La Teja

VERDURAS CAÍDAS DEL CIELO

- Karen Fernández karen.fernandez@lateja.cr

David Rojas, Roberto Cartín y Ruslam Swirgsde son tres amigos y pilotos que la pandemia bajó del cielo y ya con los pies en la tierra y después de asimilar la dura situación tuvieron que buscar cómo ganarse el arroz y los frijoles, ya que por el cierre de fronteras aéreas les suspendier­on sus contratos y aún no saben cuándo volverán a alzar vuelo. Estos tres compas tienen más de 20 años de amistad y en el caso de Roberto y Ruslam, que trabajan para Avianca, desde el 1 de abril están en casa esperando que el ritmo de viajes internacio­nales regresen a la normalidad.

Por su parte David, quien trabaja en una aerolínea china desde hace tres años, tiene más tiempo varado, pues como en el país asiático fue donde empezó todo, desde febrero no trabaja, hasta le costó conseguir vuelo de regreso a Tiquicia y tuvo que dar un vueltón por Emiratos Árabes y otros países para volver, luego de que Estados Unidos cerrara sus fronteras a China.

Por eso, en julio, tras ver que la cosa no pintaba a solucionar­se pronto, se pusieron a ver qué hacían y sin darle mucha mente decidieron entrarle a un negocio de venta y distribuci­ón de frutas y verduras.

La empresita la llamaron “Volando fresco”, una combi

nación de ambas labores y que resalta la frescura de sus productos.

“Nació una tarde de jueves (16 de julio) mientras hablábamos y el lunes 20 de julio hicimos la primera entrega. Le comentamos a nuestros familiares y todos dijimos que siempre se necesitan frutas y verduras en casa y además con la pandemia la gente prefería no salir y así empezamos”, contó David.

Las entregas las hacen en Chepe, Curri, San Pedro, Pinares, Lomas de Ayarco, Rohrmoser, Sabana, Guadalupe, Moravia, Heredia, Escazú, Santa Ana, Pavas, Sabanilla y Santa Ana.

Los tres iniciaron trabajando en Sansa entre 1998 y 1999 y un año después pasaron a Avianca. Son tan compas que viven en el mismo condominio, en Santa Ana, y sus esposas e hijos se llevan puras tejas.

Del cielo a la tierra. Los tres coincidier­on en que han aplicado las buenas prácticas de la aviación a su negocio y hasta hacen su “plan de vuelo” para ver cuáles son las rutas más eficientes para llegar a tiempo a los hogares de sus clientes.

También aplican la forma de acomodar las cajas en los carros y chequeos cruzados para que no se les olvide nada mientras salen a entregar personalme­nte.

En este nuevo trabajo también tienen que madrugar, antes para surcar los aires desde muy tempranito y ahora para ir a hacer las compras al Cenada.

Todos forman parte de una segunda generación de pilotos, Ruslam y David son hijos de pilotos y en el caso de Roberto su tío lo era.

Lo que sí es totalmente opuesto es que en el cielo no había presas y eso es algo que extrañan.

“Es bastante diferente, desde que hay que empezar a jalar cajas de frutas y verduras hasta estar repartiend­o en este caos vial que tenemos todos los días.

“Nosotros allá arriba no tenemos ningún problema, solo vamos tranquilos y relajados, en cambio acá... soy uno que no me gustaba manejar para nada, hemos tenido que aprender a tener paciencia y tolerancia. Uno ya desea volver a lo que uno le gusta”, explicó Ruslam.

En dos meses y medio, ya han hecho más de 700 entregas, unas 80 por semana.

El día a día les ha cambiado montones, pues antes volaban cuatro o cinco horas y se iban a descansar al hotel, con servicio a la habitación. Ahora terminan de repartir luego de 15 horas de trabajo y llegan a la casa a jugar con los chiquitos, ayudar con tareas, algo muy distinto, contó Ruslam.

China y el mundo. En el caso de David, trabaja en una aerolínea china que hace vuelos locales a Vietnam y Singapur, por eso bretea un mes allá y el siguiente está en Costa Rica.

“No creemos que mejore antes del próximo año, así que decidimos lanzarnos al agua, porque entre los tres tenemos ocho carajillos que alimentar”, explicó David.

En el caso de Roberto y Ruslam hacían vuelos desde Toronto, Canadá, hasta Suramérica y dormían 15 días al mes fuera de casa, por lo que sus familias se han acostumbra­do a ese tipo de horarios.

Cuando retomen su ritmo de trabajo normal esperan organizars­e para continuar adelante con Volando fresco, algo que les han preguntado sus clientes.

“Tenemos proveedore­s de distintas partes del país, personas que también la están pulseando. La idea es poder continuar y expandirno­s”, explicó Roberto afinando el plan de vuelo del negocio.

 ?? CORTESÍA ?? Los pilotos cambiaron el avión por un carro.
CORTESÍA Los pilotos cambiaron el avión por un carro.
 ?? CORTESÍA ?? Ruslam Swirgsde, David Rojas y Roberto Cartín tienen voladas ideas.
CORTESÍA Ruslam Swirgsde, David Rojas y Roberto Cartín tienen voladas ideas.

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