APAGÓN CON VARIAS CARAS
Las seis horas que estuvimos hace una semana sin Facebook, Instagram y WhastApp llevó a algunos a decir que qué alivio, que era un tiempo de “desconecte”.
La periodista Paula Brenes fue una de ellas: “Podría acostumbrarme perfectamente a la paz que da estar sin dos de las redes más esclavizantes en la actualidad. Aprovechemos, meditemos, conversemos con quien tenemos al lado”.
En cambio otros la pasaron muy mal. Algunos porque utilizan las redes como herramientas de trabajo, otros porque pasan pegados a ellas publicando cuanto les ocurre y se les ocurre.
La empresa Facebook (dueña de las otras dos redes) no ha informado aún que causó la falla que dejó sin conexión a la mitad del planeta. Eso nos refresca el poder que tienen: 3.000 millones de personas no podían usarlas.
Las redes sociales son muy importantes para gente conocida que genera ingresos por medio de ellas, como ocurre con los “influencers”; para la mayoría son una distracción.
La modelo Sharon Segura nos contó que el apagón no fue para ella nada relajante; más bien le generó un recargo de trabajo porque los anuncios que debía publicar el lunes se le quedaron “pegados” y tuvo que reponerlos el resto de la semana.
Sharon trabaja con un cronograma y algunas marcas transnacionales le definen de antemanos los días y las horas en los que debe hacer publicad en sus redes. Para el día del apagón tenía una muy importante de una marca de electrodomésticos.
“Cuando volvieron las redes les escribí a algunos (con los que trabaja) y les dije que ya podíamos publicar y una, por ejemplo, me dijo que lo dejáramos para este domingo porque era un almuerzo. Otra me dijo que no había problema en hacerla al otro día. Al final el lunes lo que hice fue grabar algunas cosas en la casa y después me encargué de distribuirlas en la semana”, señaló.
Sin bronca. Tenemos también el caso de la guapa Marcela Negrini, para quien una parte de su trabajo es estar conectada contándoles a sus seguidores qué come, cuál tienda la viste y qué accesorios usa.
El lunes apenas y le dio tiempo de publicar el posteo pactado.
Eso sí, Marce no es de pasar pendiente de lo que ponen los demás. Usa las redes como una herramienta de trabajo y listo.
“Cuando tengo que publicar algo lo publico y ya, después me pongo a hacer otras cosas. Luego reviso los comentarios o así, pero más tarde, entonces (el apagón) casi no me afectó. En esas horas me dediqué a hacer labores domésticas”, dijo.
Marce mencionó que para ella sí fue horrible pasar toda una semana sin celular cuando se le dañó porque es un machetico de trabajo.
A lo lejos. Quien sí sufrió por la caída de las redes sociales fue la periodista María Fernanda Quirós, que vive desde hace tres meses en España, donde cursa una maestría.
Las redes son para ella su medio de comunicación con los papás, quienes viven en Belén de Heredia. Cuando el lunes supo que no había conexión se preocupó mucho por no saber de ellos.
Cuando la caída se dio ella estaba en clases.
“En el momento no le presté mayor importancia porque normalmente cuando estoy en clase me desconecto del celular. Sin embargo, cuando salí de clase, a eso de las 9:30 p.m., y vi que aún continuaban caídas, pensé: ‘¿y ahora cómo hago para llamar a la casa?’. Acostumbro hablar con mi familia todos los días, los llamo por WhatsApp”, dijo la reportera.
Al final se las ingenió para mandarles un mensaje, avisarles que estaba bien y decirles que al día siguiente intentaría comunicarse.
Fer comentó que para ella sí es muy duro quedarse sin las redes sociales por estar tan lejos de su familia y de su tierra. Ella las ve como una unión constante con el mundo que dejó para seguir estudiando.
Este no es el caso típico de quienes gastan tiempo en las redes discutiendo o en medio de una reunión se “pierden” en las publicaciones de otros.
Un circulo vicioso. El sicólogo Rafael Ramos opina que la dependencia que alguna gente desarrolla con plataformas como WhatsApp, Facebook o Instagram se debe a que las han convertido en una parte importante de su vida personal y laboral y --durante la pandemia-- en una forma fuerte de socializar.
Dice que la frustración que muchos experimentaron por no tener acceso a ellas durante la caída mundial se debe a la adicción que tienen.
“Hemos incorporado las redes sociales como uno de los distractores y estímulos más continuos durante el día. Es triste que en nuestros espacios libres pasemos pegados de forma constante a un teléfono móvil que nos lleva a recrearnos a través de él”, dijo.
El experto agregó que la llegada de las redes sociales causó un círculo vicioso. Muchos ponen a girar su vida en torno a ellas, lo cual lleva a ser más pasivos en el afecto, en la actividad física y en las relaciones interpersonales.
Dice que hay personas que no saben vivir sin esas herramientas y entonces, cuando no las tienen a mano, se frustran, se molestan o se desesperan.
Claro, es posible administrarlas sin que se conviertan en una piedra en el zapato del día a día.
Hemos creado una cultura de conexión con la tecnología y de desconexión personal”, Rafael Ramos Sicólogo