Un corazón sincero

no se necesita mirada aguda para saber que una tendencia de la sociedad es la de acumular, dominar, ostentar y, desde luego, exigir. Hay que mantener cierto nivel de vida y, por lo mismo, hay que saber donar lo que ya no necesitamos. las lecturas de hoy nos muestran un camino difícil de asumir, pero valioso como el único ante Dios. elías es el hombre de Dios que enrostra todos los peligros y expone su vida por ser fiel a la dura misión que Dios le ha confiado. Él es sostenido por su fe. esta lectura nos presenta dos vivos ejemplos de cómo debemos estar en las manos de Dios. Jesús alaba el mérito de la viuda pobre, que da de su pobreza lo que tiene; fue también una viuda pobre la que alimentó a elías. el salmo 145 nos hace contemplar y alabar este plan de Dios en favor de los débiles. la renuncia y la donación completa de ambas viudas y del gran profeta, encuentran su plenitud en la renuncia y donación del Hijo del Altísimo.

El evangelio refleja una clara oposición entre las obras de los escribas y fariseos y la de la viuda. las primeras están hechas con mala intención, mientras que la obra de la viuda es de corazón. en el fondo hay otra contraposición: los responsables del templo y los poderosos esconden la intención de enriquecerse por medio del culto y la ostentación; la viuda empobrece más porque no calcula, sino que da lo que tiene y se da ella misma. La intrepidez y confianza total de elías, unida a la humilde confianza de la viuda, nos dan una primera campanada ejemplar, que luego Jesús perfecciona con la gran lección de la viuda del templo, quien no actúa con ostentación calculadora. la donación no se mide por la cantidad de lo entregado, sino por el valor de la entrega personal. Dar mucho de lo que sobra es menos que dar poco de lo que falta.

Pero Jesús no se contenta con exaltar la conducta de la viuda, porque Él mismo va adelante con su propia y única donación radical.

Dios valora más la calidad y la sinceridad, que la cantidad de nuestras ofrendas.