Ahora sí está fea la cosa
La presencia de COVID-19 en las aguas residuales de Pavas y seis casos cuya forma de contagio se desconoce son las principales señales de que en ese distrito josefino puede haber contagio comunitario del virus.
Por eso el ministro de Salud, Daniel Salas, anunció ayer que lo ponían en alerta naranja, y de no mejorar la cosa pasarían a roja.
¿Qué sienten los paveños al vivir en estos momentos en esa parte de San José? Bueno, La Teja conversó con algunos y entre los principales sentimientos están el temor y la indignación.
Natalia Porras afirma que no le sorprendió el anuncio porque están en un lugar con alta inmigración. Piensa que se debió hacer lo que hicieron en La Carpio: aislar a las personas contagiadas en un albergue para evitar un contagio mayor.
“Acá hay muchos precarios y con los focos de infección era fácil la propagación. Ni Salud ni Migración se vieron visitándolos para ver si había casos. Además, los ticos se sienten inmortales, nadie usa la mascarilla mientras anda en la calle”, dijo.
Ella cree que también afecta la falta de cultura preventiva del tico y que siempre les echa la culpa a los demás y no asume su responsabilidad. Desde el principio de esta pandemia, Porras sospechó que el brote sería fuerte y ha aprendido a ver los “espejos” de otros países.
“Con la gran cantidad de casos que hay en Panamá y en Nicaragua nuestro país es un punto rojo. Debería ir tomando medidas más radicales, como las implementadas en Semana Santa”, insistió.
Por los papás. Otro que nos dio su opinión fue Gustavo Ortiz, quien dice que su principal miedo es que sus papás se contagien porque son personas con factores de riesgo.
“Mi mamá es diabética y mi papá hipertenso y si se contagian podrían tener complicaciones. Además, el transporte público es un peligro, viaja un montón de personas y ni los choferes usan mascarilla”, dijo.
Para Bryan Castillo el sentimiento es de temor, vergüenza e indignación.
“Temor porque cualquier persona nos podría contagiar.
Indignación porque pese a que nos hemos estado cuidando, unos cuantos que hacen desmadre nos están exponiendo a todos y vergüenza ajena por quedar expuestos como unos descuidados”.
A Jeimy García le asusta que aumenten tanto los casos que se establezca un toque de queda.
“Cuando he llamado a denunciar fiestas y actividades al número que habilitaron para ello, la policía no llega, entonces, ¿de qué sirve denunciar?”, se preguntó.
Trabajadores de fábricas instaladas en Pavas se sienten perjudicados, ya les avisaron que laborarán menos horas y, claro, el sueldo bajará.
Muchos asintomáticos pueden estar contagiando sin saberlo”.
Natalia Porras, Vecina de Pavas