La Teja

CUARENTENA FAULEA A LOS GIACONE

- Sergio Alvarado sergio.alvarado@lateja.cr

La pandemia causada por el COVID-19 ha puesto en dificultad­es a todo el mundo y para cada familia las pruebas o las circunstan­cias han sido diferentes, tal como lo han vivido José Giacone y su hermano Diego, del cuerpo técnico del Herediano.

Para ambos, el no poder ir a visitar a sus papás, cuidarlos y darles un abrazo ha sido muy duro, pues ellos son adultos mayores, viven solos en Moravia, y su papá tiene Alzheimer, lo cual complica aún más la situación.

Además, los señores dependen mucho de sus hijos, por lo que para ellos tratar de que estén bien ha sido una tarea más dura que organizar el esquema táctico de un partido.

La situación se vuelve un poco más pesada cuando a don Antonio Luis, el papá y abuelito de la familia, hay que estarle explicando constantem­ente los motivos por los cuales sus hijos no pueden ir a visitarlo. Según Diego, debido a la enfermedad que padece, no tiene muy clara la situación que está ocurriendo.

“Mi papá me dice que extraña mucho a las nietas (las dos hijas de Diego y una de José), pero él no está del todo consciente, ya que se olvida de las cosas, de la situación que está viviendo el país, entonces a uno le reclama y nos pregunta: ‘¿Qué pasa que ya no nos vemos?’. Es ahí donde nos toca explicarle de nuevo las cosas.

“Mi viejo tiene principios de Alzheimer, entonces como se olvida de las cosas hay que repetirle, pero con mucha paciencia porque si le repites mucho luego hasta se puede ofender, así que hay que tener mucho tacto y explicarle que ya pronto todo va a pasar y ahí más o menos se calma un poquito”, comenta Diego.

Lo que viven los Giacone es una realidad que muchas familias en nuestro país deben enfrentar durante la cuarentena con sus adultos mayores.

Según datos de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social de setiembre del 2019, entre 27 mil y 36 personas mayores de 60 años padecen algún tipo de demencia en Costa Rica; principalm­ente Alzheimer (cerca de un 60% de todos los casos) y demencia vascular (20%).

“La realidad es que está siendo más duro para ellos que para nosotros, porque yo con una llamada o una videollama­da ya sé que están bien y listo, lo único que me hace falta es el abrazo de todos los días, el saludo, el beso, pero más allá de eso, a ellos no les falta nada en este momento”, explicó Diego reconforta­do.

Organizado­s. Ante la circunstan­cia que atraviesa el país, los hermanos se organizaro­n para no dejar nunca sin atender a sus papás, aunque no puedan visitarlos, así que les llevan comida o medicament­os casi todos los días, los cuales se los dejan en la puerta de la casa.

Ellos tienen muchos cuidados porque los señores son casos de alto riesgo por su edad. Doña

María de los Ángeles Garita, la mamá, tiene 83 años y Antonio Luis, 85 años.

“Yo vivo en San Pablo de Heredia y mi hermano en Moravia, por lo que si hay que ir a comprar un medicament­o o algo de comida siempre estamos ahí, como José vive más cerca se encarga de ir a hacerles algunas compras.

Él les deja las cosas en la puerta, se saludan por la ventana y listo. Por dicha hay videollama­das para estar atentos sobre cómo está todo. Ellos lo que necesitan es estar cerca de nosotros o de las nietas y ahora que de repente no tenemos contacto es muy difícil”, dijo Diego.

Las llamadas se volvieron cosa muy habitual, ya que conversan con ellos hasta tres veces al día, ya que si no llama Diego, lo hace su esposa Carla Paola o sus hijas, Paula y Valentina. Además, la familia de José también los pasa llamando.

“La salvada es que José vive como a 200 metros de la casa de ellos, así que cualquier cosita que necesiten, él está cerquita para atenderlos, yo en cambio estoy a quince o veinte minutos en carro”, indicó.

Además de la situación con sus padres, los hermanos hablan todos los días pensando en el trabajo con el Herediano y en espera de que el torneo se reanude, por lo que pasan viendo partidos, pasándose bolados y hasta buscando cursos en línea para entrenador­es.

Mientras esperan el momento del ansiado abrazo y de la reunión familiar, los hermanos Giacone no pierden de vista a sus padres, mostrando que además de ser unos éxitos entrenador­es, son mejores hijos.

Lo que me hace falta es el abrazo de todos los días, el saludo, el beso”.

Diego Giacone Asistente del Herediano

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unida.
CORTESÍA Antes de la pandemia, la familia Giacone pasaba muy unida.
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MAYELA LÓPEZ Los hermanos Diego y José Giacone son hijos ejemplares.
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