Por fin juntos
Eran las 6:05 a.m, Bryan Ruiz se bajó de una camioneta Toyota Prado gris, cuando se estacionó el gerente de Alajuelense, Agustín Lleida, lo vio y fue a recibirlo hasta el parqueo del Centro de Alto Rendimiento (CAR).
“Bienvenido al primer día de colegio, hombre”, fue la frase con la que el español recibió al Capi, como si fuera el director que estaba esperando en la puerta a su alumno estrella, con todo y salveque.
“Estaba deseando que pasara la cuarentena rápido, tenía mucha emoción, ayer, como dijo Agustín, en serio parecía mi primer día en el kínder, tenía la ropa lista cuando me levanté a las 5:30 a.m, los tacos, el bulto, todo lo tenía ordenado, quería vivirlo como un momento lindo”, dijo Bryan sobre su primer día.
No había mucho tiempo que perder, sus compañeros ya estaban en el CAR esperándolo, algunos deseosos de conocerlo y otros de concretar un reencuentro con un viejo amigo. Cuando entró al edificio del CAR se topó un compañero que le pegó cuatro gritos y se echó una risota que se escuchó hasta las camerinos, era el panameño Adolfo Machado, el primer compañero que se topó en su anhelado regreso a casa.
La Teja sabe muy bien y con lujo de detalles cual fue el paso a paso de Bryan en “su primer día de colegio”, desde que llegó hasta que se marchó a su casa en la tarde en una manaña atareadísima.
Rafael Pacheco, fotoperiodista de Grupo Nación, documentó junto con Ricardo Sánchez, otro compañero del diario, cada actividad que realizó el alajueliteño de manera exclusiva, por lo que llegamos adonde ningún otro medio lo hizo.
Por un tema de privacidad en algunos sitios como el comedor o el camerino fue prohibido sacar fotos, pero nos dejaron estar ahí para palpar el recibimiento.
Después del efusivo saludo con el Pana, Ruiz subió a conocer a su nuevo entrenador, el argentino Andrés Carevic, quien estaba en su propio camerino con sus asistentes Geiner Segura y el mexicano Mario Acosta. Con quien habló un poco más ahí fue con Geiner.
De ahí le tocó pasar al camerino, se cambió de ropa, recogió algunos implementos y pasó con el doctor Alfredo Gómez,
quien le tomó la temperatura, le hicieron una pruebas, le tomaron medidas y ahora sí, listo para el desayuno.
Cuando Ruiz entró al comedor sus compañeros lo recibieron con una ola de aplaudos, acompañado de los gritos, “vamos, capi; bienvenido, capitán”, una entrada puro rockstar.
Pinto con huevos picados con jamón, queso sin freír, maduro, pan y un fresco de maracuyá fue el desayuno del capi, el cual compartió en la misma mesa con Álvaro Saborío, Junior Díaz y Adolfo Machado, a eso de las 6:30 a. m.
Hasta eso de las 7:15 a.m. el grupo se quedó hablando y ahora sí, había que levantarse para ir al que sería el primer entrenamiento del hombre.
A las 7:30 en punto arrancó y desde un inicio se notó que venía inyectado, entrenó de lleno con sus compañeros y no se guardó nada, ni siquiera en el popular monito que suelen jugar antes de los entrenamientos.
En la práctica también tiró algunos lujos, un remate de chilena, unos taquitos y una bola que paró de pecho y le dio de una vez, se nota que lo está disfrutando.
Luego llegó la mejenga, Leonel Moreira, Fernán Faerrón, Ian Lawrence, Ian Smith, Rashid Parkins, Dylan Flores, Giancarlo Castro y Jonathan Moya fueron sus primeros compañeros.
Al acabar el entrenamiento, a eso de las 9:30 a.m., mientras sus compañeros se iban al camerino, él se quedó casi 30 minutos hablando con Carevic en plena cancha. El tema ya es algo de ellos.
Después de bañarse y hablar otro rato con sus compañeros, Ruiz se preparó porque al mediodía sería su presentación presencial en el CAR, unos diez periodistas lo esperaban en la sala de prensa.
Ruiz recordó la primera vez que llegó a la Liga hace 17 años para entrenar en el equipo, una sensación que afirma fue similar a la vivida este martes.
“Pueden ser muy parecidas las dos veces de mi primer día en Alajuelense, solo que ahora llego en una posición diferente. En ese momento llegaba como un niño, prácticamente, como un joven que quería una oportunidad, que cumplió un sueño de tener la oportunidad de estar en el primer equipo con grandes figuras, con las que uno de cierta manera soñaba jugar y respetaba mucho”, relató.
Después de 45 minutos acabó la conferencia, pero todavía tocaban unas últimas fotos antes de poder finalmente irse a casa, luego de un día que difícilmente olvidará.