“La gente le jala el rabo a la ternera”
El disparo en los casos de covid-19 ha dejado en evidencia que la gente no está muy acostumbrada a hacer caso.
Pese a que las autoridades de Salud le han casi que rogado a la población para que sea responsable, se mantenga en casa, evite las aglomeraciones, se lave las manos y use siempre siempre mascarilla cada vez que sale, la policía siempre recibe reportes de irresponsables que hacen fiestas o reuniones.
Además se ha visto a más de uno pasarle por encima a las cintas amarillas que las autoridades mantienen en parques y otros sitios públicos.
El sociólogo Arnoldo Mendoza dice que en gran parte la falta de obediencia de las personas se debe a la falta de límites que tuvieron cuando fueron niños.
“A la gente le cuesta mucho seguir instrucciones, se les olvida que para entrar el supermercado tenían que llevar cubrebocas, por ejemplo, o se les olvida cuál es la forma correcta de quitarse la mascarilla.
“Muchas de estas cosas se deben a la falta de límites que tuvieron en el hogar durante la infancia. Los papás en ocasiones levantan los castigos que le ponen a sus hijos ante la insistencia de ellos y se justifican diciendo que el mal comportamiento solo fue una travesura, pero no se dan cuenta de que
con eso le demuestran a los pequeños que no es necesario seguir las reglas.
“Cuando ellos crecen, repiten esas conductas y ven hasta dónde pueden llegar para obtener lo que quieren”, agregó.
Riesgo ampliado. El sociólogo agrega que este tipo de conductas no solo ponen en riesgo a las propias personas que desafían los límites, sino también a quienes los rodean.
“Esto ha existido siempre, lo que pasa es que ahora se pone más en evidencia porque nos afecta a todos, el que alguien no mantenga el distanciamiento social o no use protección puede tener consecuencias para sus familiares o vecinos, pero en general siempre hay personas que se creen tan cargas que prefieren cruzar la calle por debajo de un puente peatonal para ahorrar tiempo.
“Siempre se oye de choferes que manejan borrachos pensando en que nada les va a pasar, en fin, la gente siempre le jala el rabo a la ternera”, explicó Mendoza.
“Hay muchas personas que solo piensan en ellas, no analizan que sus acciones pueden afectar a sus familiares, vecinos o compañeros. No piensan en el bien de todos”, agregó.