Abrazar al Señor para abrazar la esperanza
Con estas palabras de fe y consuelo, el viernes 27 de marzo, el papa Francisco nos animaba a enfrentar este momento de crisis mundial.
Sin duda alguna, esta pandemia no solo nos ha tomado por sorpresa sino que nos ha recordado de manera contundente y dramática, ante una sociedad posmoderna que empuja a la humanidad a verse a sí misma como su propio principio y fin, que somos, en palabras del salmo 102, de un barro frágil. esta realidad toca nuestra consciencia profundamente y nos hace ver que somos criaturas y no el Creador, que no somos dueños de la vida, que solos no podemos salvarnos, que ni todo el dinero del mundo puede darnos lo que nos da la fe para afrontar este momento de tempestad y superarlo. en estas últimas semanas hemos sido testigos de un mal que ha azotado al mundo dejando a su paso miles de enfermos y fallecidos, que nos ha obligado a un aislamiento social inusual, el desempleo ha crecido de manera exorbitante… en fin, un panorama que parece desalentador y trágico.
Sin embargo, en medio de toda esta fragilidad e impotencia gran parte de la humanidad está aprendiendo a sacar lo mejor de sí. Parafraseando una bella oración, los enemigos han tenido que darse la mano y buscar la concordia, la solidaridad y el amor han ido venciendo las diferencias para dar paso al entendimiento y a la ayuda mutua.
Hemos aprendido a reconocer héroes verdaderos, muchas veces ignorados, no como los de ciencia ficción sino héroes de carne y hueso que están dando sus vidas por salvar a sus prójimos.
Sin duda alguna esta experiencia global nos está haciendo ver que no somos todopoderosos, que no podemos vivir en un ciego egoísmo.
“abracemos al Señor para abrazar la esperanza” sabiendo que Él tiene la última palabra: “en el mundo tendrán tribulaciones, pero ánimo, yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).