CHEPITO, ZEPOL Y LIDERAZGO
A finales de agosto hubo una marcha en la cual vimos aparecer al excanditato presidencial José Miguel Corrales. La actividad fue para hacerle ver al Gobierno que miles de personas la estaban pasando muy mal debido a los efectos de la pandemia y mostró síntomas terribles.
Hubo agresiones a la prensa, un delincuente fue grabado mientras lanzaba un explosivo debajo de una grúa del Tránsito y un grupo acorraló e insultó al director de Inteligencia y Seguridad, Eduardo Trejos Laly, a quien patearon.
Corrales, de 82 años, fue uno de los promotores de la actividad y cuando se le preguntó si andaba metido en eso por aspiraciones políticas respondió “yo a estas alturas lo que debo tener es un poco de Zepol en el cuello, un paño y acostarme”. Llevaba razón, lo malo es que no cumplió y hace unos días lo vimos como “líder” de una serie de protestas contra los impuestos que el Gobierno pretendía poner.
Luchar contra lo que se considera injusto es normal es una democracia, no lo es recurrir a violentar los derechos de los demás, al lanzamiento de bombas incendiarias, a la destrucción de busetas de la Fuerza Pública, a cobrar en los bloqueos para dejar pasar a la gente, a que se metan delincuentes y narcotraficantes como organizadores de barricadas.
Corrales salió el jueves a ofrecerle disculpas al pueblo de Costa Rica y dijo aceptar su cuota de responsabilidad en los desórdenes, que sin duda la tiene. Además dio el mal ejemplo de que se puede hacer mucho sin estar en un puesto público.