La Teja

QUINCE AÑOS SIN NAVIDAD

- Alejandra Portuguez Morales alejandra.portuguez@lateja.cr

La Navidad perdió la magia para la familia Bogantes Hernández desde hace 15 años, luego de que el hijo mayor desapareci­era sin dejar rastro.

Doña Marcia Hernández no pone arbolito de Navidad, tampoco lucecitas en su casa, pero en su corazón mantiene viva la luz de la esperanza de volver abrazar a su hijo, el médico Jorge William.

Esta valiente mamá dice que los días más difíciles en estos últimos 15 años inician el 1 de noviembre y se alargan hasta el 1 de febrero.

Son noventa días tristes porque Jorge Bogantes nació el martes 9 de noviembre de 1971 y en los últimos 15 años no le han podido celebrar.

Mientras que diciembre es la época de unión familiar, en la que más extrañan a su hijo; y enero es el mes que escucharon por última vez la voz de Jorge, la tarde del miércoles 19 de enero del 2005.

Jorge fue visto por última vez la mañana del jueves 20 de enero, tenía 33 años. Atendió a sus pacientes en un consultori­o privado que tenía en calle Blancos, Goicoechea.

Supuestame­nte, Bogantes estuvo hasta la 1:50 p. m. en su casa con su esposa, con quien estaba en proceso de divorcio; al parecer él dijo que daría un paseo y después iría al consultori­o, pues tenía otros pacientes, pero nunca llegó y no se volvió a saber de él.

Los papás del médico se enteraron de la desaparici­ón hasta al día siguiente, a las 10 a.m. por medio de los compañeros cruzrojist­as.

Bogantes, quien era médico en el hospital San Rafael de Alajuela, vivía en Montelimar de Goicoechea.

Como el joven doctor acostumbra­ba pasear, lo buscaron por todo lado, junto con la Unidad Canina del OIJ, comenzaron desde la finca El Rodeo, en Ciudad Colón; luego en el Zurquí y así en muchos rincones.

“Si le dijera el montón de playas que conocí y lugares remotos buscando a mi hijo, pegábamos volantes, pero nunca recibimos una informació­n con certeza”, expresó doña Marcia.

Doña Marcia y don William, él papá de Jorge, también hicieron trillo en el Complejo de Ciencias Forenses reconocien­do cuerpos.

“Mi esposo era el que entraaba y yo me quedaba en el caarro, desde que él se bajaba yo o comenzaba a vomitar, luego o él regresaba y con señas me e decía ‘no es’.

“Una vez también dijeron n que había un muchacho internado y buscaban a la familia, las caracterís­ticas coincidían con las de Jorge, fuimos pero tampoco era, no se imagina todas las que nosotros hemos pasado...”, recordó la señora.

Mamá le escribe cartas. Doña Marcia siempre ha sospechado que a su hijo le hicieron daño porque tenía un gran futuro, incluso el año que desapareci­ó estaba por presentar unas pruebas de grado que le darían otra especialid­ad.

“Nuestro hijo es muy responsabl­e, nunca desaparece­ría así, sin avisar a nadie. Él jamás iba atentar contra su vida, ¿dígame quién se ha matado y esconde su propio cuerpo? Ya hubiese apare

Me siento en el corredor a esperar que un carro llegue y que sea él quien se baje”.

Marcia Hernández mamá del doctor Jorge Bogantes

cido; sin embargo, para su desaparici­ón hubo personas involucrad­as”, asegura doña Marcia.

En el 2005, durante una búsqueda, la mamá recuerda lo que le dijo una sicóloga y es lo que ahora le da paz.

“Me dijo, hay cincuenta por ciento de posibilida­des de que él este vivo y cincuenta por ciento que esté muerto, conforme avance la investigac­ión la balanza se va a inclinar y nos daremos cuenta.

“Pero la balanza nunca nu se inclinó, no han ha podido resolver el caso; en un principio cip me agarré del cincuenta cin por ciento que qu estuviera muerto, pero no tengo ningún cuerpo que me lo pueda pue confirmar; por lo que q decidí agarrarme del cincuenta por ciento cien que está vivo y empecé emp a ponerme en sintonía sinto con la vida, porque porq estaba perdida, eso es es lo que me ha dado paz este tiempo”.

Desde Des que hizo esa reflexión reflex decidió escribirle cartas a su hijo contándole contán todo lo que han vivido v y luego las quema; quema también le habla como si él estuviera en casa, es la forma de sentirlo cerca.

“Muchas personas, que ven que yo tengo esa esperanza, me han dicho ‘entonces, ¿por qué no la llama si está vivo?’; pero hago oídos sordos y hablo con él cómo cuando él venía a la casa y conversába­mos, también le comencé a escribir al año de desapareci­do, ya he gastado muchos lapiceros”.

Ruegan para saber. Doña Marcia les pide a las personas que saben qué pasó que digan dónde está.

“Solo les pido que tengan compasión de unos padres que esperan por su hijo, saber qué le ha pasado y cerrar con casi dieciséis años sin saber de él”.

Si usted tiene informació­n que pueda ayudar llame a la línea confidenci­al 800 8000 645 del OIJ. Cualquier pista reactivarí­a la investigac­ión.

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FOTO: FRANCISCO BARRANTES Un suéter que era del médico es parte de los tesoros que guardan los papás.
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ARCHIVO GN Cuando el doctor desapareci­ó estaba en proceso de divorcio. Le sonreía a la vida.

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