En manos del Señor

Paz y alegría

Debido a lo que vivimos en el ámbito mundial se hace difícil pensar en paz y alegría. las guerras, las persecuciones, las corrientes antivida, la violencia doméstica y vecinal, las luchas entre maleantes, nos hacen sentir lejanas las experiencias de paz y de alegría. Y a lo anterior se unen los trastornos de la naturaleza y sus gravísimos daños.

Sin embargo, jesucristo nos transmite un mensaje de paz y al mismo tiempo nos advierte que no es como la da el mundo. nos invita a alegrarnos, pero no por nuestros éxitos, sino porque nuestros nombres están escritos en el libro de la vida. jesucristo habla de una paz que no es como la del mundo.

Y, en cuanto a la alegría, se trata, en medio de los sufrimientos, de experimentar la saludable presencia de Dios que, en un acto permanente de amor, camina con su pueblo elegido y nos garantiza la esperanza firme de una vida más allá de la vida. nosotros estamos llamados a dar testimonio del plan amoroso de salvación, como lo hicieron los profetas y los discípulos enviados a anunciar el reino. el salmo de hoy nos hace respirar un tono de alegría entusiasta: “aclame al Señor, tierra entera… Alegrémonos con Dios que, con su poder, gobierna eternamente”.

Seguir a jesús es aceptar el camino de la cruz; en algunos pueblos serán bien recibidos y en otros rechazados, pero a todos deben anunciar que “el reino está cerca”.

Y a nosotros, ¿qué nos toca? Somos bautizados y, desde entonces, estamos dotados de todas las gracias necesarias para anunciar el reino de salvación.

Dios quiere necesitarnos como sus discípulos y misioneros. es a nosotros a quienes jesús dice “pónganse en camino”. entre nosotros hay misioneros, religiosos, sacerdotes, padres de familia, educadores, cristianos comprometidos, todos llamados a ser testigos de Cristo.

Y también valen para nosotros las recomendaciones que dio jesús: humildad, espíritu de pobreza, actitud de paz espiritual, aceptación de rechazos, vejaciones y persecuciones … ¡SomoS enViADoS!