Sin fe es imposible agradar a Dios

la historia bíblica en el evangelio de marcos, capítulo cinco, nos cuenta que existió una señora que padecía una enfermedad que hacía que menstruara todos los días. Tuvo esa enfermedad casi doce años. las consecuencias físicas eran obvias: ritmo cardíaco acelerado, dolor en el cuerpo, desmayos o sensación de mareo o aturdimiento, sensación de cansancio o debilidad, palidez, pérdida de peso.

Cuenta la Biblia que había gastado lo que tenía en médicos y cada día se ponía peor. esto nos habla de que la mujer había quedado en la ruina. la mujer cuando menstruaba era consideraba inmunda, debía de apartarse de la familia y de su esposo porque lo que ella tocara se contaminaba y volvía a su familia inmunda también. la mujer escuchó que Jesús pasaría cerca de donde ella estaba y reconoce que Jesús que no es un curandero, que el que iba a pasar por ahí era “el mesías” y se hace de un pensamiento: ‘Tan solo con tocar el borde de su manto seré sana’. Tuvo que hacer muchas cosas para llegar a Jesús. estaba débil físicamente y además Jesús venía en procesión donde mucha gente le rodeaba y no era fácil llegar a donde él estaba. además corría la posibilidad del rechazo porque era “inmunda”; sin embargo, tenía fe. ella se atrevió a luchar contra corriente y la Biblia dice que logró tocar el borde de su manto e “inmediatamente el flujo (de sangre) se detuvo”.

Jesús detiene la procesión, buscó con su mirada quién le había tocado con fe. la mujer, viéndose descubierta, se arrodilló ante él y le confesó todo lo que había pasado. Jesús le dijo: “Tu fe te ha hecho salva, ve en paz y sé libre de tu azote”.

Hagámonos estas preguntas: ¿Qué clase de fe tenemos nosotros?, ¿en quién estamos poniendo la fe?, ¿tenemos fe que corre riesgos?, ¿reconocemos que Jesús es más que una religión?,

Hebreos 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.