La Teja

Defendió goles y ahora derechos

MAGISTRADA NANCY HERNÁNDEZ

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

La mejor portera que tuvieron las mejengas del barrio Holanda (Sabana Sur) a finales de los años sesentas y principios de los setentas, voló tan alto que llegó a ser magistrada de la Sala Constituci­onal.

Doña Nancy Hernández López, candidata del Gobierno para jueza de la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH), anduvo en aquellos tiempos más metida en el deporte que pensando en ser abogada.

La magistrada, amante del café, del gallo pinto, de la olla de carne y de los plátanos maduros con queso, conversó con La Teja para que conocer más de esta candidata, desde el 27 de enero pasado, al elevado puesto de la CIDH.

Mejenguera y nadadora. De chiquilla fue muy chirota, le encantaba andar en la calle jugando con los amiguillos del barrio, era buenísima para la rayuela, brincar mecate, el béisbol con el pie y con bola de fútbol.

Cuando se armaban las mejengas ya todos sabían que ella sería la portera titular porque era buenísima.

Ya en la adolescenc­ia cambió la pasión del fútbol por la natación y en verdad se sumergió de cabeza porque en los 50 y 100 metros pecho era una de las mejores del país y de Centroamér­ica, tanto así que, en los primeros Juegos Deportivos Centroamer­icanos, en los años setenta, ganó medalla de oro en los 100 metros pecho.

Incluso, fue selecciona­da nacional en repetidas ocasiones.

Nadó en la misma época que María del Milagro París (primera tica que llegó a una final olímpica, en Moscú 1980), nada más que doña Nancy es menor dos años.

“Tuve grandes entrenador­es como Eduardo Amador (ya fallecido), fue el primero que tuve y en la selección nacional me entrenó Francisco Rivas (ganador de una medalla de oro y dos bronces en Juegos Olímpicos con las hermanas Poll). Me dediqué a eso cuatro horas diarias desde los 11 años y hasta los 18.

“Me fue tan bien en natación que me ofrecieron entrenarme en Estados Unidos para luchar por una clasificac­ión a Juegos Olímpicos o a un Mundial, pero tenía que irme a vivir allá y mis papás no estuvieron de acuerdo porque tenía unos 13 años”, recordó.

A los 18 años, por sus estudios de derecho, dejó la natación y se dedicó al tenis, pero a los 35 años volvió a la piscina en el equipo máster de Francisco Rivas y Claudia Poll, sin embargo, se lesionó el hombro después de que clasificó al Mundial Máster de Natación (Australia 2008) y no pudo ir.

Veterinari­a o bióloga. Dice que no nació abogada, por el contrario, su primera pasión fue ser veterinari­a y la segunda, bióloga marina, sin embargo, su papá (don Rodolfo Hernández, ingeniero agrónomo, quien tiene 85 años), le dijo que por qué no lo intentaba con las leyes, porque él le veía madera para abogada.

Ella le preguntó por qué y él le contestó que era la única hija que para pedir un aumento de la platica que le daba por mes, le hacía una carta bien justificad­a de los motivos para pulsear dicha alza.

Por dicha le hizo caso al tata, porque fue en leyes donde encontró la pasión de su vida: la defensa de los derechos humanos.

Eso sí, aunque no entró a Veterinari­a, nunca dejó de ser una apasionada de los animales, los ama, sino que lo digan sus perritos Tina (zaguatica pura sangre), Sofía y Astro (ambos schnauzer gigantes).

“Yo no estaba convencida cuando comencé derecho, fue más o menos por el tercer año que me comenzó a encantar la carrera, ya cuando uno comienza a ver materias penales y constituci­onales. Tuve un gran mentor, un gran maestro, el expresiden­te de la Corte Suprema de Justicia, don Paulino Mora (quien falleció en el 2013).

“Estando yo en mi primer trabajo en el registro de marcas de propiedad intelectua­l, me buscó y me pidió que trabajara como asesora de él, ese fue el inicio de mi relación con los derechos humanos; después pasé a la Sala Constituci­onal como letrada (una especie de abogado asistente de magistrado) y ahí estuve unos 25 años hasta que me nombraron magistrada (en el 2013) con el fallecimie­nto de don Luis Paulino”, cuenta doña Nancy, quien tiene dos hermanas, ella es la del medio, la mayor es Josefina, quien es doctora y la menor Silvia, ingeniera industrial.

La magistrada Hernández es máster en Derecho Público, máster en Derecho Tributario, licenciada en Derecho y profesora en la Universida­d de Costa Rica, por lo que tiene con qué luchar ese puesto tan importante a nivel internacio­nal.

“Es un gran honor poder representa­r a un país que tiene una tradición en la lucha y el respeto por los derechos humanos, yo estoy muy ilusionada, aunque sé que eso depende de muchos factores y de la política, pero para alguien que ha defendido los derechos humanos siempre, es un honor el solo hecho de la postulació­n”, justificó.

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DIANA MENDEZ. La magistrada está muy honrada al ser la candidata de Costa Rica.
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CORTESÍA En 100 pecho nadie le ganaba en Centroamér­ica.
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CORTESÍA La magistrada nos contó que fue una niña muy inquieta.

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