¡A poner orden!
Barack Obama, quien lo escogió como su vicepresidente, lo llama “un león en la historia estadounidense”.
Se le criticó por ser demasiado arraigado a Washington, demasiado opuesto a hacer campaña durante la pandemia y demasiado mayor, pero Joe Biden superó a los incrédulos y será hoy el 46° presidente de Estados Unidos, con una buena cantidad de retos al frente.
En lo inmediato deberá tranquilizar a una nación tensa después de la salida de la Casa Blanca de Donald Trump con un segundo juicio político pendiente, ahora por el asalto de varios de sus seguidores al Congreso, que dejó cinco muertos.
Pero el nuevo presidente no podrá centrarse en sanar las heridas políticas. Tendrá que liderar la lucha contra una pandemia feroz, reparar una economía que se hunde y unir a una ciudadanía dividida.
Los demócratas esperaban que la victoria de Biden en noviembre permitiera pasar la página de la divisiva presidencia de Trump, quien no reconoció su derrota y, con la ayuda de sus más fervientes partidarios, lanzó acusaciones infundadas sobre un supuesto fraude electoral que culminaron el 6 de enero en la toma del Capitolio, el templo de la democracia estadounidense.
Biden ha estado reiterando el mensaje que dio poco después de las elecciones: la ayuda está en camino.
“La crisis de profundo dolor humano salta a la vista”, dijo desde Wilmington, Delaware. “Tenemos que actuar y tenemos que hacerlo ahora”.
Pero, ¿puede el hombre que se ha presentado como sanador cumplir sus objetivos en un país donde la ideología de Trump da pocas señales de apagarse?
Rara vez dos candidatos presidenciales fueron tan distintos como en la campaña de 2020, que enfrentó a Biden, exvicepresidente y exsenador, con el multimillonario Trump.
Mientras que Trump apenas movió un dedo para liderar la lucha contra la pandemia luego de las elecciones, Biden prometió un “nuevo capítulo” para la nación.
Ya anunció un plan de rescate de 1,9 billones de dólares para
impulsar la primera economía mundial y luchar contra el coronavirus, que incluirá la inyección de 100 millones dosis de vacunas en sus primeros 100 días en el cargo.
Pero el inicio de su mandato se verá probablemente eclipsado por el juicio político de Trump.
De mil batallas. Tras competir por la Casa Blanca en 1987 y 2008, “Joe, el de clase media” buscó una tercera oportunidad, convencido de que podía restaurar el “alma” de Estados Unidos.
Y a pesar de una campaña llevada a cabo principalmente desde su casa por la pandemia, mientras su rival hacía actos multitudinarios por todo el país, logró desbancar a Trump.
Cuando sea juramentado, Biden, de 78 años, será el jefe de Estado estadounidense de mayor edad en la historia del país.
Biden llegó a la arena política nacional con solo 29 años, tras una sorpresiva victoria como
Cada mañana me levanto (...) y me pregunto: ¿Estaría orgulloso de mí? (su hijo fallecido)”.
Joe Biden Pdte. electo ee.uu.
candidato a senador por Delaware en 1972. Un mes después, la tragedia lo golpeó: su esposa Neilia y su hija de un año Naomi murieron en un accidente de tráfico mientras estaban de compras navideñas.
Los dos hijos de Biden resultaron gravemente heridos, pero sobrevivieron, aunque en 2015, el mayor, Beau, murió de cáncer.
Estas pérdidas forjaron la amabilidad que transmite Biden cuando interactúa con la gente, una cualidad que Trump nunca mostró, ni siquiera ante la pandemia, que ha dejado cerca de 400.000 muertos en Estados Unidos.
Las habilidades políticas de Biden en el mano a mano son incomparables: puede encantar a estudiantes universitarios, compadecerse de los desempleados y hacer una crítica feroz de sus rivales.
Su personalidad afable y sociable se vio restringida por el covid-19, que en marzo lo obligó a quedarse en casa.
Aunque ya no tiene el dinamismo de cuando era vicepresidente de Barack Obama, Biden mantiene su sonrisa deslumbrante. Su andar sin embargo es más delicado y su cabello escasea.
Sus opositores, e incluso algunos demócratas, se preguntaban si Biden, hablantín y propenso a cometer errores, tropezaría en su larga campaña contra Trump. El presidente de 74 años lo llamaba regularmente “Joe el dormido” y llegó a decir que tenía sus capacidades mentales disminuidas.
Pero Biden se encogía de hombros ante los ataques, y en setiembre, en un arranque de frustración por las incesantes interrupciones de Trump durante su primer debate, llegó a pedirle que se callara.
