¿Será que ya no nos queremos?
en nuestra cultura es frecuente que las parejas casadas, o que viven juntas, en cuestión de unos años experimenten un decaimiento en su vida sexual. de forma paulatina se van distanciando los encuentros sexuales y llega el momento en que pasan semanas y meses sin que tengan intimidad. al inicio lo atribuyen al estrés cotidiano, al cansancio o a lo apretado de la agenda semanal. Pero rápidamente se dan cuenta que el ímpetu sexual no aparece ni en días descansados como los fines de semana o en los “feriados largos”. es común que ambos por aparte se pregunten: ¿Qué pasó? ¿cómo pasamos de ser una pareja sexualmente proactiva a una sin iniciativa sexual? ¿Será que ya no nos queremos? Por eso, es importante destacar que en la mayoría de los casos este fastidio sexual no es indicativo de falta de cariño o de que el amor haya venido a menos. El distanciamiento sexual se presenta incluso en parejas muy unidas.
Lo contrario también es cierto, parejas que por todo discuten, que no se quieren, suelen mantener su sexualidad íntegra. estas parejas anhelan aquel ímpetu de los primeros años, cuando cualquier oportunidad era propicia para el amor; cuando a pesar de las restricciones y limitaciones propias de las parejas que no viven juntas, siempre había ganas, siempre se tenía el sexo en mente, siempre había besos constantes y el deseo siempre decía presente. lo primero que tenemos que aclarar es que el rendimiento sexual no se deteriora ni con la edad, ni con los años de vida en pareja. El sexo no aburre, ni las rutinas lo afectan, por el contrario, es una actividad fascinante, gratificante y placentera que se hace espacio por sí misma. Usualmente son otros los factores que nos quitan el ímpetu sexual, unos de tipo vivencial y otros relacionados con la salud, es decir con enfermedades hormonales, metabólicas e infecciosas que suelen ser las responsables de ese desgano. la buena noticia es que hoy la ciencia dispone de tratamientos que nos permiten recuperar ese deseo perdido.