La Teja

ALIADAS DE LUJO EN EL CIELO

- Adrían Galeano Calvo adrian.galeano@lateja.cr

El Servicio de Vigilancia Aérea (SVA) cuenta, desde hace poco más de un año con nuevos aliados en los cielos que parecen sacados de una peli de espías.

Son quince pequeños aviones, denominado­s aeronaves no tripuladas, que son manejados a control remoto por un operador y que han permitido ampliar las labores de este cuerpo policial, especialme­nte para la vigilancia de zonas de difícil acceso.

Juan Luis Vargas, director del SVA, explicó que se trata de cinco sistemas modelo RAVEN RQ-11B, cada uno incluye tres aeronaves y dos estaciones de soporte en tierra.

El Servicio de Vigilancia Aérea ha trabajado con estos pequeños aviones, donados por la Embajada de los Estados Unidos, desde febrero del año pasado; sin embargo, fue hasta este pasado martes 10 de agosto que pasaron a ser propiedad oficial del Gobierno tico.

Según Vargas, esta donación es de suma importanci­a para el país, pues cada uno de los sistemas tiene un valor superior a los $25 mil (poco más de 15 millones de colones), además hay que sumar la capacitaci­ón dada a seis operadores, la cual también fue donada por la Embajada de Estados Unidos.

“Estamos incursiona­ndo en las aeronaves no tripuladas, porque son un método a veces más seguro para obtener informació­n, son más baratas que operar una aeronave grande y también tienen capacidade­s diferentes que nos facilitan el trabajo”, explicó el director.

En el Ejército. Aunque a simple vista parecen un juguete, Vargas dijo que estos pequeños aviones son dispositiv­os muy novedosos, los cuales incluso han sido usados por el Ejército de los Estados Unidos en operativos de inteligenc­ia.

“Cada aeronave mide un 1,40 metros de ala a ala y un metro de la punta a la cola, se lanzan con la mano y son propulsada­s con un motor eléctrico.

“Además, cuentan con una cámara estándar que graba videos y toma fotografía­s, también está equipada con visión nocturna para ser utilizadas de noche”, detalló Vargas.

La estación en tierra consta de una computador­a, un control para manejar el avión y dos antenas que permiten que la aeronave pueda volar hasta a 10 kilómetros de distancia de donde está ubicado el operador.

“Tiene una autonomía de entre 60 a 90 minutos, que es el tiempo de vuelo que le permite la batería recargable con la que cuenta, puede alcanzar una velocidad de hasta 50 kilómetros por hora y puede volar hasta los 305 metros sobre el nivel del mar, además tiene un peso de dos kilogramos”, detalló el director del SVA.

Fáciles de manejar. Una de las grandes ventajas que ofrecen estas aeronaves no tripuladas es que son muy sencillas de manejar, pues el control es parecido al de un dron, pero responde más rápido, por lo que operador puede establecer la dirección y la altura de vuelo sin ningún problema.

Otro punto a favor es que incluso pueden funcionar sin que alguien los esté manejando.

“También cuentan con un programa que nos permite hacer vuelos programado­s, es decir, en automático, entonces uno le indica al avión hacia qué puntos tiene que dirigirse y la altura que debe mantener”, añadió Vargas.

En cuanto a cómo regresan a la base, Vargas explicó que esto se da por medio de un aterrizaje un poco forzoso.

“La recuperaci­ón de estas es haciendo un aterrizaje que es prácticame­nte en caída, porque estas aeronaves están diseñadas para desarmarse, para que las piezas no se quiebren”.

Nada se pierde. El director del SVA dijo que estas aeronaves son perfectas para hacer trabajos de inteligenc­ia o vigilancia, ya que si son derribadas, no se perderá la informació­n recolectad­a durante el vuelo.

“Una caracterís­tica de este equipo es que todo lo que se grabe no está en la cámara de la aeronave sino que todo eso va directamen­te a la computador­a que están usando los operadores, por lo que en caso de que se pierda la aeronave, no queda nada en la memoria del avión”.

Pese a que son muy pequeñas en comparació­n a las avionetas que suele usar este cuerpo policial, Vargas explicó que cada uno de estos aviones requiere el mismo cuidado y atención que una aeronave de mayor tamaño.

“Se tratan igual que una grande, tiene sus horas de mantenimie­nto, bitácoras a bordo con los reportes de mantenimie­nto, de hecho los mismos operadores están entrenados para cuidar del equipo”.

Vargas recordó que estas aeronaves fueron de suma importanci­a cuando inició la pandemia del covid-19, pues fueron usadas para vigilar ambas fronteras del país cuando prohibió el ingreso de extranjero­s como medida sanitaria.

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MSP Estos aviones son ideales para vigilancia en zonas de difícil acceso.
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MSP La batería alcanza para que vuelen al menos una hora.
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MSP La Embajada gringa fue la que los donó.
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