La Teja

TICA ENVÍA 40 REGALOS

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

Un día de febrero del 2015 Paula Umaña Hidalgo no se pudo levantar de su cama. Así empezó un duro capítulo en la vida de esta tica, hermana de la periodista Glenda Umaña, quien estuvo cuadripléj­ica por más de un año, con un pronóstico de que jamás volvería a caminar.

Nació en barrio La Margarita de Guadalupe, es la menor de siete hermanos y tiene 47 años. Está casada con el francés Sergio Sautre y tiene cinco hijos (Marie, Clara, Felicite, Ana Cecilia y Charles).

Precisamen­te, en diciembre del 2014 nació su quinto hijo, Charles, y dos meses después llegó la enfermedad: polineurop­atía desmielini­zante inflamator­ia crónica. Esta afecta las piernas y brazos porque se inflaman los nervios y las raíces nerviosas, además, el cansancio aumenta todos los días a tal punto que se vuelve imposible moverse de una cama.

Eso sin duda fue durísimo ya que, desde chiquilla, a Paula le gustaba chirotear. Cuando iba la escuela María Inmaculada de Moravia y al colegio Calasanz en San Pedro de Montes de Oca demostró que lo suyo era mantenerse activa. Fue para esas épocas que se enamoró del tenis.

Sin tiempo de nada.

Como tenista lo ganó todo en el país, participó en diferentes ediciones de la Copa del Café, cada inicio de año, y se mantuvo nueve años como la raqueta femenina número uno de Costa Rica. Hace 20 años se fue para Gringoland­ia, a la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia.

“Mi enfermedad me postró en una cama una noche, así, sin darme tiempo para nada. Primero fueron los pies los que no podía mover y poco a poco se unieron otras partes del cuerpo hasta que quedé cuadripléj­ica.

“Fue algo muy difícil de asimilar porque pasé de ser, por tener cinco hijos, la super mamá que andaba para arriba y para abajo, de ser la campeona del tenis, a necesitar ayuda hasta para ir al baño y a andar en silla de ruedas”, recordó.

Estuvo tratándose por más de cinco meses en el Shepherd Center, un hospital especializ­ado (es el segundo mejor del mundo) para personas que quedan cuadripléj­icas, y que queda en Atlanta.

“Es un tratamient­o duro porque uno se enfrenta con uno mismo todos los días”, comentó.

La Negrita.

“Avancé con el tratamient­o y, vea que casualidad, el día que por fin pude sentarme en la cama otra vez fue el 2 de agosto del 2015, el día de Nuestra Señora de Los Ángeles, la Negrita. Desde hace 20 años me traje una imagen bien grande y la puse en el patio de mi casa, soy bien devota de ella. Ese mismo día gran parte de mis familiares hicieron la romería por mi salud”, comentó.

Los siguientes tres años fueron una batalla por caminar.

Un buen día, en el 2018, conoció sobre Ryan Blanck, un estadounid­ense que hacía aparatos especiales para veteranos de guerra con problemas para movilizars­e. Esos aparatos se llaman ExoSym, se ponen en las piernas y permiten a quienes tienen problemas de movilidad, incluso que están en sillas de ruedas, que caminen sin ayuda de bastones o andaderas.

En julio del 2018, tras 15 días en la ciudad de Seattle aprendiend­o a usar su ExoSym, el aparato le permitió volver a casa caminando sin ayuda de la silla de ruedas.

“Fue la primera vez que Charles me vio caminando, estaba emocionado, lo primero que me pidió fue que le agarrara la mano y caminara con él, eso jamás había pasado y él se lo había pedido a Dios”, contó.

Durante el proceso de recuperaci­ón, la tica jamás cerró su pequeña empresita. No podía ni moverse al inicio, pero no quiso bajar los brazos con el negocio que le daba de comer: ser entrenador­a de tenis de escolares.

Conforme avanzaba en su enfermedad se compró un scooter especial y así iba a dar clases de tenis, no podía ni sostener la bola, pero daba la gran batalla.

Para motivar.

Paula sigue como entrenador­a de tenis, con los ExoSym puede caminar y todo lo que vivió le ha servido para convertirs­e en motivadora de vida, tanto así que recienteme­nte publicó un libro que se llama: “Cuarenta regalos de esperanza. Aliento en la enfermedad y el sufrimient­o”.

En ese libro presenta 40 historias de personas que vivieron o viven una enfermedad fuerte, que están a punto de morir, que lucharon contra la depresión, el suicidio o el cáncer.

“Más que un libro, es una herramient­a para el que sufre, el enfermo, el que diagnostic­an con una enfermedad grave o terminal y no sabe qué hacer con ese diagnóstic­o y la familia no sabe ni qué decirle.

“Cuando uno está enfermo grave, va a verlo la familia, amigos, los doctores, todo el mundo le da palabras de aliento y, en mi caso, todos los que me animaban, pues se iban caminando y yo seguía postrada en una cama. Estar enfermo grave provoca ira, dolor, se sufre y a uno le cuesta creer en los que están sanos”, reflexionó.

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FOTOS: CORTESÍA Jamás dejó de ser instructor­a de tenis para niños.
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El 2 de agosto del 2015 pudo sentarse, pero no podía ni agarrar una cuchara.
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CORTESÍA Con su esfuerzo y los aparatos ExoSym volvió a caminar.

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