280 mil piden ayuda a gritos al Estado
La pandemia fue la gota que derramó el vaso para el sector agrícola, que le pide ayuda a gritos al Estado.
Más de 280 mil productores, ganaderos, pescadores y granjeros han sufrido tragedias naturales y crisis económicas muy seguidas, por lo que el COVID-19 los dejó como un chiquito sin mamá.
Jeison Leitón, presidente de la Asociación de Agricultores Independientes de la zona norte de Cartago, que agrupa a 493 agricultores, explica que la precaria situación en la que está se debe, en gran parte, al abandono de distintos gobiernos.
“Cuando sufres la erupción de un volcán, pasa un huracán y hay épocas en las cuales, si no llueve no puedes producir, y hay que seguir trabajando porque hay una familia que mantener, planillas que pagar, cargas sociales, es complicado”, dijo Leitón.
El representante agrícola asegura aparte, muchos de los campesinos están con el agua hasta el cuello porque debieron solicitar préstamos personales, para vivienda, o de cualquier otro tipo, con interés muy altos, lejos de la realidad en la que viven y ganan los agricultores.
“Se debe entender que no es lo mismo vender camisas que vender lechugas. Si un agricultor no vende hoy su producto, mañana no sirve. Si hay un mes de atraso por alguna condición, no es que no se quiera pagar, es que no se puede”, manifestó.
Jeison dice que la pérdidas durante este periodo pandémico, son de unos 25 mil millones de colones, sumando todos los sectores mencionados anteriormente.
“Por ejemplo, con el cierre de hoteles y restaurantes el precio de los productos se vinieron al suelo y muchos se vieron obligados a botar gente. Ningún país quiere comprarle a Costa Rica cebolla, pero nosotros sí compramos arroz y frijoles porque nuestros costos son muy altos y la ganancia le queda a los intermediarios”, dijo.
Los agricultores idearon un plan con el poder Ejecutivo y los diputados que consiste en un proyecto de ley sobre un fideicomiso para productores, ajustado a las necesidades propias del sector y que se financiaría mediante la banca para el desarrollo, con 50 mil millones de donaciones, que saldrían de superávit de algunas instituciones.