MADRE ESPERA CON FE NOTICIAS DE SU HIJA
Doña María Jiménez Cambronero carga un enorme dolor en su corazón desde hace 15 años, el tiempo que lleva sin saber nada de su amada hija Marjorie Anchía Jiménez, quien en mayo del 2006 salió de su casa, en Monteverde de Puntarenas, y jamás volvió.
No pasa un solo día sin que doña María no piense en Marjorie, con quien sueña constantemente al tiempo que mantiene viva la esperanza de que en uno de esos sueños, su hija le revele su paradero.
“Me he soñado que ha llegado a la casa, pero que nunca nos ha querido decir dónde está. Le he preguntado en sueños dónde está, pero ella me cambia la conversación y me dice otras cosas. Siempre viene desde una loma hasta llegar donde yo estoy para abrazarme”, contó la señora.
Pese a que han pasado tantos años desde la misteriosa desaparición de Marjorie, doña María tiene fe de que aún esté con vida y por eso se niega a darse por vencida en su búsqueda.
“Yo solo pido que, por favor, me digan dónde está, que si alguien sabe algo que lo diga. El dolor de una madre es lo más grande que hay en este mundo. Las personas a las que se les muere un hijo saben dónde está enterrado y pueden ir a llorarlo, pero yo en estos momentos no sé nada, si es que me la mataron y la enterraron, no sé qué pasó con ella”.
Llamadas extrañas. Marjorie desapareció la noche del miércoles 3 de mayo del 2006. Entonces tenía 25 años y era madre de un chiquito de 9 años y una niña de 2 años que vivían junto a ella y su familia en Santa Elena de Monteverde.
Y, claro, no solo doña María sufre por la desaparición de Marjorie; también lo hace su hermana Magaly Anchía, sobre todo porque ella fue una de las últimas personas que estuvo con la joven madre antes de que esta saliera de la vivienda sin dar información de hacia dónde se dirigía.
“En aquel entonces yo estaba recién mejorada de mi hija, que actualmente tiene quince años, la estaba amamantando y recuerdo que esa noche Marjorie estuvo tamaño rato sentada a la par mía”, recuerda Magaly.
“Yo siento que ella tal vez quería decirme algo, porque dicen que cuando a uno le va a pasar algo uno como que lo presiente, pero nunca le pregunté, yo me decía ‘¿qué hace tanto rato esta mujer sentada a la orilla de mi cama?’. Honestamente yo la ignoré y es algo con lo que cargo, porque ahora pienso que si le hubiera preguntado si le pasaba algo las cosas tal vez serían diferentes”.
Magaly recuerda que de pronto sonó el teléfono de la casa, uno de sus hermanos respondió y dijo que se trataba de un hombre que quería hablar con Marjorie, quien de inmediato fue a contestar y habló muy poco.
“Luego de que colgó se terminó de medio alistar, porque ni se cambió la ropa de dormir, me preguntó por las llaves y en ese momento volvió a sonar el teléfono, ella respondió y era el mismo hombre, luego salió y esa fue la última vez que la vi”.
Magaly cuenta que la situación le pareció muy extraña pues ocurrió minutos después de las 10 de la noche y su hermana no acostumbraba salir de la casa a esas horas.
Además recordó que aquella noche una vecina del barrio se topó a Marjorie y le preguntó hacia dónde se dirigía; la joven madre, que se veía muy apurada, le respondió que iba a hacer un mandado.
Según la familia de Marjorie. al parecer, la última persona que la vio aquel día de mayo fue un señor que llegó a dejar una carga de madera a un aserradero en esa localidad; él hombres les contó luego a las autoridades que la vio junto a un teléfono público y que pocos minutos después se subió a un carro blanco de doble tracción que parecía haber llegado por ella.
Búsqueda incansable. Las horas pasaron sin que la familia supiera algo sobre Marjorie y esto les causó una enorme preocupación, especialmente a doña María, pues su hija no acostumbraba irse por tanto tiempo, de hecho siempre fue muy casera y apegada a su mamá.
Cuando la congoja llegó a un límite, los seres queridos pusieron una denuncia por desaparición en el OIJ de la zona y así fue como se inició una búsqueda que se extendió por varias semanas, pero no dio resultados.
