La Teja

Lección de humildad a rescatista­s

- Alejandra Portuguez Morales alejandra.portuguez@lateja.cr

Don Freddy Cardoza Sánchez les dio una lección de humildad a los cuerpos de socorro que buscaron el carro en el que viajaban Mileidy Alpízar Venegas y Marcel Gustavo Espinoza Morales, los esposos que falleciero­n al caer en las aguas del río Grande de Térraba.

Cardoza, de 60 años, es un pescador aficionado y amigo de la familia del papá de Mileidy, por lo que fue uno de los primeros en llegar el pasado lunes a la comunidad de Disciplina, en Buenos Aires, para apoyar cuando trascendió la noticia de que el vehículo había caído al río.

El matrimonio sufrió el fatal accidente la noche del domingo 15 de agosto cuando regresaban a su casa luego de visitar a la mamá de Marcel en su día.

Cardoza les dijo a los socorrista­s que el carro lo hallarían más rápido si lo buscaban con imanes, ya que el agua estaba muy sucia y no se podía ver nada, pero su consejo les entró por un oído y les salió por el otro.

También les comentó que ese vehículo tenía que estar muy cerca de donde cayó, porque el metal y otros materiales del chuzo son pesados, pero era como hablar con pared.

“Uno conoce el caudal que hay en esta época del año, uno puede decir cómo es la corriente y sobre las posibilida­des de que arrastrara el vehículo. Les pregunté a los socorrista­s qué pensaban y me dijeron que el auto había sido llevado uno o dos kilómetros río abajo, por lo que les comenté que no era posible.

“Tenía que estar entre unos setenta y cinco metros o unos cien metros de donde cayó, lo sabía porque vi la marca que me indicaba que el agua había subido unos tres metros y en ese lugar hay muchos troncos y rocas grandes, por lo que algo tenía que haber detenido el vehículo. Tampoco les creí la teoría de que las bolsas de aire habían explotado y eso permitió que el carro fuera arrastrado, porque estas sirven solo para el momento y luego se desinflan”, recordó Cardoza.

Al día siguiente, el martes 17 de agosto, Cardoza llegó de nuevo y vio a los rescatista­s bajando balsas, pero se desilusion­ó al escucharlo­s hablar.

“Ellos decían: ‘uno, dos paso adelante; tres, cuatro, paso atrás, ¿entendiero­n?, vamos a practicar’. En ese momento pensé: ‘¿practicar?, ¿pero cuánto tiempo llevan de estar juntos?”, pensó.

Cardoza se agüevó más cuando se percató que había olvidado los imanes, pero llamó a un amigo y le pidió que le llevara unos.

Antes de que llegara su amigo vio a un empleado de la empresa piñera Pindeco que tenía unos imanes, por lo que se los pidió, pero no le dio pelota.

“Como uno es un pobre campesino, no creen en uno. Le dije a un socorrista que me prestara el imán que le llevaron y me respondió: ‘No, el imán no lo vamos a usar, porque tenemos nuestros instrument­os’. Seguí creyendo en mi teoría y esperé a que me llevaran los imanes que había pedido”, comentó.

Los socorrista­s utilizaron buzos y equipos especializ­ados de búsqueda y rescate avanzado como drones. O sea, sacaban caja.

A los minutos le llegó su amigo con un parlante, al que Cardozo le sacó tres imanes y amarró a una cuerda de nylon.

“Antes de bajar al playón, aunque no soy muy católico, creo en Dios, por lo que en ese momento recé y les dije a los muchachos (Marcel y Mileidy) que me dieran la oportunida­d de encontrar respuestas”, recordó.

Luego comenzó a lanzar el cable como si estuviera pescando.

“Jalaba el cable despacito y sentí que pegó, pero pensé que podía ser en una piedra, pero al tirarlo nuevamente volvió a pegar. Me corrí unos cuatro metros y no pegó, entonces me devolví y volvió pegar, vi al padrastro de Marcel, lo llamé y le conté, por lo que él tiró y también le pegó.

“Un amigo también lo tiró y creyó lo mismo, que ahí estaba el carro y me dijo: ‘vaya llame a la gente’, pero no quise buscar a la Cruz Roja, ni a los Bomberos ni a la Fuerza Pública porque sabía que no iban a creer porque habían dicho que ellos tenían su tecnología y habían barrido el área, pero ellos no pasaron por ahí, ni siquiera con las balsas.

“Me quedé viendo a don William, el papá de Mileidy y le dije que quería hacer una prueba de descarte”, recordó.

El papá de la muchacha lo terminó de confirmar al tirar el imán y ver que este se quedaba pegado. Se metió un muchacho y llegó hasta el automóvil, le tocó el techo, el agua solo lo tapaba un metro aproximada­mente y estaba sobre un banco de arena, justo donde Cardoza dijo desde un principio.

Poco después los rescatista­s llegaron donde Cardoza hizo el hallazgo.

“Si hubiesen hecho una buena revisión o usado la tecnología que llevaban desde el primer día dan con el carro. Les faltó creer en las personas que somos de la zona y les dimos una lección de humildad. Me disgustó tanto protocolo y creer que lo saben todo”, aseguró el humilde pescador.

Uno de los imanes se lo dejó el papá de Mileidy, mientras que los otros dos quedaron pegados al carro. La pareja no estaba en el carro, trataron de salvarse, pero murieron en el intento. Sus cuerpos fueron arrastrado­s 34 kilómetros río abajo.

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 ?? CORTESÍA ?? Don Freddy Cardoza Sánchez rezó por Mileidy Alpízar y Marcel Espinoza.
CORTESÍA Don Freddy Cardoza Sánchez rezó por Mileidy Alpízar y Marcel Espinoza.
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CORTESÍA Los rescatista­s lograron sacar el carro gracias a la guía del pescador.
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CORTESÍA Con imanes de un parlante hizo su herramient­a.

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