Con hábitos higiénicos, como Dios manda, podemos vencer al invisible enemigo
no dejé de sentir un poco de susto cuando me informaron sobre la llegada del coronavirus. era difícil que el virus no apareciera en un mundo que es un pañuelo, como nunca antes en la historia. nuestras autoridades de salud ya habían advertido que el CoVid-19, como también se le conoce, iba a aparecer, lo que no se sabía era cuándo. al menos tenía la ilusión de que hubiera durado un poquito más en lllegar. sin embargo, ya está aquí, una tica que estuvo en italia y vive en Pococí, lo trajo. Ya montados en la burra, no queda más que amansarla. la máxima rigurosidad en las medidas higiénicas de cada uno es fundamental. el saludo sin dar la mano, el constante lavado de manos con agua y jabón (el gel ayuda, pero es insuficiente) y el estornudar y toser de forma responsable son vitales. la batalla contra estos invisibles y peligrosos invasores solo se gana si cada uno hace su parte, no hay espacio ni tiempo para las cochinadas.
Confío en nuestro sistema de salud, en nuestras autoridades en este campo, quienes trabajan con seriedad, la otra parte de la tarea queda en nosotros y en nuestros hogares. la amenaza es real. su tasa de mortalidad es del 3,4%, según los que saben, es decir, entre los infectados el mayor porcentaje sobrevive, sin embargo, el exceso de confianza y la irresponsabilidad no son buenas consejeras.
Con la pandemia de gripe H1n1, del 2009, gracias a dios salimos bien librados, esta ocasión no debe ser diferente.