La Teja

“ESTOY AGRADECIDO CON DIOS”

- Adrián Galeano Calvo adrian.galeano@lateja.cr

José Enrique Varela Gutiérrez ha demostrado ser todo un guerrero, a sus 23 años, pues ni siquiera un terrible accidente de tránsito en el que perdió su brazo y pierna izquierdos logró quitarle la sonrisa ni las ganas de salir adelante.

“Estoy totalmente feliz y agradecido con Dios a pesar de que estoy sin mi brazo y sin mi pierna, por haberme dado una segunda oportunida­d”, contó el joven vecino de Santa Cruz de Guanacaste.

La vida de Varela cambió la noche del lunes 12 de julio, cuando salió en moto de su casa, en el barrio Chorotega, para dirigirse a la soda en la que trabajaba, ubicada en Santa Bárbara de Santa Cruz.

José contó que ese día no le tocaba trabajar, pero su jefe lo llamó para pedirle que hiciera unas horas extras.

“Era un viaje como de 25 kilómetros, entonces pasé a echar gasolina y cuando iba de camino ocurrió algo muy extraño, porque de un momento volví a ver hacia atrás y cuando regresé la mirada hacia adelante ya no recuerdo nada”.

Le contaron que perdió el control de su moto y se estrelló contra un poste, luego se llevó por delante una cerca de alambre, la cual se enredó en su brazo izquierdo.

“Cuando iba en la ambulancia me puse a buscar mi brazo izquierdo, estaba totalmente retorcido hacia atrás, a como pude lo agarré con mi mano derecha y me lo puse en el pecho, pero me desmayé al ver como estaba”, recordó.

Sin opción. José fue llevado al hospital de La Anexión en Nicoya y ahí le dieron la mala noticia de que no se podía hacer nada por su brazo.

“Recuerdo que a los tres días de estar ahí me desperté y vi el brazo totalmente negro, yo trataba de moverlo y de cerrar la mano, pero era imposible, estaba muy mal. Luego no lo vi más porque me lo amputaron al día siguiente, fue muy duro”.

Varela pensó que lo peor ya había pasado, pero no se había dado cuenta de que su pierna izquierda también resultó muy lastimada, sobre todo por encima de la rodilla.

“Me pusieron pines en la pierna y me la vendaron, vi que tenía como un plástico y como una manguerita para succionar la sangre, aún no me percataba de lo grave que era”.

Luego de pasar un mes internado, José se despertó sudando frío y con mucho malestar una madrugada y cuando levantó las cobijas observó que su pierna izquierda estaba sangrando mucho por lo que tuvieron que llevarlo de emergencia al quirófano.

“Ese día caí en coma, estuve así por dos días. Mi mamá me contó que le dijeron que entrara a despedirse, porque yo estaba muy mal, solo estaba pegado a las máquinas”.

El primer milagro ocurrió al día siguiente, pues contra todo pronóstico, despertó del coma.

Varela dijo que ese milagro se produjo gracias a la ayuda de muchos vecinos de Santa Cruz que llegaron a donar sangre para él, gracias a una campaña que fue encabezada por el medio regional Aló Noticias.

Otro golpe. Lamentable­mente la situación con la pierna seguía sin mejorar, por lo que decidieron llevarlo al hospital México, en San José, donde los médicos lo recibieron con noticias desalentad­oras.

“Recuerdo que llegué al hospital México y me hicieron pruebas de todo, me realizaron dos lavados y al tercer día me están recomendan­do la amputación, pero para mí era muy difícil aceptar eso, yo quería luchar por mi pierna”.

Para colmo de males los médicos detectaron una bacteria en su pierna, por lo que tuvo que estar en aislamient­o total durante un mes.

“Un día me hablaron los de ortopedia para saber si iba a aceptar la desarticul­ación (quitarle la pierna desde la cintura), yo les decía que no, que no quería quedar en silla de ruedas toda mi vida, que al menos quería optar por una prótesis para volver a caminar”.

Varela contó que su familia, especialme­nte su mamá, le rogaba para que aceptara la amputación, pues de no hacerlo existía el peligro de que la bacteria llegara a otras partes de su cuerpo, por lo que al final aceptó.

Dos meses y cinco días después del accidente los médicos le amputaron la pierna.

Otra prueba. Luego de la operación tuvo que enfrentar una prueba más, pues los doctores descubrier­on que aún tenía la bacteria en su cuerpo, lo peor de todo es que el cuerpo de José ya no respondía a los antibiótic­os.

Cuando la situación parecía crítica ocurrió el segundo milagro.

“Fue impresiona­nte porque en cuatro días mejoré muchísimo, recuerdo que mi papá llegó a verme y el doctor le dijo que no sabía cómo había pasado, pero que yo estaba completame­nte libre de la bacteria. Mi papá le respondió que eso fue obra de Dios”.

Luego de todas esas pruebas tan rudas fue dado de alta el pasado lunes 27 de setiembre y cuando llegó en ambulancia a su casa fue recibido por todos sus vecinos, en medio de música y aplausos, como todo un guerrero.

Ahora la meta de José es conseguir ayuda para las prótesis y seguir luchando.

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CORTESÍA José nunca perdió la sonrisa durante este difícil proceso.
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Con su novia Nelsy Díaz pocas horas antes del accidente.

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