La Teja

El abrazo que nunca se dio

- Rocío Sandí rocio.sandi@lateja.cr

Laura Méndez Ramírez vivía ilusionada porque ya se acercaba la hora de conocer a la bebé que estaba esperando, pero el covid-19 hizo que se adelantara el nacimiento de la pequeña y apagó para siempre la vida de la educadora.

Debido al virus ella ni siquiera pudo abrazar a su chiquita, solo pudo verla en fotos.

El 30 de abril fue el último día que Laura trabajó en el Colegio Técnico Profesiona­l de San Isidro de Pérez Zeledón, ya que ese día empezó su licencia de maternidad.

Una allegada a la educadora, quien prefirió que su nombre no fuera revelado, contó que esa última semana de trabajo, Laura estuvo con síntomas de gripe, así que es probable que ya tuviera covid-19.

“Ella era profesora de Informátic­a, pero ahorita trabajaba como auxiliar administra­tiva. El lunes 3 de mayo se puso mal de salud, le empezó a faltar el aire y la llevaron al hospital Escalante Pradilla, ahí le hicieron la prueba de covid-19 y salió positiva, ese mismo día se complicó aún más y los médicos tomaron la decisión de hacerle una cesárea para evitar que la bebé se viera afectada.

“El día siguiente (martes 4 de mayo) me estuve comunicand­o con ella por teléfono, el último mensaje que me envió decía: ‘Me siento mejor, esto es muy duro, pero yo tengo siete vidas, por mis hijos que de aquí salgo porque salgo, si Dios quiere’”.

Feliz con la bebé. Ese día Laura le dijo a la amiga que estaba contenta porque su pequeña había nacido bien y se parecía mucho a su hija mayor, hasta le pasó unas fotos para que la conociera, las fotos que le habían pasado a ella, ya que debido a su condición no podía acercarse a la niña.

A partir del miércoles la amiga perdió toda comunicaci­ón con la educadora y eso la preocupó muchísimo porque era una clara señal de que su salud se había deteriorad­o.

“El sábado (8 de mayo) como a las 9 de la noche nos dieron la triste noticia de que Laura había muerto. Nos cayó como un balde de agua fría, no puede ser que una mujer tan joven y fuerte se fuera así dejando a tres hermosos hijos: una jovencita de 14 años, un pequeño de 4 y la bebita”, narró la mujer.

Los hijos de Laura están ahorita con el papá y unas familiares le están ayudando con la recién nacida, que por fortuna está muy sana. La hija mayor es la que está más golpeada porque le hace falta la mamá, al pequeño de 4 años lo llevarán donde una sicóloga para que le explique porque su mamá no ha vuelto a la casa, ya que él siempre pregunta por ella.

El domingo 9 de mayo a las 9:30 a. m. salió una caravana desde el hospital Escalante Pradilla hasta el cementerio del distrito Daniel Flores, lugar donde ella vivió siempre. Además de los carros que participar­on, muchos vecinos salieron a la puerta mientras pasaba la carroza funeraria para despedir a la docente.

Linda por dentro y por fuera. Quienes conocieron a Laura la describen como una mujer muy linda por dentro y por fuera. Trabajó en varios centros educativos y en todos se dio a conocer como una profesiona­l entregada y de buen carácter.

“Era alegre, valiente, amable, sincera, cariñosa, buena madre, buena esposa, buena amiga y buena hija. Se caracteriz­aba por ser muy honesta, ella le decía a uno las verdades en la cara, luego se reía y decía lo siento.

“Era amante de Ricardo Arjona y si había algo importante para ella eran sus hijos, así lo demostró hasta el final de sus días porque luchó por sacar adelante a su bebé. También se preocupaba siempre por sus demás familiares porque tenía un corazón de oro”, contó la amiga.

Ella dijo, además, que como amiga era increíble, tenía el don de hacer reír a quienes la rodeaban y así los sacaba del estrés del trabajo, siempre que podía ayudaba a sus compañeros.

“Ahora que era auxiliar administra­tiva luchaba porque a los estudiante­s no les faltara nada, que siempre tuvieran su alimento, sus becas y no le importaba tener que sacrificar parte de su tiempo libre para tener siempre su trabajo al día”.

Ahora los familiares y conocidos de la educadora tratan de seguir adelante sin su alegre voz y se aferran a los bellos recuerdos que tienen de ella.

38 años tenía la la profesora de informátic­a

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CORTESÍA Laura trabajaba como auxiliar administra­tiva en el CTP de San Isidro de Pérez Zeledón.
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FACEBOOK Los compañeros están muy golpeados por su muerte.
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FACEBOOK La educadora estaba como auxiliar administra­tiva.

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