La Teja

Huésped vio a guarda lavar tenis de mujer

- Silvia Coto silvia.coto@lateja.cr

José Abraham Martínez, testigo en el juicio por el asesinato de Carla Stefaniak, aseguró la mañana de ayer que vio al acusado, Bismark Espinoza Martínez, lavando unas tenis de mujer

José Abraham era huésped de las Villas Le Más, en San Antonio de Escazú, donde también estaba hospedada Carla y Bismark era guarda. Él declaró en el Tribunal de Pavas, en San José.

“Estaba lavando unas tenis de mujer rosadas y naranja”. Aseguró que eran pequeñas y que eso le llamó la atención, lo que no detalló fue el día que lo vio.

El testigo se hospedaba en la última habitación, que está a la par del bosque, por lo que para llegar ahí tenía que pasar frente a las habitacion­es de Carla y la del guarda.

José Abraham creyó que la villa donde dormía el guarda o estaba en remodelaci­ón (porque tenía unos plásticos negros en las ventanas), o era la de alguna mascota, porque había unas tazas de comida para perro.

El testigo, de aproximada­mente 30 años, narró a los jueces que él estaba estudiando en

Argentina y cuando regresó se independiz­ó, por lo que alquiló un chalet en el hotel para vivir por un tiempo.

Escogió el lugar porque destacaba en Internet como un sitio bueno, bonito y barato. Pagó $1.600 (cerca de ¢900 mil) de depósito y mensualida­d, pero dice que por el crimen de Carla nunca le devolviero­n el depósito.

El testigo aseguró que sí vio a Carla y a la cuñada de ella en el hotel, pero nunca se acercó a ellas, inclusive dice que un día las vio hablando con el acusado.

Martínez relató que durante dos noches seguidas escuchó pasos entre las 9 p. m. y las 10 p. m. en el bosque, que está detrás del chalet donde él dormía.

“Yo siempre estaba trabajando a esa hora, pero no salía, sí me asusté (por los pasos) pero sabía que había seguridad. En las noches, afuera de las habitacion­es era muy oscuro, no se puede ver nada, hay que iluminar con el celular”, dijo Martínez, quien comentó que nunca recorrió la zona montañosa porque era de difícil acceso.

El 3 de diciembre del 2018, día que encontraro­n el cuerpo de Carla, el testigo llegó a las villas para comerse un pan con natilla y aguacate, pero no lo dejaron entrar porque le dijeron que una mujer había sido asesinada, por lo que más bien los agentes del OIJ lo interrogar­on para ver si sabía algo y ahí fue donde él les contó lo de los pasos y lo de las tenis.

Autopsia. Este miércoles también declaró la doctora Adriana Murillo, especialis­ta en medicina legal, quien hizo la autopsia al cuerpo de Carla.

Antes de que ella aclarara las dudas del tribunal, don Carlos Caicedo, papá de Carla, se retiró de la sala porque dijo que no era capaz de escuchar a la doctora por el dolor que le causaría.

Murillo relató que Carla estaba envuelta en un hule, solo tenía puesto el calzón y el cuerpo estaba tan sucio y lleno de barro y de hojas que tuvieron que lavarlo antes de practicarl­e la autopsia.

Los forenses no pudieron hacer muestras en el calzón para determinar si había fluidos específico­s por la cantidad de días que tenía de fallecida. Además, dice que el cuerpo estaba en tan avanzado estado de descomposi­ción que no pudieron identifica­r a Carla a simple vista.

Las fotografía­s del cuerpo de la venezolana no se vincularon al expediente, pero Murillo las llevó en una llave maya y así pudo mostrarle a los jueces y a los abogados las heridas que encontró. El cadáver tenía siete heridas de arma blanca, pero no identifica­ron el tipo de cuchillo usado.

La lesión mortal atravesó el cuello y la columna vertebral, tenía cuatro centímetro­s de ancho y 8,5 de profundida­d.

“El arma ingresa y corta la membrana que cubre el tallo cerebral, ese corte produce inestabili­dad medular, a veces esto es causa de muerte en un accidente de tránsito”, explicó la experta.

La doctora aseguró que encontraro­n nueve moretes en el cuerpo de la muchacha, hechos por un objeto romo (objeto sin punta), que puede ser desde una mesa, hasta un puñetazo o una patada.

El tribunal también solicitó la declaració­n de Valería Ávila, exagente del OIJ que llevó el caso, sin embargo, no se presentó a declarar por una aparente rinoplasti­a (cirugía de nariz).

Los jueces solicitaro­n que un médico le haga una valoración para determinar si la esperan o no para que declare.

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SILVIA COTO El sospechoso del asesinato pasó atento a la declaració­n del testigo.
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ALONSO TENORIO Don Carlos Caicedo, papá de Carla salió, de la sala antes de que la forense declarara.
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Una de las heridas en el cuello mató a la joven.
 ?? SILVIA COTO ?? Los abogados hicieron varias consultas al testigo sobre las tenis que observó. A la derecha Carlos Caicedo, papá de Carla.
SILVIA COTO Los abogados hicieron varias consultas al testigo sobre las tenis que observó. A la derecha Carlos Caicedo, papá de Carla.

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