vecino de Zarcero ha participado en tres ocasiones en el carnaval.
“Es un SD 170 Mercedes Benz del año 1953. Lo compré y me dediqué a restaurarlo”, dijo orgulloso de la joyita que tiene y que conserva en perfecto estado.
Solís comentó que el carrito es toda una sensación siempre
que lo anda en la calle, ya que todo mundo tiene que ver con su adorado Meche, como le dice.
“Me gusta sacarlo a menudo, sino por lo menos cada 22 días me doy una vueltica”, expresó.
Otro de los que llamó la atención fue don Wilberth Vindas, pero con su cleta decorada de color verde musgo y estrellas blancas, al mejor estilo militar.
Vindas, quien vive en San Pedro de Barva, detalló que estaba muy contento de participar en el carnaval porque era su primera vez.
Contó que compró la bici hace un año y que desde entonces cada tejita que le llegaba lo utilizaba para restaurarla. Así que por fin, luego de meses de trabajo y de inversión, logró tenerla como un ajito y se animó a asistir al carnaval.
Como parte del espectáculo también desfilaron vespas, pandilleras y por supuesto, los mamulones del asfalto, los cabezales.
A lo largo del recorrido, los asistentes se volvieron locos cuando veían a los chunchones que mostraban los lujos que tenían. Algunos estaban repletos de luces, otros tenían la carrocería exterior pintada a mano con diseños espectaculares, mientras que otros hasta tenían pantallas de tele y torres de sonido enormes en su interior.
“Suene, suene ese gajo”, se escuchó con frecuencia decir entre el público. A lo que los choferes respondían tocando las bocinas o acelerando los motores para complacer a los fiebrazos.
Sabor latino. Las comparsas como ocurre en cualquier carnaval en Tiquicia, son el alma de la fiesta y esta vez no fue la excepción
Las plumas, el brillo y los meneos de las bailarinas con poca ropa siempre calientan el recorrido del desfile.
Sin embargo, este año, el pequeño Sebastián Víquez, de apenas 5 años, se robó el show con la banda del liceo Ricardo Fernández Guardia (RIFEGU) de San Sebas.
Jackeline Salas, la mamá del niño, comentó que desde hace un año a Sebas le dio por querer ser parte de una banda.
“Asistió con la banda porque algunos primos tocan ahí, entonces lo invitaron para que fuera el invitado especial en el carnaval”, comentó Salas, quien estaba ojo al Cristo cuidando a su pequeño.
La feliz mamita detalló que como Sebas resultó tan fiebre le compraron hace un año su propio bombo.
“Le encanta y en la casa se da gustos tocando. El bombo nos costó como 55 mil colones, no es barato, pero valió la pena hacer el esfuerzo”, dijo.
El recorrido fue largo, así que doña Jackeline pasó asistiendo al pequeño con agua para que aguantara sin problemas hasta el final de la actividad, al que llegó cansado pero feliz.