Un puente. Biden comenzó su carrera en el Congreso de los senadores más jóvenes de la historia norteamericana. Pasó más de tres décadas en la Cámara Alta antes de ser la mano derecha de Obama de 2009 a 2017.
El mensaje de Biden durante la campaña se basó en su asociación con el todavía popular primer presidente negro de Estados Unidos, y en su capacidad para negociar con muchos líderes mundiales.
S u propuesta de política moderada en un momento de gran división fue un alivio para un electorado agotado de los escándalos y el caos en la Casa Blanca de Trump.
Cuando asuma, muchos se preguntarán posiblemente si el anciano estadista irá más allá de un segundo mandato.
“Me veo como un puente, no como otra cosa”, dijo Biden en marzo en una actividad electoral en Detroit, Michigan, junto a otros líderes demócratas, incluida la senadora Kamala Harris, de 56 años, vicepresidenta electa.
Remontada histórica. Algunos lo consideraban demasiado viejo o demasiado centrista. Y, a pesar de ser el favorito de los demócratas, la campaña de Biden parecía encaminarse al desastre a principios de este año, tras decepcionantes derrotas en las primarias demócratas ante Bernie Sanders.
Pero Biden, a quien Obama llamó un “león de la historia estadounidense”, regresó rugiendo en las elecciones internas en Carolina del Sur gracias al apoyo abrumador de los votantes negros, una base crucial para todo demócrata.
Lograr la nominación como candidato marcó un fuerte contraste con su retirada en 1988, cuando renunció en medio de acusaciones de plagio de un discurso del político británico Neil Kinnock.
En 2008 no le fue mejor, y abandonó la batalla después de reunir menos del 1% de los votos en las asambleas de votantes de Iowa.
Ese año finalmente fue elegido compañero de fórmula por Obam a , quien le asignó supervisar la recuperación económica durante la Gran Recesión.
Como senador, fue cuestionado por asociarse con conocidos segregacionistas y oponerse a las políticas de transporte de la década de 1970 para que niños negros asistieran a escuelas de mayoría blanca.
También fue criticado por ayudar a redactar una ley contra el crimen en 1994 que, según muchos demócratas, aumentó los encarcelamientos y afectó muchísimo a los afroestadounidenses. Biden recientemente calificó esto como un “error”.
En la mira de Trump. Biden comparte los conmovedores detalles de su historia familiar con tanta frecuencia que se han convertido en parte de una marca política.
El accidente de 1972 dejó a sus hijos Beau, de cuatro años, y Hunter, de dos, gravemente heridos. Biden conoció a su segunda esposa, la profesora Jill Jacobs, en 1975, y se casaron dos años después. Tienen una hija, Ashley.
Sus hijos se recuperaron de sus heridas y Beau siguió a su padre en la política, convirtiéndose en fiscal general de Delaware, pero la estrella demócrata en ascenso murió por un tumor cerebral en 2015 a los 46 años.
El abogado Hunter Biden tuvo una trayectoria diferente. Recibió un salario alto como miembro de la junta directiva de una compañía de gas ucraniana acusada de corrupción mientras su padre era vicepresidente.
La presión de Trump para que Ucrania investigara a los Biden llevó a juicio político al presidente por parte de la Cámara de Representantes de mayoría demócrata, pero terminó absuelto por el Senado, liderado por los republicanos.
Hunter no fue acusado de ningún cargo, pero Trump siguió sacando el tema en la campaña, asegurando que los Biden eran una “familia criminal” que se enriquecía con la corrupción.
Esas acusaciones no afectaron a unos votantes más preocupados por otros asuntos, como la pandemia y la crisis económica.
Convivir con el dolor. Biden suele destacar el respaldo de su esposa Jill, de 69 años, la mujer que “volvió a unir” a su familia.
Pero dijo que convive con el dolor tras la muerte de Beau. “Nunca desaparece”, aseguró. Esta pérdida lo hizo descartar una candidatura presidencial en 2016.
Incluso hoy, a menudo se detiene para saludar a los bomberos, recordando que fueron ellos quienes salvaron a sus hijos cuando ocurrió el accidente.
También lo salvaron a él. En 1988, los bomberos lo llevaron de urgencia al hospital después de que sufriera un aneurisma. Biden estaba tan grave que llamaron a un sacerdote para darle los últimos ritos.
Casi todos los domingos, Biden, católico practicante, acude a misa en St. Joseph on the Brandywine, una histórica iglesia en su acomodado vecindario de Wilmington.
Allí, en el cementerio, descansan sus padres, su primera esposa y su hija, y su hijo Beau, bajo una lápida decorada con pequeñas banderas estadounidenses.