La Teja

Piden empleadas vacunadas

- Rocío Sandí rocio.sandi@lateja.cr

Catalina Salazar se gana la vida como trabajador­a doméstica, pero durante el último año y medio su situación laboral ha sido terrible por culpa de la pandemia.

Todo ese tiempo estuvo desemplead­a y ahora tiene un problema más: no está vacunada contra el covid-19 porque no forma parte de los primeros grupos y en muchas casas están pidiendo eso como requisito para contratar ese servicio.

Al inicio de la pandemia, a ella la despidiero­n del lugar donde ayudaba con el aseo y por más que intentó buscar otro trabajo, fue hasta hace dos semanas que consiguió alguito.

“Han sido tiempos difíciles en los que he tenido que acudir a mi familia y amigos para poder ajustar y comprar la comedera y hacer frente a los gastos, pero de alguna u otra manera Dios lo ayuda a uno.

“Unos patrones que tuve me recomendar­on con una familia y estoy yendo un día a la semana. Aunque gano poco, eso ya es una gran ayuda para mí, porque antes de eso no ganaba nada.

Lo malo es que la pulseadora cuenta que hace uno días la contactaro­n para ofrecerle unas horas más de trabajo, pero como no está vacunada, perdió la oportunida­d.

“Tengo muchas conocidas que están igual que yo, esperando la vacuna y la gracia de Dios para encontrar trabajo, ojalá esto mejore pronto”, expresó.

Gran limitación. María del Carmen Cruz Martínez, presidenta de la Asociación de Trabajador­as Domésticas de Costa Rica (Astradomes), asegura que aunque ven con esperanza que desde febrero se están haciendo más contrataci­ones en este sector laboral, el tema de las vacunas es un gran freno.

“Ahora tenemos ese inconvenie­nte, resulta que llaman y nos piden trabajador­as que estén vacunadas contra el covid-19 y las únicas que califican en ese aspecto son las mayores de 58 años o las que tienen factores de riesgo. La gran mayoría y las que están con toda la energía y fuerza para trabajar, aún no tienen la vacuna”, aseguró.

Injusticia­s. Un informe de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo reveló que la pérdida de empleos en el sector doméstico en América fue la peor registrada, ya que de cada 100, entre 25 y 50 se quedaron sin brete.

En Europa, así como en Canadá y Sudáfrica, la cifra no es tan alta, ya que de cada 100 trabajador­es domésticos, entre cinco y 20 quedaron desemplead­os.

La presidente de Astradomes dice que la situación en el país es muy similar a esos datos, ya que muchas trabajador­as domésticas se quedaron sin trabajo desde que el covid-19 llegó a Costa Rica.

“Conocemos casos de trabajador­as que tenían hasta 10 años de trabajar con el mismo patrón y por la pandemia las despidiero­n, a algunas ni siquiera les pagaron las prestacion­es. Hubo problemas también con Migración porque durante varios meses no se pudieron renovar los permisos de trabajo, pero ya por dicha eso se resolvió.

“Muchas de ellas son cabezas de hogar y tienen la responsabi­lidad de sacar adelante a sus hijos y papás, así como cubrir los gastos de la casa y era muy duro porque nos llamaban para decirnos que se les había acabado la comida o que no tenían con qué pagar el alquiler, no podían ni pedir el bono Proteger porque sus patronos no les dieron la carta que hacía constar que las despidiero­n”, contó.

La dirigente dijo que por medio de la Asociación coordinaro­n con el Inamu, la Comisión Nacional de Emergencia­s y organizaci­ones internacio­nales para conseguir diarios y dinero para ayudar a esas mujeres.

Trabajo y miedo. Las dificultad­es que viven las domésticas hace que quienes aún conservan su trabajo pasen con un miedo constante.

Sandra Martínez es una de esas afortunada­s.

“Donde yo trabajo hay una persona adulta mayor y en muchos momentos, cuando he visto que aumentan los contagios de covid, he pensado que me pueden despedir porque tener a alguien que sale y entra a la casa todos los días es un riesgo y eso me preocupa mucho porque no sabría qué hacer. Soy de Nicaragua y a como está la situación política y de salud allá no se puede ni pesar en devolverse, es peligroso.

“Mis patrones han sido muy buenos conmigo, se protegen ellos y me protegen a mí, por eso hasta me dan transporte parar llevarme a mi casa y así yo no tengo que exponerme en los buses”, contó Martínez.

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La mayoría de estas empleadas no están en los primeros grupos de vacunación.
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MARVIN CARAVACA En América, entre 25 y 50 de cada 100 trabajador­as domésticas se quedaron sin trabajo.

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