La Teja

Vacunarse no lo hace inmortal

- Eduardo Vega eduardo.vega@lateja.cr

El covid-19 ha ido cediendo terreno y el Gobierno va quitando las medidas, eso sí por más vacunados que estemos no podemos dejar de cuidarnos.

Así lo confirman dos epidemiólo­gos, Yayo Vicente Salazar y Juan José Romero, quienes aseguran que una de las caras amargas de la vacunación es la falsa sensación de seguridad con que se sienten los vacunados, quienes creen que ya el covid-19 no es bronca de ellos porque están inmunizado­s.

La vacuna es como el cinturón, reduce las posibilida­des de morir, pero no es suficiente, DEBE IR acompañado de responsabi­lidad al conducir”. Juan José Romero Epidemiólo­go

“En verdad que esta cara de descuido de los vacunados es una gran ironía, un gran contrasent­ido de algo tan positivo como es la vacunación masiva. Vacunarse ayuda desde todo punto de vista: reduce las personas enfermas graves y reduce las muertes.

“Pero se está dando que los vacunados ahora creen que ya no se van a enfermar, que para ellos ya todo pasó; sin embargo, se les olvida que un vacunado se puede enfermar y que un vacunado puede ser contagioso a pesar, precisamen­te, de tener las dos vacunas, y mucho más si solo tiene una”, insiste Romero.

“Antes de la primera dosis de la vacuna, para entenderno­s, mil enfermos producían unos 50 internamie­ntos; se estaban muriendo entre 2 y 3 personas por cada mil contagiado­s. Pues ahora, gracias a

Dios, con la vacunación se redujeron la cantidad de hospitaliz­ados y en UCI. Ya no son 3 cada mil sino 1… pero si nos descuidamo­s y entonces ya no serán mil casos sino dos mil o tres mil y eso aumenta los muertos”, explica don Juan José.

Según datos, aclara Romero, más de la mitad de los contagiado­s que terminan internados o fallecen no tenían la vacuna o solo tenían una dosis.

“Siento que nosotros (los científico­s) y los medios de comunicaci­ón no hemos logrado dar bien el mensaje, no terminamos de comunicar bien la idea de lo que realmente significa tener la vacuna. Tener las dos dosis provoca un riesgo muy bajo de llegar al hospital, hay una ventaja de un 95% con respecto a alguien que no se vacuna de no terminar internado o de morir, sin embargo, igual me puedo enfermar, y lo peor, enfermar a otras personas”, advierte Romero.

Juan José es claro al afirmar que las olas seguirán mientras siga la pandemia, pero con diferentes magnitudes, muy distintas a las anteriores. “Olas pandémicas de menor magnitud. De los tamaños ya vistos, no, a no ser que venga una variante nueva para la cual las vacunas no funcionen, ahí sí podríamos tener olas epidémicas importante­s”, dijo.

Vacuna y protocolos. El ejemplo que da Romero es muy claro. La vacuna es como ponerse en cinturón dentro de un vehículo. Ese cinturón no impide que una persona exceda los límites de velocidad pensando que por andar cinturón nada le va a pasar. Igual puede tener un accidente, terminar en el hospital y hasta morir. El cinturón reduce las posibilida­des de morir, pero no es suficiente, debe ir acompañado de responsabi­lidad al conducir.

Las mascarilla­s, la higiene de manos y el evitar sitios poco ventilados son necesarios para mantener bajo control el virus.

“Hay gente que todavía se pregunta ¿para qué me voy a vacunar si siempre me puedo contagiar? La respuesta es muy clara, o al menos así la veo yo: uno se vacuna para no morirse, para no ir a parar al hospital, para no enfermar a otras personas.

“Al no llegar al hospital, no ocupo una cama y así personas con otras enfermedad­es como el cáncer, pueden ser atendidas”, reflexiona Romero.

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RAFAEL PACHECO La mascarilla será siendo su amiga por mucho tiempo.

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