La Teja

MILAGROS SON DE COLOR ESMERALDA

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

El rescate de tres emplumados milagritos llega a alegrar, aunque sea un poquito, un 2020 cargado de malas noticias.

Tres tucancitos esmeralda, que nacieron en un árbol en las zonas altas de Escazú a principios de abril y que se quedaron sin hogar, sobrevivie­ron y ahora están pura tejas gracias al esfuerzo de varias personas.

A cuatro días de nacidos, la casita donde estos tres tucancillo­s verdes, como también se les conoce, fue cortada, pero los vecinos que los dejaron sin hogar hicieron hasta lo imposible porque aquellos pichoncito­s sobrevivie­ran, ¡y lo hicieron!

Ellos no sabían que los trillizos estaban dentro de un hueco en el árbol hasta que los vieron en el suelo bastante sucios y golpeadito­s.

Fue así como los pichones verdes llegaron a las manos de una familia especialis­ta en darle amor a las aves, la gente del Refugio Animal de Costa Rica, ubicado en Santa Ana.

Lucha. Don Rodolfo Vargas Leitón, biólogo del refugio, fue el primero que recibió a los recién nacidos, aunque de inmediato se dio cuenta que el asunto estaba duro, por lo tiernitos que estaban los pichones, por eso no lo pensó dos veces y se los llevó

a una incubadora.

“Esta especie de tucán es de las más pequeñitas que hay en el mundo, por eso pensamos al principio que eran tucanes collarejos, porque son más comunes, sin embargo, conforme fueron emplumando los identifica­mos mejor”, dijo Vargas.

Según el experto, la época de reproducci­ón de estos emplumadit­os va de marzo a julio y cada tucancita pone entre tres y cuatro huevos, eso sí, no los pone al mismo tiempo, sino uno cada dos días.

Vargas asegura que los tres tucancitos son verdaderos guerreros.

“Es un verdadero milagro que se salvaran los tres, generalmen­te siempre pasa algo con alguno, en esta ocasión los chineamos mucho y eso fue fundamenta­l para el éxito. Los limpiamos y alimentamo­s cada dos horas todos los días.

“Sabíamos muy bien que los tucanes pichones son alimentado­s por sus papás con mucha proteína, les dan de comer insectos grandes y otras aves pequeñas como colibríes, además de huevos de otras especies. Fue así que les dimos una alimentaci­ón rica en proteína, e incorporam­os alimento de gato para enriquecer porciones”, explicó don Rodolfo.

Los tucanes verdes nacen ciegos y sin una sola pluma. Los dos papás los alimentan varias veces al día por entre 6 y 8 semanas, después, dejan el nido para siempre.

“Pasaron mes y medio en la incubadora y cuando comenzaron a dar sus primeros brinquitos e intentos de vuelo, los pasamos a un área más grande para que siguieran su proceso de aprendizaj­e del vuelo”, recuerda el biólogo.

Volverán al bosque. El objetivo del refugio es que los tucancitos vuelvan a la naturaleza, por eso han tratado de que no se acostumbre­n a depender de los humanos, para que el regreso a su hábitat natural sea exitoso.

Con tres meses de nacidos ya están totalmente emplumados y volando, sin embargo, de acuerdo al científico, todavía les falta como tres meses más para volver al bosque.

Para evitar cualquier tipo de apego con ellos ni siquiera les han puesto nombre.

“Hemos realizado un trabajo exitoso, eso sí, durante este tiempo de pandemia en verdad nos han tenido muy ocupados”, comentó.

Ya reabrieron. El refugio, ubicado en Alto las Palomas, en Pozos de Santa Ana, estuvo casi mes y medio cerrado por la pandemia, eso significa que no recibió un cinco para la alimentaci­ón y mantenimie­nto de todas las especies que tienen.

Sin embargo, hace poco abrieron en horario de 9 a. m. a 4:30 p. m., eso sí, siguiendo todos los protocolos higiénicos dados por el Ministerio de Salud. La entrada cuesta 4 mil colones para adultos y 2.500 para niños.

Es un paseo lindísimo en familia porque la diversión va acompañada de aprendizaj­e. Se pueden observar cocodrilos, perezosos, serpientes, monos, lapas y tucanes. Todas las especies que hay en el refugio sufrieron algún tipo de accidente o agresión humana, por eso no pueden ser regresados a la naturaleza.

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Desde que llegaron bien chamaquito­s les dieron mucho amor.
El biólogo Rodolfo Vargas sostiene una terciopelo de un metro y ochenta centímetro­s.
CORTESÍA CORTESÍA. CORTESÍA Estos son dos de los hermanillo­s que están puras tejas, el tercero mandó a decir que no le gustan las fotos. Desde que llegaron bien chamaquito­s les dieron mucho amor. El biólogo Rodolfo Vargas sostiene una terciopelo de un metro y ochenta centímetro­s.

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