Ovni comunista en su peor momento
Lo llaman “el ovni comunista”, costó mucho dinero y se cae a pedazos, sus días de esplendor se apagaron hace mucho.
Hacen falta unos 200.000 euros (145 millones de colones) para devolverle parte del esplendor que tuvo. Está en Buzludzha, Bulgaria, y es el mayor monumento que queda en pie en los Balcanes y es un símbolo de lo que fue el comunismo durante sus años de apogeo, antes de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS.
Aún en ruinas es impresionante. El salón principal es una enorme sala de conferencias donde se reunían los miembros del partido comunista búlgaro.
La edificación fue construida en Buzludzha, uno de los lugares más emblemáticos de Bulgaria, en el pico del mismo nombre en el centro de los montes Balcanes, en el corazón del país.
Una de las cosas que más llaman la atención es que fue hecho con forma de ovni. Se inauguró en 1981, en plena Guerra Fría, tras siete años de una construcción en la que participaron casi 6.000 obreros, entre los que se encontraron los 20 mejores artistas búlgaros de la época, que se ocuparon de la decoración interior.
La construcción, que fue realizada gracias a donaciones de personas que simpatizaban con el comunismo, costó lo que hoy en día representaría unos 7 millones de euros (más de 5.000 millones de colones).
El edificio mide 107 metros de altura y su superficie total alcanza los 550 metros cuadrados. En el interior, un montón de murales repasan la historia del Partido Comunista de Bulgaria.
También cayó. En 1989, el año en que se produjo la caída del muro de Berlín, el Partido Comunista de Bulgaria fue disuelto y el edificio Buzludzha pasó a manos del Estado, que lo cerró.
Quienes tienen la posibilidad de ingresar a este curioso lugar, apenas levantando la vista pueden observar el símbolo del comunismo, la hoz y el martillo, que lleva una de las frases más emblemáticas del marxismo: “Proletarios de todos los países, únanse”.
“En lo alto de la torre hay una gran estrella soviética tres veces mayor que la del Kremlin, que ha sufrido graves daños desde que el monumento fue abandonado. Se creía que estaba hecha de rubíes y por ello algunos lanzaban objetos o hasta disparaban contra ella, con el fin de recoger los pedazos que suponían tan valiosos”, describe el sitio web Mamá en Bulgaria.
En noviembre del 2016 Isaac Martín y su novia Paula se trasladaron al lugar con mucha curiosidad por conocer este ícono del comunismo. Tras ascender unos 20 minutos bajo un sendero que no se encontraba en las mejores condiciones, llegaron a destino.
“Exploramos su entrada y se encuentra cerrada. Había rejas y candados. Con cierta inquietud, nos movimos perimetralmente hacia la derecha de la estructura. Habíamos leído que aquí existe un hueco por donde entrar, aunque hay que tener cuidado. Efectivamente, lo encontramos. Unas piedras ya colocadas en forma de escalera facilitaron nuestro acceso.
“Para entrar hay que tener varias cosas en cuenta. La primera es que hay que girarse para poder hacer impulso hacia arriba agarrándote en las barras superiores de la malla. La segunda es que hay que tener cuidado con esas mismas barras para no darnos en la cabeza. Finalmente, que estés seguro de estar sujeto en todo momento porque entre la plataforma a la que llegas y el agujero hay un pequeño hueco con bastantes metros de caída”, describe Martín en su blog de viajes.
Lejos de los momentos de esplendor, de orgullo y de entusiasmo, con los años esta edificación terminó en ruinas y para mucha gente pasó al olvido.
El capitalismo, como ocurrió en muchas ciudades comunistas, no solo trajo un cambio ideológico que modificó la forma de vivir y las costumbres de sus seguidores, sino que también causó cierta atracción hacia los símbolos de época.
Para salvarlo. En los últimos meses este sitio acaparó el interés de un grupo de personas que se propusieron trabajar para asegurar y restaurar algunos de los mosaicos que se encuentran en un área de alrededor de 1.000 metros cuadrados, lo que equivale a más de 2 millones de pequeñas pieza de piedra, terracota (arcilla) o vidrio coloreado.
El deterioro del techo es la principal razón del mal estado de los murales que intentan reparar
“El agua que se infiltra, especialmente en invierno, está congelada. Así que los poros de este concreto se llenan de agua, se expanden y literalmente explotan.
“Aquí, dos aspectos son fascinantes: las dimensiones, y la alta calidad de ejecución. Esta calidad de tiempos pasados ha sido negada y destruida por el vandalismo. Se pueden ver los rastros de los martillazos en estos mosaicos”, dijo a Euronews Thomas Danzl, experto en restauración y conservación y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Técnica de Munich (Alemania).
El “ovni comunista” podría alzar vuelo de nuevo si sus defensores consiguen la plata que hace falta.