“Sí a un albergue para alajueliteños”
Al alcalde de Alajuelita, Modesto Alpízar, no le gusta para nada la propuesta de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) de abrir un albergue en el cual se reciba a personas que han dado positivo por COVID-19 porque no hay garantía de que sea solo para alajueliteños.
Lo que más le preocupa al alcalde es que el cantón corra a abrir un albergue al que envíen personas de toda la Gran Área Metropolitana (GAM). El sitio mencionado es el nuevo colegio técnico profesional del cantón.
Alpízar solo deja abierta la posibilidad si ese albergue recibe únicamente a gente de Alajuelita que resulte contagiada. La situación con el coronavirus es compleja en la tierra del chinchiví, donde en días pasados 17 personas resultaron contagiadas después de una fiesta.
El sábado la Fuerza Pública intervino otra casa en Los Pinos donde 60 personas festejaban un quinceaños.
–¿Qué le solicitó la Comisión de Emergencias?
El 19 de junio la Comisión le pidió a la ministra de Educación, Giselle Cruz, el permiso para ubicar un albergue en el Colegio Técnico Profesional de Alajuelita (CTP) y atender a pa
cientes con COVID-19.
–¿A usted le parece negativo abrir ese albergue en Alajuelita?
Hay que revisar la historia para darle esa respuesta. Los gobiernos en el pasado han hecho lo que han querido con Alajuelita. Como un ejemplo le recuerdo el tema de las ochenta mil viviendas en los años ochenta (una promesa de la administración de Óscar Arias entre 1986 y 1990). Se suponía que eran 80 mil viviendas en toda Costa Rica y sobrepoblaron Alajuelita sin ningún orden. Eso ha pasado: nos llenan de problemas.
–¿Qué es lo que más chima de abrir ese albergue?
Le digo sí a un albergue exclusivo para alajueliteños positivos de COVID-19. Pero ya sé lo que se viene. Le voy a hacer una pregunta, ¿a dónde cree que irán a parar los positivos de coronavirus de la GAM si hay un contagio masivo? Le voy a responder de inmediato: estoy seguro de que nos van a llenar el albergue de los alajueliteños con gente de toda la GAM . Eso es lo que no quiero que pase.
–¿No tiene usted esa posición por un asunto político?
Aquí no hay tiempo ni espacio para la política, hablamos de hacer lo mejor para el cantón a corto y a mediano plazo. Yo protejo a mi gente, no tiene nada que ver con politiquería.
–¿Qué hacer si el gobierno habilita el CTP de Alajuelita como albergue?
Lo primero que creo es que van a respetar; segundo, debo velar por mi gente, si a la fuerza quieren abrir ese albergue, pues habrá manifestaciones del pueblo todos los días. No lo vamos a permitir (el albergue).
–¿No cree que el CTP es ideal por ser una estructura muy nueva?
Esa institución no es apta para un albergue, es cierto que está nueva (el ministerio de Educación la entregó este mes; se hizo con una inversión superior a los 3.500 millones de colones), pero es una obra hecha para otra cosa… Las puertas del CTP están cerradas para un albergue.
–¿Y si le prometen que solo alajueliteños estarán en ese albergue?
Así sí. Si es para mi gente hacemos el esfuerzo de ubicar un lugar para el albergue, para cuidar a los nuestros y evitar que el virus nos contagie más gente, nada más. Ya Alajuelita tiene muchos problemas para meterle nuevos.
Si se abre el albergue y meten gente de toda la GAM, ya me imagino, la gente no es disciplinada, después de unos días en cuarentena se van a querer escapar, entonces vamos a tener gente contagiada que anda por el cantón con COVID-19, o sea, más problemas.
–¿Cómo le está yendo en la guerra contra el COVID-19?
Es una guerra sin tregua, con batallas todos los días. Realizamos fuertes operativos coordinados con Fuerza Pública, el ministerio de Salud y la Policía Municipal.
–¿Qué le da más dolor de cabeza?
En estos últimos días las fiestas en casas, hacen muchas y con mucha gente. Utilizamos muchos recursos para pararlas. Algunos comercios no quieren ajustarse a las disposiciones de Salud y por eso ya hemos cerrado diez.
Otro gran problema han sido los locales que venden tiempos, la gente para comprar hasta hace fila y no respeta el distanciamiento social. Además, hay problemas con las licoreras, algunas no quieren cerrar a la hora de protocolo y en las afueras se les hacen aglomeraciones de personas que compran el licor y se quedan tomando ahí, convirtiéndose en foco de contagio.