“Buscamos a mi hermana en todos los guindos de Monteverde, se hicieron campañas para buscarla; incluso recuerdo que mi tío veía zopilotes y corría a ver si era ella, nos llegaban chismes de que la habían tirado en el río Tárcoles, pero todo era mentira”, detalla Magaly.
A raíz de la pista del carro blanco al que se habría subido, la Policía Judicial investigó a una de sus exparejas, un hombre de San Carlos que en aquel momento tenía un carro muy similar al descrito por el testigo.
Magaly dice que ella y su mamá siempre sospecharon de ese sujeto; sin embargo, al final el OIJ no encontró suficientes evidencias para ligarlo con la desaparición de Marjorie.
“Se le investigó como seis
Deseo saber de ella, qué fue lo que pasó con ella”.
María Jiménez, Mamá
meses después (de la desaparición), le allanaron la casa y le decomisaron el carro, pero ya no iban a encontrar nada, duraron mucho en ir a revisarle el carro. Tuvieron que haberlo decomisado antes, por eso es lo que le queda a uno la espina de si ellos (OIJ) pudieron haber hecho algo más”, opina la hermana.
El caso se estancó por casi un año, hasta que en marzo del 2007 su familia recibió la noticia de que en Cañal Blanco de San Ramón, en Alajuela, habían encontrados huesos humanos dentro de un antiguo pozo de agua y se pensó que podría tratarse de Marjorie.
Por medio de exámenes médicos forenses se determinó que la osamenta era de una mujer con rasgos físicos similares a los de Marjorie, motivo por el cual se les tomó una muestra de sangre a sus padres para hacer una comparación del ADN.
La espera de los resultados fue de las etapas más duras para la familia de Marjorie ya que fueron tres largos meses en los que vivieron con la incertidumbre de si se trataba de su ser amado o no.
Al final la Policía Judicial les informó que los restos no eran los de Marjorie y el caso se estancó de nuevo.
¿En Colombia?. Doña María afirma que ya no recuerda cuándo fue la última vez que las autoridades le dieron información el caso, solo sabe que han pasado muchos años y piensa que las autoridades se han olvidado de Marjorie.
Durante todo ese tiempo, la familia ha sido contactada por muchas personas, la mayoría con información falsa; sin embargo, entre todas las versiones que han recibido hay una que está muy presente en la mente y en el corazón de doña María pues señala que su hija estaría con vida.
“Ha llegado gente que me ha dicho que la han visto en Colombia, como en una isla, pero no recuerdo el nombre (de la isla); eso más que todo me lo dijo un señor de aquí (de Monteverde) que creo que ya murió”.
A raíz de esto es que la señora tiene el sueño de reunir la suficiente platita para viajar a ese país suramericano a buscar a Marjorie; sin embargo, las dificultades económicas han frenado por muchos años ese deseo.
“Yo no sé por qué, o cómo, le metieron la idea de que ella (Marjorie) está en Colombia, entonces el sueño de mi mamá es viajar para buscarla... Fue como un rumor que surgió por eso del tráfico de personas”, dice Magaly.
Una raya por cada año. Magaly contó que la desaparición de Marjorie también afectó mucho a su sobrino, quien apenas tenía 9 años cuando su mamá salió de la casa y jamás volvió.
“Fue duro verlo a él sin papá y sin mamá, él se crió con nosotros, pero no es lo mismo estar con la mamá que con algunos familiares”, detalla.
Además, contó que el joven, quien actualmente tiene 24 años, tiene muy presente a su amada madre y con los años creó una tradición para recordarla.
“Él tiene muchos tatuajes y en un brazo se hace una rayita por cada mayo que pasa y no se sabe nada de ella”, cuenta la tía.
La desaparición de Marjorie también afectó mucho la salud de su mamá, pues según Magaly, a doña María se le activó la diabetes a tal grado que actualmente necesita insulina.
“En aquel entonces me acuerdo que la casita era de madera, la pared entre el cuarto mío y el de mis papás también era de madera y recuerdo escucharlos llorar de la desesperación de no saber dónde estaba ella”.
Doña María y su familia alimentan la fe de que aparezca una persona que pueda contarles, con información real, lo que sucedió con Marjorie para así ponerle un punto final al capítulo más triste de sus vidas.
Ella nunca se desaparecía, siempre llegaba a la casa, si tenía que llamar cinco veces lo hacía.
Magaly Anchía, Hermana