La Teja

FAMILIA ES SU FORTALEZA

- Adrián Galeano Calvo adrian.galeano@lateja.cr

José Alberto Rojas Aguirre es un verdadero ejemplo de valentía, ya que ni siquiera un terrible accidente en el que perdió la mitad de su cuerpo le pudo quitar las ganas de vivir y salir adelante.

Sin embargo, Rojas y su familia están pasando por una situación económica muy complicada, ya que él era quien llevaba el sustento a su hogar trabajando como recolector de basura.

“Sobrevivim­os gracias a un diario pequeñito que nos regalan de la pastoral y con el salarito que me llega, que es como de unos ¢60 mil, que es lo que me ganaba por semana”, contó el joven de 29 años.

El accidente que cambió la vida de José ocurrió la mañana del 2 de mayo del 2019, en el centro de Zarcero, cuando él y varios de sus compañeros estaban trabajando.

“Recuerdo que fui corriendo hasta donde estaba el chofer para decirle que corriera el camión, me subí por el lado del acompañant­e, pero el vidrio estaba cerrado, entonces me agarré del retrovisor. Él no me vio y arrancó, entonces caí, di una vuelta y me metí debajo del camión”, recordó Rojas.

En ese momento la piña de las llantas traseras del chunchón le pasó por encima de la pelvis. Según el joven, las llantas quedaron como patinando encima de su cuerpo: “me arrolló el pie derecho sobre el izquierdo y me lo molió”, detalló.

José dijo que aún recuerda esos momentos de terror como si hubieran ocurrido ayer, pues sorprenden­temente nunca perdió la conscienci­a.

“Cuando abrí los ojos para ver si era cierto lo que estaba pasando pude tocar la llanta del camión y casi que la podía agarrar completa, pero no me podía enderezar”, añadió.

Rojas dijo que uno de sus compañeros llegó y lo abrazó para tratar de calmarlo, mientras el chofer trataba de quitarle el camión de encima, pero la maniobra empeoró la condición de José.

“Él lo sacó muy despacio, pero en eso la vena femoral se rompió y empecé a desangrarm­e”, recordó.

Como el accidente ocurrió a escasos 200 metros de la clínica de Zarcero, Rojas fue atendido en cuestión de pocos minutos, pero como estaba tan grave tuvieron que llevarlo al hospital de San Ramón, donde lo operaron para quitarle la pierna derecha. Luego fue llevado en helicópter­o al hospital México.

Complicado. La condición de José empeoró en pocos días, ya que su pierna izquierda infectó parte de la cadera, por lo que los médicos le dijeron que existía una operación que podría ayudarlo, pero que era demasiado riesgosa y si no la realizaba su vida también corría peligro.

“El doctor me dijo que había más de un ochenta por ciento de probabilid­ades de que no sobrevivie­ra a esa operación, así que llamé a mi papá y él me dijo que quería que yo siguiera viviendo, por lo que le dije al doctor que me quitara lo que tuviera que quitarme, porque yo tenía la fe de que iba a sobrevivir”, detalló. Gracias a la operación los médicos salvaron una parte de la cadera de Rojas, pero los daños que sufrió fueron tan graves que tuvieron que realizarle un colostomía (se saca un extremo del intestino grueso) para que pudiera defecar y ponerle una sonda para la orina.

El accidente fue un golpe muy duro para José, pues lo obligó a olvidar la vida que llevaba para iniciar una nueva llena de retos y dificultad­es.

“El cambio en mi vida fue bastante difícil porque pase de medir 1,80 metros a medir menos de un metro. Perder las piernas no me dolió tanto, lo más duro ha sido aprender, junto con mi esposa, a cómo acomodarme y bañarme, porque tengo que hacerlo en mi cama” , contó.

Actualment­e, José vive en la sala de la casa de sus suegros, donde le habilitaro­n una especie de habitación, pues la casita en la que él y su esposa, Marianela Alvarado, vivían no cumplía con las condicione­s que él necesita.

“Pusieron unas varillas con

cortinas y ahí en la sala me hicieron un cuartito, ahí es donde yo duermo, como y me baño”, añadió.

Otra de las cosas que Rojas más extraña es poder salir de la casa, especialme­nte para compartir tiempo con tres hijos, dos muchachos gemelos de 16 años y una jovencita de 14.

“El no salir es otra de las cosas más duras, porque llevo más de un año y un mes de estar acostado viendo para arriba, porque ni siquiera puedo darme vuelta, ya que perdí casi toda la cadera”.

Pese a los momentos difíciles por la condición en la que ahora vive, José siempre ha encontrado en su familia las fuerzas necesarias para no dejarse vencer.

“El apoyo de mis hijos ha sido muy importante, porque ellos no me han dejado botado y me siguen viendo como el papá de siempre. El apoyo de mis suegros es invaluable, siempre han estado para ayudarme, para hacerme sentir bien. Tener a mi papá y a mi esposa me da fuerza”.

Rojas dijo que por la situación en la que se encuentran cualquier ayuda será bien recibida, ya que su esposa también tuvo que dejar de trabajar para cuidarlo.

Lo que más necesita la familia son alimentos y productos de cuidado personal para José, como cremas, jabones de baño y toallitas húmedas.

“Ahorita lo que más me hace falta es un catre eléctrico para enderezarm­e, aunque sea un rato”, dijo este valiente.

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luchar.
CORTESÍA La esposa, suegros e hijos le dan a José la energía para luchar.
 ?? CORTESÍA ?? Rojas es un milagro viviente. De eso no hay duda.
Los tres hijos le dan amor incondicio­nal.
CORTESÍA Rojas es un milagro viviente. De eso no hay duda. Los tres hijos le dan amor incondicio­nal.
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CORTESÍA

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