Pandemia versus Jesucristo
Queridos hermanos en Cristo, les invito para que busquen el pasaje de san mateo 14, 22-33. Después de la multiplicación de panes, los discípulos obedecieron a Jesús y subieron a la barca para esperarlo en la otra orilla del mar de galilea. mientras se dirigían, sobrevinieron unos vientos fuertes que amenazaban la vida de los tripulantes. esta pandemia ha sido una verdadera tormenta: empresas cierran, muertos en vías públicas, hospitales saturados, personal médico exhausto, aumento de fallecidos, más familias con hambre, el desempleo se dispara, centros educativos cerrados y clases virtuales, la depresión se agudiza. los temores hacen estragos y se pueden mencionar cientos de situaciones. sin embargo, en medio de estos vientos huracanados, se oye una voz que nos dice: “tranquilícense y no teman. soy Yo”. Jesucristo pronunció estas palabras de aliento y esperanza en la madrugada. Él esperó. es decir, Dios tiene su tiempo. Y a veces, nos cuesta entenderlo porque queremos soluciones en el nuestro, que sea ya. muchos creyentes le estarán preguntando a Dios: ¿Qué es lo que tú quieres con todo esto?, ¿hasta cuándo vas a actuar?, ¿por qué no pones fin a todo este dolor? Jesús vuelve a repetir: “tranquilícense y no teman. soy Yo”. les comparto lo que un teólogo alemán dijo en una ocasión: “el cristiano del futuro será o un místico o no será cristiano” (Karl Rahner).
Después de la pandemia, vamos a ver quién queda en pie y quién perseveró. ojalá que terminemos diciendo como Pedro: “Verdaderamente tú eres el hijo de Dios”. mientras tanto, hagamos como dice el refrán: “a Dios rogando y con el mazo dando”. es decir, no exijamos que respeten nuestros derechos si primero no hemos cumplido con los deberes. en otras palabras, oremos y ayudémonos, oremos y apoyemos, oremos y ofrezcámonos como voluntarios, oremos y cuidémonos, oremos y perdonémonos, oremos y seamos solidarios, porque “en el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados en el amor” (san Juan de la Cruz).