La Teja

MUERTE Y TEMOR

- Ciudad de México

“Ya viajábamos con miedo, ahora más”, comenta Brenda en el metro de Ciudad de México, al día siguiente de que 24 personas murieran al colapsar un tramo del viaducto, a 12 metros de altura, por donde corría el tren.

“Dicen que le dan mantenimie­nto, pero a mí se me hace que no, se me hace que los cinco pesos (147 colones) que pagamos (por viaje) se los roban”, añade indignada la mujer en la estación Candelaria, cerca del centro histórico.

Brenda seguía impactada por las imágenes de los rescatista­s tratando de sacar a los pasajeros de los vagones, que quedaron colgando la noche del lunes.

La línea 12 del metro, donde ocurrió el accidente, ya había tenido problemas en el diseño, operación y mantenimie­nto de las vías, según un estudio del 2014 contratado por la alcaldía capitalina.

El resto de la red también ha estado plagada con problemas de seguridad.

En enero pasado, un incendio en las instalacio­nes de control del metro dejó una persona fallecida y 29 intoxicada­s.

Mientras, en marzo del 2020 dos trenes chocaron en el interior de una estación, con saldo de un muerto y 41 lesionados.

Cimbra todo. El metro es el principal medio de transporte de la capital y su zona metropolit­ana, donde viven unos 20 millones de personas, y las quejas de usuarios sobre su falta de mantenimie­nto son comunes desde hace varios años.

Parado junto a una ventana de un vagón de la Línea 4, que se eleva hasta diez metros en algunos tramos, Fernando Domínguez, un guardia privado de 42 años, asegura que teme vivir un accidente.

“Hace más de diez años que uso esta misma línea para ir al trabajo y nunca he visto a nadie dándole mantenimie­nto a nada, y justo en este pedazo se cimbra todo, como si se fuera a caer”, cuenta.

Los pasajeros que viajan con él guardan silencio. Cuando el tren frena suavemente, se vuelven a ver unos a otros con nerviosism­o.

“Una cosa es que frene (el metro) cuando va abajo, pero aquí arriba, después de lo de ayer, pues lo asusta más a uno”, comenta Agustín Suárez, contador de 70 años retirado.

Llorar al papá. Al menos 24 personas murieron y otras 80 resultaron heridas en el accidente.

En un hospital del este de la ciudad de la ciudad, cerca del lugar de la tragedia, el joven Juan Luis Díaz, de 17 años, lloraba a su padre, fallecido en la madrugada.

“Mi padre era chofer, usualmente viajaba en camión (autobús), no tomaba el metro, no sé por qué tomó el metro, desgraciad­amente le tocó a él”, se lamentaba.

En el mismo centro médico, Daniel Hernández, de 28 años, luchaba por su vida.

“Está muy delicado, en la noche lo operaron de una contracció­n abdominal, se le fue la sangre a los pulmones”, dijo su tío Jorge Hernández.

El joven fue trasladado en helicópter­o a otro hospital, mientras la familia esperaba más detalles de su salud, añadió el tío.

En el Hospital General de Tláhuac, una pareja buscaba a su vecino José Galindo, que habría sido aplastado en su automóvil cuando las columnas de concreto se desplomaro­n. La víctima, de 34 años, estaba con su esposa.

“No sabemos si está vivo o muerto. Nos decía su padrastro que el muchacho ya había fallecido, pero un reportero grabó un video donde se le ve atrapado y pide ayuda”, declaró José Luis Vigil.

“El carro sigue debajo de la columna. Sabemos que ella (la esposa) está viva”, añadió.

Nunca he visto a nadie dándole mantenimie­nto a nada”. Fernando Domínguez Guarda

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AFP Esta línea del metro había dado problemas desde la construcci­ón.
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AFP Al menos 80 heridos, el número de muertos podría subir.

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