La Teja

Desenterró calavera para regañarla

- Bryan Castillo bryan.castillo@lateja.cr

A finales del siglo XIX un desesperad­o papá desenterró la calavera de su hijo para reclamarle por el asesinato de una mujer y su posterior suicidio.

Se trata de don José Feo, un español oriundo de Valencia que vino al país por ahí de 1870. Con él llegó su esposa, Rosalía Gasol que años más tarde murió.

Don Pepe, como le decían al español, conoció a Josefa Pacheco, una mujer que tenía sangre indígena y con la que tuvo trece hijos.

Uno de ellos fue Josecito Feo, según cuenta doña Carmen Odio en su libro “Relatos de familia” y quien además es tataraniet­a de José Feo. Josecito era el preferido de su papá, pero también era el más tortero.

En el libro, la escritora relata que Josecito estuvo varias veces en la cárcel, pero salía gracias a la gran amistad que tenía su papá don José Feo con el general y presidente de la República, Tomás Guardia.

“Don Pepe era muy amigo y mano derecha del general Tomás Guardia, eso salvó a Josecito de la cárcel más de una vez. Al final la gente empezó a protestar sobre esto”, detalla en el libro.

La escritora cuenta que la última vez que Josecito cayó a la cárcel, el general Guardia no pudo hacer nada para sacarlo, pues ya era un delincuent­e muy conocido.

“El general le dijo a papá Feo: ‘Pepe lo siento, esta vez el muchacho tiene que ir a la cárcel, no te puedo ayudar’”, reseña la escritora.

Según doña Carmen, la desesperac­ión de Josecito por salir de la cárcel, que está en Limón, era tanta que se fugó y para hacerlo asesinó a un guarda que intentó detenerlo.

“Eso ya era tan serio que se desapareci­ó por mucho tiempo, nadie sabía dónde estaba, excepto su papá, probableme­nte”, agrega la escritora.

Todo esto le causó un inmenso dolor a su padre, don Pepe Feo, quien adoraba sobre todas las cosas a su “pequeño” tortero.

Tras un tiempo, el asesino regresó a la finca donde vivía su padre por la zona de Guápiles, su tata lo alcahueteó y le permitió que se escondiera ahí.

“Tenía una mujer y la pobre le tenía horror por su violencia y sus celos”, explica la escritora.

Al parecer, los malos tratos y las golpizas contra esta dama eran constantes y llegó el punto en que la mujer tomó valor y decidió escapar porque era cuestión de días para que Josecito la matara.

“Un día la mujer decidió dejarlo y se escapó, se subió al tren huyendo de él. Apenas (Josecito) se dio cuenta, cogió un caballo y se fue persiguien­do el tren”.

Trágico final. Josecito alcanzó el tren y poseído por la ira que lo caracteriz­aba entró como loco a los vagones buscando a su mujer, quien presuntame­nte se dirigía hacia San José.

“La encontró, la cogió del pelo, la bajó del tren y se tiró detrás de ella. Una vez abajo, sacó una pistola, le pegó un tiro y él se pegó otro”, relata doña Carmen.

Este acontecimi­ento impactó tanto a don Pepe Feo, que sus seres más cercanos aseguraron que nunca superó ese triste episodio.

“Años después, mandó a desenterra­r la calavera de su hijo que tenía el hueco del balazo. En las noches la sacaba, la ponía sobre el escritorio y le hablaba llorando, reclamándo­le: “pero hijo ¿qué hiciste? No valía la pena morir por esa mujer ¿por qué lo hiciste?”, añade el texto.

Calavera heredada. Don José Feo murió en 1930 y fue enterrado en el cementerio General, en San José.

Sin embargo, hay un detalle que muy pocos conocen y es que el cráneo de Josecito Feo, fue heredado.

La última persona que lo tuvo fue don Mario González Feo, quien ocupó el cargo de director de la Fábrica Nacional de Licores (FANAL) cuando estaba en San José.

Mario González, era nieto de don Pepe Feo y por consiguien­te, sobrino de Josecito. De acuerdo con doña Carmen, cuando su abuelo don Mario

Mi abuelo tuvo la calavera algún tiempo en el escritorio, claro, a mi abuela se le pararon las pestañas y dijo que eso no iba estar en la casa y hasta donde sé, se enterró en el cementerio General”.

Carmen Odio escritora

González se casó, su esposa, Carmen Alvarado, le puso un ultimátum para que se deshiciera rápidament­e de los huesos de Josecito.

“Mi abuelo tuvo la calavera algún tiempo en su casa y la tenía en el escritorio, claro, a mi abuela se le pararon las pestañas y dijo que eso no iba a estar en la casa y hasta donde sé, se enterró en el cementerio General en San José, en una fosa familiar en la que descansan otros miembros de la familia”, explicó doña Carmen.

“Mi abuela lo que decía era que por favor enterraran a ese muchacho para que descansa

ra”,

Familia de respeto. De acuerdo con doña Carmen, los Feo eran personas de respeto en aquellas épocas.

Don Pepe Feo era criador de caballos y tenía una finca en lo que hoy es el Colegio de Médicos y Cirujanos en Sabana Sur.

“Por lo que he recopilado, los Feo tenían un carácter fuerte, pero eran muy trabajador­es. Pepe Feo era un español que vino de Valencia y que rápidament­e se asentó en el país por su oficio de criador porque en aquel momento el caballo era el medio de transporte que todos usaban y lo buscaban a él”, añadió.

Respeto. Sobre Josecito, doña Carmen cree que el respeto se lo ganaba de otra forma.

“Creo que era pleitero y que no se dejaba de nadie y eso fue lo que lo llevó a su trágico final. Él no era un delincuent­e que robaba, me parece que sus problemas, por un asunto de la época, eran problemas de cantinas. Don Pepe lo quería mucho a pesar de ser una persona ruda. Lo quiso tanto que lo desenterró y eso es como una prueba de amor”, relató.

De acuerdo con Ronald Castro, investigad­or de la historia de Costa Rica, don Pepe Feo estuvo a punto de matar a José Joaquín Tinoco en 1914.

Tinoco era hermano de Federico Tinoco, quien entre 1917 y 1919 fue dictador en nuestro país.

El enojo de don Pepe Feo se originó porque José Joaquín le pidió su finca en La Sabana para pegarle un susto al abogado Manuel Argüello, quien, al parecer, lo había ofendido.

“Resulta que al final, Tinoco mató a Manuel (en un duelo), le pegó un tiro en medio de los ojos. Eso molestó a don Pepe que tiempo después, en un partido de polo en La Sabana, se topó a Tinoco y don Pepe sacó un pañuelo y le dijo ‘agarre una punta y yo la otra y a esa distancia nos vamos a enfrentar a duelo, Tinoco levantó polvo (salió corriendo) y no aceptó el reto’”, relató el historiado­r Castro, con lo que detalla el carácter de estos Feo.

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