Terror blanco con mano divina
PARAMILITARES COLOMBIANOS CAYERON EN HISTÓRICO OPERATIVO DEL OIJ Y FBI
Uno de los casos más importantes en la historia del OIJ fue la captura de dos peligrosos paramilitar es colombianos. Los suramericanos llegaron engañados a Tiquicia con el objetivo de comprar un millonario cargamento de ar mas de guerra rusas, las cuales nunca existieron. Esta operación, digna de una película, concluyó con final feliz en noviembre del 2002.
Quienes se fueron de pollos, pese a toda su f ormación militar, fueron Elkin Alberto Arroyave Ruiz, conocido como el comandante Napo, y Edgar Fernando Blanco Puerta, alias comandante Emilio, quienes f ormaban parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Fueron capturados el 5 de noviembre del 2002, en el parqueo del hotel Marriott, en San Antonio de Belén, Heredia, en uno de los operativos más v olados del OIJ en el que participó la Oficina Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés).
Junto a ellos también fue detenido el colombiano Carlos Alí Romero Varela, quien participó como intermediario en la “negociación” por las armas, que se trataba de un perfecto montaje hec ho por un a gente encubier to del FBI.
Las capturas formaron parte de una operación internacional denominada “Terror Blanco”, en la cual el OIJ protagonizó un importante papel.
Para tener una idea de lo grave del asunto, hay que recordar que las Autodefensas Unidas de Colombia fue una organización terrorista, narcotraficante, de extrema derecha que participó en el conflicto armado en Colombia de 1997 hasta el 2006, al enfrentar a grupos de militares de izquierda, también sumamente sanguinarios , como las FARC y el ELN.
Por tratarse de personas tan pelig rosas, la Policía Judicial tuvo que realizar un operativo muy detallado y casi perfecto, afortunadamente ese día la suerte estuvo de su lado.
Minor Araya, exjefe del Servicio Policial de Inter - vención Inmedia ta (SPII), que en el 2009 pasó a ser el Servicio Especial de R espuesta Táctica (SERT), fue uno de los agentes que estuvo frente a los militares.
“Recuerdo cuando me dijeron que este era un trabajo en el que no podíamos fallar. Imagínese la presión, porque era un hotel de lujo y lleno de personas, cualquier cosa que pasara ahí le iba a dar la vuelta al mundo”, detalló Araya.
Escenario complicado. Araya tiene muy fresco cuando lo llamaron desde la Dirección General del OIJ para informarle sobr e la arriesgada operación.
“Cuando nos dijer on que el FBI y la DEA estaban detrás de estos tipos , nos dimos cuenta de que eran ganado bravo, el asunto iba a estar complicado, porque el ser paramilitares los hacía sumamente peligrosos”.
La preocupación de Araya estaba más que justificada, pues trascendió que tanto el comandante Napo como el comandante Emilio eran expertos en ar mas, equipo militar y entrenamiento de reclutas.
Como si el perfil de los militares no fuera suficiente, los agentes se topar on con otra situación que complicaba aún más el escenario.
“Medijer on que ha bía otro factor de alto riesgo en este caso y era que las capturas debían realizarse en ese f amoso hotel en horas del día.
“En trabajos así existe posibilidad de que haya intercambio de disparos, por eso se trata de acomodar todo para la madrugada, cuando hay menos g ente en la calle y el objeti vo está menos dispuesto a pelear, pero en este caso no fue así”, detalló Araya.
La idea de detener a los colombianos en el parqueo del hotel fue de las autoridades gringas, pues el a gente encubierto, conocido como Alex, había quedado de verse con los militar es en ese lugar para luego llevarlos a dar una vuelta para que conocieran un poco el país. Pensar como el enemigo. Para diseñar el operativo de captura, Ara ya tuvo que ponerse en los zapatos del enemigo, pues sabía que no se trataba de delincuentes comunes sino de
hom hombres con alta preparación y que posiblemente podrían contar con escoltas o algún plan para contrar restar una emboscada.
“El operativo tenía dos vertientes: una era detener a los sospechosos de for ma que no pudieran reaccionar o subirse a un vehículo.
“Lo segundo era proteger todo el perímetro del parqueo, esto ante la posibilidad de que pudiera haber gente que fuera guardaespaldas o que tra bajara de f or ma táctica militar con los sospechosos”, explicó.
Araya sabía que la operación tenía que ser pr ecisa y rápida, pues existía el riesgo de que los “comandantes” los atacaran con algún tipo de rifle de asalto o incluso con una granada de fragmentación.
