La Teja

Grito público de gratitud

- Rocío Sandí rocio.sandi@lateja.cr

Leslie Ortiz y su hermana Melanie están tan agradecida­s con el personal del Ceaco por haber salvado la vida de su papá, que pusieron pancartas en tres de los puentes de la carretera de Circunvala­ción.

En las mantas --que están en Hatillo 4, Hatillo 8 y cerca del Walmart de San Sebastián-- hay mensajes positivos dirigidos a los héroes que luchan contra el covid-19 desde marzo del 2020.

“Gracias Ceaco - UCI - CCSS por no rendirse, por ser tan valientes y salvar lo que más amamos. ¡Lo lograron! Dios es bueno. Hijas de Víctor Ortiz”, dice uno de los mensajes.

La experienci­a que vivieron las hijas de don Víctor fue terrible; su papá estuvo internado 99 días y se puso tan mal que en tres oportunida­des las llamaron de Trabajo Social del hospital para preguntarl­es si ya tenían todo listo para sepultarlo.

Leslie le contó a La Teja que antes de enfermarse de covid-19, don Víctor --de 56 años-- era un hombre sano, no tenía factores de riesgo y estaba esperando que lo llamaran para vacunarse cuando le llegó la enfermedad.

“Por ahí del cinco de mayo (de este año) empezó como con síntomas de gripe, él vive con mi abuelita y un tío y yo empecé a ir en las noches para verlo y frotarlo para que se le quitara la gripe. El siete de mayo los síntomas se agravaron, ya tenía una tos constante y el ocho, cuando se levantó a las cuatro de la mañana para ir a trabajar, estaba tan mal de la tos que mi tío le dijo que mejor fuera a la clínica y así lo hizo”, contó Leslie.

De la alegría a la pre

ocupación. Víctor se gana la vida como mesero, pero debido a la pandemia se había quedado sin trabajo. Pasó mucho tiempo buscando y dos semanas antes de contagiars­e de coronaviru­s había encontrado un trabajito y eso lo tenía muy contento.

“Cuando mi papá llegó a en la semana epidemioló­gica 33, del 15 al 21 de agosto, hubo 12.608 casos de covid-19 y en la semana 32, del 8 al 14 de agosto, fueron 11.736 (872 más en siete días). en promedio fueron 1.801 casos diarios. en lo que respecta a fallecimie­ntos, en la semana del 8 al 14 de agosto hubo 89 y del 15 al 21 de agosto, fueron 105.

la clínica lo revisaron y le hicieron la prueba de covid y lo mandaron para la casa, más tarde yo llegué con un oxímetro y le tomé la oxigenació­n, la tenía en 76%, cuando no debe estar en menos de 90%, así que llamamos al 911. Los paramédico­s lo revisaron y lo llevaron al hospital San Juan de Dios, pero ahí no había campo, así que tuvieron que mandarlo al Psiquiátri­co”, detalló Leslie.

“Él siguió empeorando y el once de mayo en la madrugada lo llevaron al Ceaco porque en el Psiquiátri­co no tenían los equipos que él necesitaba por la gravedad en la que estaba; él me decía que el oxígeno que le ponían le quemaba la garganta, pero es que no estaba oxigenando casi nada”, recordó la hija.

El 18 de mayo la familia recibió una nueva noticia triste, le informaron que iban a intubar al papá y entonces empezó la etapa más crítica de todo el proceso. Fue en aquel momento cuando decidieron poner las primeras pancartas en Circunvala­ción y en aquella pedían oraciones por la salud de don Víctor.

Los días pasaban y las noticias eran cada vez peores; don Víctor estaba cada vez más complicado, dependía del respirador y empezaron a afectarlo bacterias.

“Era terrible, un día nos decían que los pulmones estaban muy mal, otro día que ya estaban afectados los riñones, otro que los exámenes salían alterados y así íbamos, cada vez con peores pronóstico­s.

“En tres ocasiones me llamaron de Trabajo Social para preguntarm­e si tenía ya un plan para cuando mi papá muriera y eso a uno lo desbarata por dentro. Jamás está uno preparado para eso, con todo el dolor de mi corazón tuve que llamar a funerarias para preguntar por los planes”, contó.

Oraciones escuchadas. La familia oraba todos los días por la salud de don Víctor, pero llegó el momento en el que Leslie decidió entregarle su vida porque ya no quería que su papá sufriera más.

“Él estaba ya muy agotado y por la falta de oxígeno podía sufrir complicaci­ones neurológic­as serias, los médicos fueron en todo momento muy transparen­tes y muy humanos para decirnos las cosas, eso se los vamos a agradecer siempre”, explica. Pero un día, por encima de los peores pronóstico­s, brilló la esperanza.

“Me llamaron y me dijeron: ‘su papá se estabilizó un poco, vamos a hacerle una traqueotom­ía’, después de eso pescó otra bacteria y tuvieron que aislarlo completame­nte para protegerlo”.

Mientras el equipo del Ceaco luchaba por salvar a don Víctor, sus familiares se aferraban a las oraciones y a la llamada semanal que les hacían porque, aunque él estaba sedado, le ponían una tableta cerca para que escuchara a su familia decirle cuánto lo amaba.

Con mucho esfuerzo los funcionari­os del centro médico fueron sacando a Víctor adelante y en los primeros días de agosto decidieron quitarle la intubación. Ya estaba fuera de peligro.

En ese momento, Leslie y Melanie mandaron hacer tres nuevas pancartas y ellas mismas las pusieron.

“El catorce de agosto salió del hospital y recibirlo en la casa fue un milagro. Yo saqué un permiso en el trabajo para estar con él todo el día, lo estoy cuidando y le ayudo a hacer las terapias.

“Quedó muy débil porque perdió mucha masa muscular, pero ya hasta da pasitos apoyado de uno. Dios primero pronto va a estar recuperado de esta pesadilla. Mi papá es nuestro milagro y es un ejemplo de esperanza”, afirma Leslie llena de fe.

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Las pancartas son muy visibles, esa era la idea.
CORTESÍA CORTESÍA DonVíctor está en su casa recuperánd­ose y recibiendo el amor de su familia. Las pancartas son muy visibles, esa era la idea.

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