DIOSA EN DURA BATALLA
Es probable que la jaguar Amanaci no vuelva a andar libremente por el Pantanal brasileño, como hacía hasta que las llamas que azotaron ese humedal la dejaran con las patas chamuscadas, malherida.
Amanaci, que en lengua tupí-guaraní significa ‘Diosa de la lluvia’, ha mejorado, pero quizás nunca vuelva a su casa: las llamas le quemaron los tendones que le permiten sacar las garras.
“En libertad se va a ver muy perjudicada, no conseguirá trepar, no podrá cazar, no va a poder estirar las garras (...) La probabilidad de que se quede (en cautiverio) es bastante grande”, agrega Thiago Luczinski, veterinario de esta organización que tiene a 23 felinos rescatados.
La felina fue hallada hace casi dos meses refugiada en un gallinero de Poconé (estado de Mato Grosso, Brasil), adonde había llegado huyendo del fuego, y poco después fue trasladada al Instituto Nex, una organización de preservación de esos animales que está a 100 kilómetros de Brasilia, la capital, y a mil de su hábitat natural.
Desde entonces, convertida en un símbolo de la destrucción causada por los peores incendios registrados en el mayor humedal tropical del planeta, se recupera con un tratamiento de células madre que
--según los veterinarios-- ha acelerado mucho la cicatrización de sus patas, que tenían quemaduras de tercer grado.
“El caso de Amanaci fue muy impactante, las heridas eran horribles, estaba con los huesos expuestos”, explica Cristina Gianni, fundadora del Instituto Nex.
El domingo pasado, los veterinarios la sacaron sedada de su jaula y colocaron su robusto y musculoso cuerpo sobre una camilla. Le pusieron un antifaz y le sacaron el vendaje de las patas para limpiarle y curarle las heridas, todavía en carne viva.
“Empezamos a aplicarle células madre para estimular el crecimiento del tejido, de las células y de la piel para acelerar la cicatrización. Desde entonces está respondiendo muy bien al tratamiento, se alimenta muy bien, ganó peso y está bastante activa”, explica Luczinski.