DE TIQUICIA PA’L MUNDO
Amalia Chaverri chuceó a la UNESCO
Serie de la Teja para homenajear a los boyeros. nos encaminamos a la celebración del 15 aniversario desde que la Unesco declaró la tradición del boyeo como patrimonio intangible de la humanidad el 25 de noviembre.
El 25 de noviembre del 2005, antes de las 10 de la mañana, entró al ministerio de Cultura una llamada desde la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que está en París.
Atendió la viceministra de Cultura de entonces, doña Amalia Chaverri, a quien le dieron un notición: el boyeo y la carreta costarricenses entraban en la lista de las obras maestras del patrimonio oral e intangible de la humanidad.
Oral porque está en la palabra, en el habla de la gente; intangible porque no puede tocarse, pero sí palparse en la historia de un país.
Costa Rica les debe mucho a quienes al frente de una carreta llevaron café hasta los puertos para exportarlo, jalaron materiales, abrieron trochas para trazar luego carreteras.
Como bien dice doña Amalia: “todas las células del tico tienen una carreta”.
Le explotó el pecho de felicidad a doña Amalia con aquella noticia. Era el Gobierno de Abel Pacheco. Durante más de un año, doña Amalia había empujado la carreta, desde lo administrativo y lo político, en busca del honor de la Unesco para nuestro boyeo.
Después de la llamada, ella se puso en contacto con las tres “boyeras” que tiempo atrás se habían encargado de armar un amplísimo y profundo documento que explicaba todo (¡pero todo!) lo relacionado con nuestros boyeros y nuestras carretas.
Ese estudio fue el que Costa Rica había mandado a la Unesco pidiendo la declaratoria y con el cual le ganó a México, que luchaba duro para que su cocina, con el maíz como punta de lanza, recibiera el honor.
Ese trío de “boyeras” --porque trabajaron durísimo-- lo integraban Cecilia Dobles Trejos, la antropóloga social e historiadora Carmen Murillo Chaverri y la antro - póloga social y lingüista Giselle Chang Vargas.
“Lloramos juntas”. Doña Amalia recuerda que aquel 25 de noviembre les hizo una solicitud.
“Les dije que se vinieran voladas al ministerio y cuando llegaron nos abrazamos y lloramos juntas. Fue algo muy lindo porque ellas trabajaron demasiado duro preparando toda la documentación que nos pedía Unesco”, explica.
“Fue un triunfo país importantísimo. Registrar mundialmente el boyeo y la carreta nos permite garantizar que estas tradiciones costarricenses no se perderán en el tiempo, también permiten que el mundo las conozca a profundidad y así entienda mejor la esencia del ser costarricense”, nos explicó doña Amalia, con quien conversamos este martes.
Justo este 25 de noviembre se celebran 15 años de aquella declaratoria.
Hoy la exviceministra recuerda que la dejó impresionada cómo la Unesco pedía y pedía información relacionada con esa tradición que tanto identifica a Tiquicia.
“(Solicitaba) toda la historia del boyeo y la carreta, de los bueyes, de la forma artística como se pintan las carretas, de cómo el boyeo y la carreta han penetrado al país en su literatura, sus canciones, sus coplas, su pintura, su música. En fin, todas las células del tico tienen una carreta y eso se demostró, por lo cual se consolidó el reconocimiento mundial”, recordó con alegría.
El sonido inconfundible de las carretas seguirá resonando en nuestras calles mientras los boyeros mantendrán vivo su “¡jesa, jesa!”.