La Teja

UN HIJO DUELE TODA LA VIDA

- Alejandra Portuguez Morales alejandra. portuguez@ lateja.cr

Wilbert Rodríguez perdió a tres seres queridos en un año y medio. A sus papás y a un hijo.

A pesar del dolor él se mantiene fuerte porque hay otras personas que necesitan de él y viceversa.

Su hijo mayor, Pablo Rodríguez Zúñiga, de 26 años, murió el domingo 4 de febrero del 2018 en un choque en el que también falleció su novia, Mónica Piza, de 21 años. La pareja iba en moto y pegó contra un carro en Tibás. Tenían solo tres semanas de noviazgo.

Wilbert pasó por otra pérdida casi un año después, el 30 de enero del 2019, día en el que falleció su mamá, doña Clemencia, y el 24 de junio del mismo año murió su papá Jesús, ambos por causas naturales.

“Es duro perder a los papás, pero un hijo le rompe todo, le despedaza”. Asegura que le habría gustado compartir más tiempo con Pablo quien este 4 de febrero cumplió tres años de haber partido.

“Es durísimo, le queda a uno un duelo para toda la vida, nunca se supera, pero uno aprende a vivir sin la presencia física de los hijos; sin embargo, siempre están en nuestras mentes, nosotros hemos tenido el apoyo de muchas personas y es gratifican­te sentir ese apoyo y también darlo, porque todos en algún momento hemos perdido a personas especiales. Nos queda el consuelo de que están bien”, reflexionó.

En sueños. Durante este tiempo ha visto a Pablo en sueños y varios allegados le han contado que ellos también.

“Sale hablando, contento y así lo creemos, incluso nos llegan a contar (quienes lo ven en sueños) detalles y nos sorprendem­os porque sabemos que son cosas que pasaron. Uno de esos sueños fue el de una vecina que conocía a mi hijo, pero no eran tan allegados y se dio cuenta al tiempo de su muerte, pues un día lo soñó y hasta vio detalles del casco que llevaba la novia. La vecina nunca había visto el casco y cuando revisamos era el mismo”, cuenta.

“Son momentos en los que creemos que mi hijo, de una u otra manera, nos manifiesta que está bien”, dice.

Wilbert les recomienda a los papás que han perdido hijos refu refugiarse en Dios o asistir a gr grupos de ayuda.

26 años tenía Pablo cuando falleció en el choque

“Después de la muerte de mi hijo, mi esposa h habló con el sacerdote de n nuestra comunidad, som mos de Palmares de Alaju juela y se formó un grupo de duelo en el que nos ayudamos mucho, luego nos seguimos viendo en casas y quizás por la pandemia no nos hemos visto tan seguido, pero es bueno mantener el contact contacto, uno sabe con quiénes cuenta”, comentó.

Él conserva fotos y otras pertenenci­as de su hijo que son un gran tesoro porque mantienen vivo el recuerdo aunque Pablo ya no esté.

En un taller tiene la moto en la que iba su hijo el día del accidente, espera sacarle repuestos para venderlos o regalarlos porque no piensa llevarla para su casa. Está asociada con algo muy duro y doloroso que no es bueno tener cerca.

“Era una moto que me gustaba mucho, a mi esposa no le gustaba, por eso no la traigo para la casa, para que ella no la vea y tampoco es que la usaríamos porque nos nos atrae, ahora solo espero sacarla por partes”, concluyó.

Pablo fue sepultado en Palmares y sus familiares dicen que a Mónica la despidiero­n en San Pedro de Montes de Oca.

Uno aprende a vivir sin la p presencia física d de los hijos”. Wilbert Rodríguez Papá

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ARCHIVO LT Junto a Pablo también falleció su novia, Mónica Piza.
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FACEBOOK Esta era la moto de Pablo, su papá la tiene en un taller.

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