San José, modelo de fe y confianza
Celebramos ayer, 19 de marzo, la solemnidad del patriarca San José, esposo de la santísima Virgen maría, padre nutricio y custodio de Jesús.
Cuánto podemos y debemos aprender de San José, hombre justo y bueno; santo sencillo y humilde, fiel y prudente, dócil y servidor, silencioso y obediente, santo bien dispuesto a ser y a actuar como instrumento eficaz de Dios.
Seamos personas justas y de buen corazón: entendamos justo en su sentido de santo y fiel. el cristiano ha de ser bueno en sentimientos y pensamientos, bueno en sus palabras y acciones. Bueno porque ha de tener un corazón puro y noble. Seamos personas de profunda vida interior: la vida interior, expresión y fruto de la oración, nos da equilibrio, armonía, solidez y madurez profunda. Busquemos, en el silencio, el terreno bien dispuesto para la escucha y el encuentro con Dios. Seamos personas prudentes: capaces de mirar, juzgar y actuar sin impulsos, sobresaltos ni precipitaciones. Prudencia que ha de llevarnos a mirar todo con el sentido de la fe, con cuidado y delicadeza, con gran tacto y sentido espiritual.
Seamos personas humildes y sencillas: sobre todo en la virtud de dejarse llevar por Dios, en dejar actuar a Dios en nosotros. Humildad y sencillez que nos deben llevar a superar todo afán egoísta, protagónico y llamativo. Humildad y sencillez que nos llevan a ver claro que la obra es de Dios y que nosotros somos solamente instrumentos en manos del Señor.
Seamos personas dóciles y obedientes: que reconocemos la primacía de Dios ante todo y sobre todo, que doblegamos la voluntad y el interés propio para someternos, libre y amorosamente, al designio de Dios, por más oscuro, difícil y exigente que sea.
Que San José interceda por toda la iglesia para que cada día sea más santa y fiel, según lo espera su Señor. Que nos ayude a nosotros a encendernos en el amor de Dios; que nos enseñe a ser justos y fieles en todo lo que hagamos.