PIRATA RELATA EXTRAÑO VIAJE
El taxista informal Víctor Jiménez Castro contó que Bismark Espinoza Martínez, guarda acusado de matar a la turista venezolana Carla Stefaniak, le pidió un extraño viaje un día antes de que encontraran el cadáver de la suramericana.
Él relató ante el tribunal que juzga a Espinoza que acostumbraba hacer servicios de transporte tanto a turistas que se hospedaban en Villas Le Más, en San Antonio de Escazú, donde ocurrió el crimen, como a las personas que trabajaban ahí.
Jiménez dijo que él tenía una relación cordial con el acusado e incluso lo veía como un compañero de trabajo ya que siempre que podía el vigilante le conseguía viajecitos y él a cambio le daba parte de la ganancia.
El taxista informal contó que el sábado 1 de diciembre Espinoza lo llamó a su celular para pedirle que llegara el siguiente día a hacerle un viaje.
“Cuando yo llegué él cargó unas maletas (dos) al carro y fuimos a dejarlas a la Coca Cola (en San José), de camino iba serio, sin darme la mirada, tal vez no me contestaba todo lo que le preguntaba, sí le pregunté si eso (las maletas) lo enviaba directo para Nicaragua y me dijo que no, que iba a venir a recogerlas un amigo que vive en Palmares”, detalló.
Al llegar al destino Bismark se bajó del carro y a los diez minutos regresó y pidió que lo llevara de vuelta al hotel.
El transportista contó que al día siguiente su esposa vio en las noticias que Carla Stefaniak había desaparecido mientras se hospedaba en las villas y se lo contó. Luego, en la noche, él vio que tras una búsqueda intensa la encontraron muerta, semienterrada en la misma propiedad, y eso lo impresionó muchísimo.
El martes en la mañana fue al hotel a recoger a una trabajadora y le contó que los agentes habían detenido a Bismark como sospechoso del crimen.
“Para mí fue muy impactante saber que él había usado mi carro para llevar esas maletas a San José, me puse a pensar qué era lo que realmente él había transportado y de una vez llamé a los investigadores del OIJ para contarles lo que había pasado y ellos me interrogaron”, relató en el juicio.
Paseo por San José. Ayer también declaró el chofer de Uber que había llevado a la venezolana desde el aeropuerto Juan Santamaría a las villas, en San Antonio de Escazú.
El uberiano, quien prefirió que su nombre no fuera revelado, dijo que recogió a la mujer el 27 de noviembre y que ella le comentó que el día siguiente regresaría a Estados Unidos, donde vivía con su familia.
Ella le dijo al transportista que quería conocer un poco más de Costa Rica, por lo que él le ofreció darle un paseo por
San José y ella accedió.
El uber fue a dejar a la turista al hotel para que se instalara y la esperó 40 minutos para ir a hacer el tour. Empezaron en la Embajada Americana, siguieron hacia Rohrmoser, pasando frente a la casa de Óscar Arias y luego jalaron al centro pasando por el San Juan de Dios, el Melico Salazar y el Teatro Nacional hasta llegar a San Pedro de Montes de Oca,
Luego se devolvieron y fueron al mercado de la Coca Cola, donde la joven compró unos recuerdos y regresaron a las villas. Por el viaje le cobró $40.
El uberianbo le ofreció a Carla llevarla el viernes 28 de noviembre al aeropuerto para que regresara a su país y ella aceptó, sin embargo, cuando él llegó a buscarla un guarda le dijo que ella ya se había ido en otro Uber, por lo que él se retiró.
Durante todo este martes el acusado estuvo tranquilo y atento a lo que pasaba en el debate. Por ratos bajaba la mirada y hacía pequeños movimientos con la boca, pero siempre mantuvo una actitud respetuosa.
El Ministerio Público pretende probar en el juicio que Bismark se aprovechó de su trabajo para tratar de abusar y matar a la turista.
Incluso, existe la posibilidad de que una de las maletas que él llevó a la Coca Cola perteneciera a la víctima.
Ayer por la tarde declaró un agente del OIJ que contó cómo hicieron rastreos telefónicos para ubicar al sospechoso cuando la mujer desapareció. Hoy seguirán con las declaraciones de más testigos del caso y se espera que la sentencia sea dictada esta misma semana.
La gente que yo recogía me decía que esas villas eran un lugar de paz”. Víctor Jiménez Transportista