ATLETA GANA DOS RUDAS BATALLAS
La atleta Alejandra Fernández ganó las dos batallas más rudas que le puso la vida y no precisamente en una pista de atletismo.
Esta valiente mujer venció un cáncer de mama, que le diagnosticaron en el 2019, y el covid-19 en julio del 2020.
Las noticias de las enfermedades le cayeron como baldes de agua fría, pero esta desamparadeña, de 33 años, no se arrugó con ninguno de los dos diagnósticos.
Hoy, en el Día Internacional contra el Cáncer de Mama, Alejandra decidió abrir su corazón y nos contó que superó 16 sesiones de quimioterapia, 25 de radioterapia y una operación en la que le extirparon el seno derecho.
Hace un mes que asiste a rehabilitación y debe h a - cerse ultrasonidos y mamografías cada cierto tiempo. Además, durante los próximos 10 años debe tomar un tratamiento que es el equivalente a la quimioterapia, pero en pastilla.
“Estuve incapacitada durante un año y dos meses, por lo que volví al trabajo el 16 de setiembre (de este año). Lo más difícil del proceso fue cuando me quitaron el seno, pero primero está mi vida antes que cualquier cosa y gracias a mi familia y agarrada de Dios y la Virgen de Los Ángeles he salido adelante”, manifestó.
Guerrera. Alejandra, quien es mamá de dos hijos: Justin, de 15 años y Kristel, de 12, trabaja como asistente administrativa en Grupo Gessa y nos comentó que en el 2017 le picó el gusanito por participar en carreras.
“Había participado en tres carreras, de cinco y diez kilómetros, pero en noviembre del 2019 sentí un bulto en la mama derecha y eso me despertó sospechas, porque además tenía una secreción. Al inicio el líquido era transparente, pero luego se puso amarillo.
“El doctor del trabajo me mandó a hacer un ultrasonido y cuando me lo fui a hacer, la doctora que lo revisó se asustó pues me dijo que vio algo que no le gustaba.
“De inmediato me refirió a la Carit (hospital de las Mujeres) y allí me hicieron dos biopsias y se confirmó que tenía cáncer y que era altamente peligroso. Mi tumor estaba grande , pasé dolores muy fuertes”, dice Alejandra. La valiente atleta nos contó qué fue lo más difícil de todo el proceso que vivió.
“No era nada fácil llegar a decirles a mis hijos: ‘mamá tiene cáncer’, pero los vi a los ojos y les dije que iba a luchar y que como esta lucha no se ganaba sola, los necesitaba a ellos. Gracias a Dios voy saliendo adelante”, destacó.
A lo largo de este proceso, Alejandra no oculta que ha sentido dolor, que se sintió muy mal cuando perdió su cabello, sobre todo porque a ella le gustaba tenerlo largo, pero gracias a su hija y a su mamá, Carmen, hoy cuenta con una peluca que fue hecha gracias al cabello que ellas le regalaron.
“Mi cáncer es de tipo hormonal, es decir, que es sensible a los estrógenos y a la progesterona y eso puede influir a que el tumor crezca. Por eso, ahora debo ir retomando el ejercicio poco a poco, porque debo cuidar mucho mi salud”, afirmó.
Otro obstáculo. Si ya la situación para la desamparadeña era difícil, su vida se complicó más en julio del año pasado cuando tuvo que hacerle frente a una nueva prueba: el covid-19.
“En abril del año pasado me programaron una cita con la oncóloga para julio, pero ese mes un compañero de trabajo del papá de mis hijos se contagió de covid. A ellos y a mí nos hicieron la prueba y Justin y yo nos contagiamos.
“Gracias a Dios no tuve complicaciones, nos tocó aislarnos por 22 días y cuando ya podía salir, me fui soplada a la Carit porque necesitaba que me reprogramaran la cita con la doctora”, dijo.
Ese día, cuando la atendieron se dio cuenta de que el tumor le había crecido 9 centímetros, el seno se le puso caliente y lo tenía rojo.
“Me dijeron que podía ser del mismo estrés ocasionado por lo del covid y cuando la doctora me vio, el diagnóstico cambió porque ya no se hablaba de una operación de un cuadrante, sino que me tenían que hacer una mastectomía radical.
“Me internaron el ocho de agosto y le pedí a la doctora que me dieran la salida antes del Día de la Madre, porque no sabía si sería el último día que lo pasaría con mis hijos y por dicha, ella me pudo ayudar”, relató.
Actualmente Alejandra forma parte de la Fundación Metamorfosis, que le ayudó con la confección de su peluca, le dan apoyo sicológico y ella imparte charlas con la organización.
“Sé que Dios tiene una misión para mi vida y me siento feliz, porque he logrado salir de la situación”, expresó.