NOS TRAJIMOS EL REPECHAJE
Costa Rica amarró este domingo medio boleto rumbo al Mundial de Catar 2022.
Y es que la victoria 2-1 ante El Salvador, combinada con la majada 5-1 que le pegó Estados Unidos a Panamá, nos garantizó que nadie nos quita disputar el repechaje ante el ganador de las eliminatorias de Oceanía: Nueva Zelanda o Islas Salomón.
De hecho, aunque matemáticamente hay chance de obtener un boleto directo, tenemos que ser realistas, ya estadounidenses y mexicanos van directo a la Copa del Mundo. La apaleada de los gringos y la victoria azteca 1-0 en Honduras prácticamente liquidaron el asunto.
¿Por qué? Es cierto, la Tricolor tiene 22 puntos y aún puede alcanzar las 25 unidades de esas selecciones, pero el gol diferencia nos desfavorece (un +3 frente al +13 del Tío Sam y el +7 del Tri), necesitamos combinaciones con muchísimos goles.
Hay que decir que llegar al repechaje es de celebrar, ya que en algún momento de la eliminatoria estábamos prácticamente muertos y ahora tenemos un pie en el Mundial a falta de un pasito que deberíamos poder dar sin problema por el rival que tendremos en frente.
Motivación al tope. El Cuscatlán era la siguiente parada de la Sele, que desde hace rato viene con la motivación en los cielos.
Luis Fernando Suárez salió con una alineación que le cuidaba un poco las espaldas, pero siendo visitante es algo normal, con línea de tres defensores y dos carrileros.
Yeltsin Tejeda volvió a la titular para ayudar a Celso Borges en la media, uno mordía en la marca y el otro sostenía más la pecosa y hacía la transición a un Anthony Contreras que siguió de puntero.
El atacante de Guanacasteca, desde la mejenga con Canadá, ha demostrado que la chema de la Sele no le incomoda, no le pesa, es de esos delanteros necios, incómodos, metidos, que están en todo lado.
Hay que tomarse un momento para hablar del chamaco que abriría el marcador con un pepino de esos que no se olvidan, del que en muchos años se seguirá hablando.
Pero antes de que la clavara dio un par de avisos, apretando a la zaga cuscatleca, primero al arquero Mario González y luego a Rómulo Villalobos, a quienes les quitó la pecosa a pura presión, pero no pudo rematar.
Fue al 29’ cuando Tony nos regaló un golazo. Kendall Waston la centró desde la derecha, Brayan Landaverde la intentó despejar, pero la pecosa le cayó al chamaco de espaldas, entonces se inventó una chilena cuando la redonda venía cayendo en el área. ¡Qué señor pepino!
No era para menos, casi toda la Sele se fue a abrazar al ariete que cumplía apenas su segunda mejenga internacional, jugadón que nos puso en una nube.
Lamentablemente, en la jugada siguiente, Keysher Fuller nos hizo bajados de un solo, el lateral no pudo parar la pecosa, se la dejó a Kevin Reyes, quien pensó rápido y le filtró el balón a Cristian Gil que definió bien ante la salida de Keylor Navas.
Fuller trató de sacarla cuando iba entrando, pero no le dio chance, llegó a la jugada atarantado, víctima del error anterior y es que así quedó la Tricolor, como alocada por la torta. Después de eso vivimos nuestros peores momentos del juego.
La Sele tenía cuatro partidos sin recibir anotaciones (Panamá, México, Jamaica y Canadá), en los que en defensa había sido impecable para cuidarse de estas tortas.
Los cuscatlecos se metían como Pedro por su casa por la banda de Fuller, que cayó como en un bajón emocional, nos empezaron a apretar por ese lado, no cabe duda que la actuación del lateral de Herediano en ese momento estaba en la lengua de quienes veían la mejenga, que fijo hasta pensaban en sacarlo.
Pero así como matamos a Fuller por la torta del gol, hay que darle el crédito por la jugada que marcó la diferencia, condujo la pecosa por la banda derecha, se llevó a dos a pura velocidad, la puso al centro, a donde apareció Joel para tocarla abajo del marco y poner el 2-1 al 45’.
De seis remates a marco, los ticos echaron dos en el primer tiempo, otro detalle en el que se mejoró, en finalizar las jugadas, la producción ofensiva que tanto preocupa.
Bajonazo. El segundo tiempo no fue tan bueno para los ticos, conforme pasaban los minutos fuimos bajando y la producción ofensiva que resaltábamos fue desapareciendo, como si no diera el gas para mantenerla.
Hay que entender que el clima en San Salvador era bien pesado y que a algunos jugadores, como Joel, la cancha los complicaba, no era sencilla. Incluso, Bryan Ruiz entró, pero no estuvo tan fino como otros días.
Las más peligrosas que tuvimos en el complemento fue una de Contreras, un remate al primer palo que Mario González logró desviar apenas y un cabezazo que Kendall Waston mandó al palo al 86 luego de un centro de Ruiz y en el contrarremate Tony la falló.
Tuvimos hasta un alegrón, cuando el réferi jamaiquino Daneon Parchment fue al VAR a revisar un posible penal en esa jugada, pero al verla se dio cuenta que fue a perder el tiempo porque no pasó nada.
En el marco de Keylor tampoco es que sufrimos mucho a diferencia del partido ante Canadá, solo un par de salvadoreños que se cayeron en el área y que reclamaron como penales, pero el árbitro caribeño determinó que ni Kendall ni Bryan Oviedo hicieron falta.
Claro, en el 93’, en la última del partido, se nos paró el corazón cuando Landaverde pegó un cabezazo que pasó rozando el primer palo.
Pitó Parchment y todo fue fiesta para los ticos, se celebró como si hubiera sido un gol más, era un triunfazo que nos acercó a un sueño que hace unos meses parecía imposible.
Kendall Waston se llevó a Joel en caballito mientras este agitaba los brazos, los abrazos iban de aquí para allá, hicimos de la gramilla del Cuscatlán un fiestón y no es para menos, la Sele renació como el ave Fénix en el momento justo.