La Teja

UNA LABOR ENTRE BARRO Y MONTAÑAS

- Rocío Sandí rocio.sandi@lateja.cr

A los oficiales de la Policía de Fronteras les toca bailar con la más fea a la hora de hacer patrullaje­s. Les correspond­e vigilar lugares montañosos, cruzar ríos, atravesar pantanos y hasta hacer giras de varios días en las que tienen que enfrentars­e a la naturaleza al mejor estilo de las series de superviven­cia.

Aunque ahorita una de sus principale­s tareas es evitar que extranjero­s ilegales entren a nuestro país como medida de prevención contra el COVID-19, eso no los libera del otro montón de funciones que tienen.

Estos oficiales, además de blindar las fronteras norte y sur para decomisar mercadería ilegal, detener prófugos, detectar contraband­os e incautar droga, deben internarse días en la montaña y patrullar a pie lugares de difícil acceso para garantizar la soberanía nacional.

Rodrigo Prado Larios tiene ocho años de ser policía de Fronteras y dice que ellos reciben una capacitaci­ón especial para poder hacer frente a estas duras tareas.

“El curso básico policial es de nueve meses, pero los policías que trabajamos en esta unidad debemos continuar en capacitaci­ón cuatro meses más para especializ­arnos. Nos enseñan cartografí­a, lectura de mapas, patrullaje de montaña, tiro de precisión nocturno, nos dan formación acuática y capacitaci­ón de trabajos con cuerdas, entre otras cosas.

“Nos toca vigilar lugares como San Carlos, Peñas Blancas, Corcovado, isla Calero, Colorado, punta Burica, entre otros. La mayoría son calientes y húmedos, con terrenos complicado­s, lo que le exige a uno tener una excelente condición física”, dijo Prado, quien ahorita está destacado en Delta Costa Rica en la frontera norte.

Peligrosos. Prado dice que muchas veces los patrullaje­s que deben hacer son tan largos que tienen que internarse en la montaña durante días.

“Por lo general, las salidas más largas duran unos tres días, nos toca llevar un maletín con ropa, equipo y comida, además de las armas y el uniforme con el chaleco antibalas, todo eso pesa aproximada­mente 15 kilos. Tratamos de llevar el menor equipaje posible porque nos toca pasar ríos y suelos pantanosos, y entre más peso llevemos, más difícil es.

“Cuando hacemos esas misiones nos toca dormir en la montaña, ya cuando empieza a oscurecer buscamos un lugar, ojalá cerca de una fuente de agua y descansamo­s. Caminar en la noche es peligroso porque podemos ser atacados pon un animal o caer en un hueco”, explicó.

Una vez que encuentran un lugar apto para pasar la noche, los uniformado­s sacan las hamacas que llevan en sus bolsos y las amarran a los árboles.

“Nosotros llevamos raciones de comida de las que usan los soldados del ejército de Estados Unidos, las adquirimos por medio de la embajada de ese país. Por lo general tienen los granos básicos como arroz y frijoles y algo más como alguna carne.

“Vienen en paquetes sellados y tienen sustancias que reaccionan con el agua, no necesitan fuego ni nada más que agua para prepararse, por lo que no necesitamo­s fogatas”, contó.

En cuanto a la protección contra los insectos, el oficial dijo que los uniformes vienen con un repelente incorporad­o que aguanta unas 50 lavadas, ya después empieza a perder el efecto por lo que sí necesitan usar líquidos que alejen a los bichitos.

Una vez que amanece, los oficiales van a la fuente de agua para el aseo, se cambian la ropa y recargan el camel back (bolso con capacidad para tres litros de agua) y siguen su camino.

Trabajo único. José Coronado Cano, otro policía de Fronteras, dice que aunque el trabajo de ellos es peligroso y complicado, también les permite disfrutar de experienci­as únicas.

“Me ha tocado ver tigrillos, dantas y otros animales que muchos nunca logran ver en su vida porque no tiene acceso a los lugares que patrullamo­s.

“También es agradable ver que muchas veces las personas se alegran cuando lo ven a uno porque se sienten seguros. Hasta le ofrecen a uno agua porque saben que andamos bajo el sol, pero con todo esto del coronaviru­s tenemos que tener mucho cuidado”, comentó.

Coronado dice que la emergencia nacional que atraviesa el país lo ha marcado, ya que sabe que su trabajo es de riesgo.

“La primera vez que tuve que detener a una persona sospechosa de tener COVID-19 sentí un gran temor, no lo voy a negar, uno piensa en la familia y por eso trata de tener cuidado.

“Estamos viviendo momentos difíciles y a nosotros los policías nos toca estar lejos de nuestros seres queridos, por es importante que todos respeten las medidas sanitarias y que quienes pueden quedarse en casa lo hagan”, dijo el oficial.

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MSP Los oficiales de Fronteras se capacitan cuatro meses más que el resto.
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MSP Los policías también hacen trabajo de calle, decomisos y detencione­s.

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