LE ACELERAN EL CORAZÓN
Gerardo Mora González es un apasionado por los motores y lo confirma con una espectacular colección de seis máquinas que lo tienen lleno de orgullo y le sacan las babas a cualquiera.
Se trata de tres carros clásicos, dos triciclos que no tienen permiso para circular en las carreteras del mundo y una legendaria motocicleta Honda Goldwing modelo 1984.
Esta nota es la primera de tres que les presentaremos con Gerardo, ya que por tanto “juguetico” es imposible dar detalles de todos en una sola entrega, sobre todo cuando son bellezas de colección como un Buick Skylark, un Ford Bronco y un Corvette C4.
Por eso, arrancaremos con el tercer carro de su colección, el Buick Skylark modelo 1964 que tiene un motor de 5 mil cc y su triciclo Honda 200X.
“Ese Buick es el más chineado de todos, el más caro y coleccionable hoy por hoy. En Costa Rica cuando mucho hay otros dos. Este mío está 100% original, el motor, la caja, los detalles, todo es de fábrica.
“Fue amor al instante, se lo compré a un amigo en Heredia que lo había anunciado, pero lo tenía en el taller entonces no sabía cómo era, cuando me mandó un video quedé enamorado, me fui con mis papás (doña
Nuria González y don Gerardo
Mora, quienes se encargaron de enamorarlo de los autos) y me lo traje, de una vez y sin pensarlo mucho”, cuenta el apasionado. Ya tenía dos convertibles, sin embargo, eran de dos espacios, por eso quería uno con campo para unas cuatro o cinco personas y así andar con los papás de arriba abajo porque los tres aman los clásicos.
El triciclo. A inicios de los noventas, el mundo empezó a hablar de cuadraciclos en Costa Rica, sin embargo, antes de que estos se hicieran famosos estuvieron los triciclos, pero estos fueron prohibidos a finales de los años ochenta porque pueden volcarse con facilidad.
“Mi pasión por los cuadras es turrialbeña. Mis abuelos tenían una propiedad en Turrialba que se llamaba Atirro y ahí veía desde chiquitico los triciclos, por eso para mí son nostálgicos y he ido comprando conforme me doy cuenta que hay en el país, de hecho, no hay muchos, si acaso 20, porque como son prohibidos desde hace muchos años nadie los fabrica y los que quedaron fueron, poco a poco, siendo destruidos o coleccionados”, explicó.
Ese triciclo se lo compró, de pura casualidad, al hijo del cónsul de Dinamarca en nuestro país.
“Estaba en perfecto estado. Estoy seguro que ese muchacho no tenía ni la menor idea de lo que estaba vendiendo, por eso lo compré en un superprecio, no sabía que son máquinas de colección y que Estados Unidos ahora arrancan en siete mil dólares”, reconoció Gerardo, quien tiene 34 años.
Esperen la próxima semana otras dos joyas de este coleccionista, quien muy amablemente nos dejó entrar en su mundo para conocer un poco de sus chineados.