Se le salieron los ojos. El día del opera tivo más de cinco carros del OIJ se estacionaron alrededor del par - queo, Araya y cinco de sus agentes se quedar on dentro de una microbús blanca a la espera de los extranjeros.
Cuando Araya vio a los tres colombianos salir del hotel el corazón se le aceleró, pues en ese momento ocurrió algo que ni él mismo esperaba. Fue el golpe de suerte.
“Ellos venían directo a la microbús, entonces y o decía ‘Dios mío, vienen hacia no - sotros, ¿por qué vienen hacia acá?’, fue como algo sacado de una película, pues era perfecto para el plan.
“Cuando di la orden ellos estaban como a cua tro metros, entonces abrimos la compuerta y nos bajamos , recuerdo que uno de ellos pegó un grito y al otro se le salieron los ojos del susto, mientras veían las seis ar a mas que q los esta ban apuntando”, apuntando” o”, detalló. detatalló.
Araya está estátá seguro segeguro que q en ese operativo contaron con c ayuda divina, pues aún le parece increíble como los colombianos se acercaron tanto a la microbús. Subestimaron Costa Rica. En aquél momento llamó mucho la atención que sujetos con tanta preparación militar y que llegaron al país a realizar un ne gocio ile gal tan importante no contaran ni con un solo escolta, per o Araya tiene una explicación.
“Hay algo que a prendí, casualmente de ellos , y es que nosotros como autoridades costarricenses tuvimos cierta ventaja, pues nos subestimaron, porque para ellos un país sin fuerzas armadas tiene una autoridad muy v aga y poco preparada.
“Pensaron que andaban de paseo, pero ese día se dier on cuenta que desde el criterio de investigación y táctica había gente muy preparada en nuestro país”, contó.
Araya r ecuerda este caso con mucho cariño, pues fue una de las operaciones más brillantes del ya desaparecido SPII, al punto de que actualmente en las páginas web del FBI y de la DEA se encuentran documentos que destacan la operación y la captura de los colombianos.
Lista al Niño.
Luego dela captura de los tres extranjeros, quienes fueron enviados a Estados Unidos en el
2004, se revelaron más detalles de la operación “Terror Blanco” y de cómo estos se fueronresbaladiticos en la trampa del FBI.
La investigación inició en setiembre del 2001, 2001 cuando cuando un hombre identificado como Uwe Jensen, quien también fue detenido en el operativo internacional, contactó a agentes encubiertos del FBI, que supuestamente tenían contactos en Europa del Este y lo ayudarían a comprar armas para la AUC.
“Jensen y su socio , Carlos Ali Romero Varela, comenzaron negociaciones en Houston con nuestra fuente para comprar ar mas del Pacto de Varsovia por $25 millones pagados con cocaína. Romero Varela envió un catálogo de armas en un CD a los líder es de las AUC en Colombia”, informó el FBI en un documento.
Al ver las fotos de las armas de guerra, los comandantes Napo yE mil io quedaron como locos, e hicieron una lista como si le estuvieran pidiendo al Niño.
Según el FBI, los paramilitares querían comprar misiles antiaéreos, 9 mil rifles de asalto, incluidos AK-47; metralletas y rifles de francotirador; lanzagranadas propulsadas por cohetes y cerca de 300 mil granadas y 300 pistolas. Montaje. Para que la nenegg ocia ciónpareciera real, relFBI realizó varias va reuniones para endulzar a los paramilitares, param en Londres, Lond Panamá y Saint Sain Croix, en Islas Vírgenes Vírg del Caribe.
“El “E Departamento de d Defensa nos prestó las ar mas y las entregó ó a St. St Cr C oix, i dond de nuestros agentes hicieron arreglos para que una exper - ta de ellos revisara las mercancías.
“El tra to esta ba sellado . Fue una operación pelig rosa que puso en riesgo la vida de nuestros agentes, particularmente con cámaras de video grabando en secreto la acción y el diálogo”, dicen los archivos del FBI.
La reunión final para pactar los últimos detalles del inter - cambio de la cocaína por el armamento se realizó en Costa Rica, donde los colombianos fueron detenidos.
En junio del 2007, un jue z sentenció a Arroyave Ruiz a 15 años de prisión en una cárcel federal, mientras que Blanco fue condenado a cadena perpetua por conspirar con la intención de distribuir cocaína para apoyar acti vidades terroristas.
Cuando nos dijeron que el FBI y la DEA estaban detrás de estos tipos, nos dimos cuenta de que eran ganado bravo”. Minor Araya Exjefe de SPII