Como un carajillo
“Como un carajillo” es una de las frases más optimistas que se dicen a veces a partir de los cincuenta y otros la reservan para después de los sesenta años. expresión que manda un mensaje cifrado: “estoy bien a pesar de mi edad”.
Aunque está bien decirlo, es contraproducente creerla al pie de la letra, en el sentido de que sentirse bien no significa que estoy bien, y mucho menos que no necesito controles médicos periódicos.
Por lo general, en nuestra sociedad, existe una cultura de evitar la consulta médica, salvo que sea estrictamente necesario, bajo la falsa premisa de que, si no siento nada, no tengo nada, cuando lo recomendable es acudir al médico para detectar a tiempo diversas enfermedades que suelen pasar silenciosas en sus etapas iniciales, justo cuando es más fácil tratarlas y es mayor la posibilidad de erradicarlas.
Conforme agregamos candelas al queque es mayor el riesgo de padecer presión alta, diabetes, infartos, derrames, diversos tipos de cáncer, osteoporosis, enfermedades que, por lo general, no presentan síntomas hasta que dan “el bombazo”. Antes de sufrir cualquiera de estas condiciones el paciente se siente bien, “como un carajillo”. los relatos son elocuentes, “yo estaba bien y de repente sentí un dolor en el pecho y un mareíllo y era un infarto o un derrame”, por ejemplo. o, “nunca había sentido nada, y me detectaron un cáncer que ni yo sabía que tenía”. “Yo caminaba bien y di un paso y me quebré la cadera”. lidiar con enfermedades de tal calibre es sumamente estresante y desgasta, tanto en el plano personal como familiar, más aún cuando existe el riesgo de quedar con una limitación física.
Por eso debemos recordar que la ciencia está en sobrada capacidad no solo de tratarlas, sino de evitar que se presenten, en el tanto el paciente consulte regularmente. Porque la ciencia no solo quiere que la población viva más tiempo sino también que pueda disfrutar plenamente de esos años.