La Teja

EL AÑO DEL FÚTBOL FEMENINO

EN COSTA RICA Y EL MUNDO HUBO UN GRAN AVANCE

- Andrés Mora y El País andres.mora@lateja.cr

Dentro de unas décadas, cuando el fútbol femenino haga un inventario de su evolución, el 2019 aparecerá destacado en rojo chillón, tanto en Costa Rica como en todo el mundo.

Las 16.900 personas que llegaron al estadio Alejandro Morera Soto para la final entre Codea-Alajuelens­e y Saprissa son solo una muestra de esto.

No hay que olvidar el agitado mercado de fichajes que se ha vivido este fin y principio de año, y que se suma a la llegada de Shirley Cruz al cuadro erizo.

“Yo siempre lo he dicho, el fútbol femenino va a ser el futuro del fútbol y FIFA lo tiene muy claro. El desarrollo se puede dar a gran escala, rápida o lentamente como se ha dado acá”, señaló Bernal Castillo, entrenador de Moravia - Herediano.

“Para nosotros, la llegada de Shirley fue fundamenta­l porque muchas quieren imitar lo que ella hizo.

Hay otras embajadora­s como Melissa Herrera en Francia, muchachas como Katherine Alavado y Daniela Cruz. Se ha dado un cambio, se ve más desarrollo de niñas queriendo jugar fútbol, además de colegios y escuelas bien desarrolla­das. No es que vamos a tener estadios llenos todos los partidos, pero esperemos que, como decía una pancarta, no jueguen en silencio, sino con unas 2 mil personas viendo partidos importante­s y finales a estadios llenos”, agregó.

En Tiquicia, el fútbol femenino tendrá otro gran empujón porque en el mes de agosto se desarrolla­rá la Copa del Mundo sub-20 femenina de la FIFA.

Punto y aparte. El tiempo dirá hasta dónde es capaz de llegar el fútbol femenino, pero el año que se fue marcó un punto y aparte. Explotó y se reivindicó en todo el planeta con el Mundial de Francia como gran amplificad­or.

Por ejemplo, en España también estaban como locos porque su selección ganó el primer partido en una Copa del Mundo, también se registró el récord de asistencia a un encuentro (60.739 espectador­es para presenciar un duelo Atlético de Madrid -Barcelona), el Barça llegó hasta la final de la Champions (cayeron ante el Olympique de Lyon), el Real Madrid se animó a entrar en un mundo que hasta entonces había rehuido.

Unos hitos que, en realidad, no fueron solo deporte, sino una forma de reclamar la igualdad entre ambos géneros.

Igualdad. Pero nada expresó mejor esta explosión que la final del Mundial de Francia, vista por 82 millones de personas en televisión, un 56% más que en la edición de 2015.

En el estadio del Lyon, una parte importante de los 60.000 espectador­es rompieron a gritar de forma espontánea “Equal pay, equal pay” (igualdad salarial, igualdad salarial). Abajo, en el césped, Estados Unidos acababa de ganar su cuarto título ante Holanda (2-0) y allí lo estaba celebrando Megan Rapinoe, mucho más que la estrella del equipo campeón.

Ella se convirtió en la referente del fútbol por los derechos de las mujeres, las minorías y el colectivo LGTBI. La trascenden­cia de esta california­na de 34 años y el alcance de su discurso superaron sus éxitos en el campo, que no pudieron ser mayores: mejor jugadora y máxima goleadora del Mundial (seis goles).

Su enfrentami­ento con Trump, agua y aceite, fue el símbolo de este movimiento sísmico, la tormenta perfecta para visibiliza­r dos mundos antagónico­s. Si ganaban, le advirtió días antes de la final, no irían a “la puta Casa Blanca”. “¡Termina el trabajo!”, le respondió el presidente gringo.

Lo acabó y cumplió su promesa junto a sus compañeras: no fueron a ofrecerle el trofeo. De vuelta a su país, con 300.000 personas celebrando el triunfo en Nueva York, continuó su ataque: “Tu mensaje excluye a gente que se parece a mí”.

Las reivindica­ciones del papel creciente de la mujer en el fútbol fueron constantes. Rapinoe lo hizo sobre el terreno y la noruega Ada Hegerberg, mejor jugadora del mundo en 2018, con su ausencia.

Renunció a disputar el torneo como una denuncia a la discrimina­ción que, a su juicio, su- fre respecto a la selección masculina de su país en premios, infraestru­cturas y medios.

La Copa del Mundo lo cambió todo, pero antes ya hubo señales de que se había abierto un nuevo mundo futbolísti­co. En solo un mes se batió dos veces el récord de espectador­es en los estadios españoles. El Athletic metió 48.121 personas en San Mamés para el choque copero contra el Atlético, equipo que poco después logró una cifra que parecía inimaginab­le: 60.739 ante el Barcelona.

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No cabía un alma en el Morera Soto en la final femenina y eso que fue un lunes por la noche.
AFP RAFAEL PACHECO Megan Rapinoe es abanderada de las futbolista­s a nivel mundial. No cabía un alma en el Morera Soto en la final femenina y eso que fue un lunes por la noche.

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